El llanto y los celos constituyen el eje central de este poema. Las lágrimas se convierten en una prueba capaz de evocar y sustituir el amor de la poeta a los ojos del amado. La carga simbólica del corazón y las lágrimas y la alusión directa a Amor como personaje mitológico hacen de este poema uno de los más bellos de nuestro Renacimiento.
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
Autor del audio: Blanca Portillo.

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