Saltar la navegación

Tercera parte

Actividad desplegable

Lee y completa

Los hombres más rápidos de los huasanes y de los mallis se habían puesto en marcha nada más conocer la de los jóvenes. Y como no tardaron en encontrar las de los dos fugitivos, confiaban en dar con ellos enseguida.

Entretanto, Munaylla y Pumahima escuchaban cada vez más cerca las voces de sus . Entonces, la joven, siguiendo los ritos de su tribu, elevó los brazos al cielo, inclinó la cabeza y se al dios Pachacámac:

–Gran dios, no permitas que nos capturen –suplicó con lágrimas en los ojos–. No hemos hecho mal a nadie y solo queremos ser felices juntos.

Pachacámac escuchó su e improvisó rápidamente una original forma de salvarlos: convirtió a Pumahima en una planta desconocida hasta entonces. Era una planta recta, alta como una torre y cubierta de por completo. Le dio el nombre de cactus. Su interior era tan que allí encontró refugio la bella Munaylla.

Habilitar JavaScript

Creado con eXeLearning (Ventana nueva)