Contenidos del artículo
ToggleExpresion de la aserción, la objeción, etc
Antes de pasar a la exposición propiamente dicha, me gustaría poner de manifiesto algunas consideraciones acerca de la formulación y el título de este tema y otros análogos en el cuestionario de oposición.
El enunciado de este tema responde a los objetivos que se ha marcado la LOGSE en la enseñanza de LCL. En vez de partir de categorías gramaticales preestablecidas: oraciones interrogativas, condicionales…, se parte de las diferentes funciones informativas del mensaje: expresión de la duda, la hipótesis, el contraste. Esta formulación, además de resultar más exhaustiva (pues permite hacer referencia a otros modos menos habituales de expresar estos contenidos), es más adecuada para imprimir al estudio de la gramática el enfoque comunicativo que la LOGSE se ha propuesto. En el actual sistema educativo el conocimiento de la gramática, sobre todo en la ESO, ya no constituye tanto un fin en sí mismo, cuanto un instrumento que colabore en el desarrollo de la competencia comunicativa del alumno. Es por ello por lo que estos temas aparecen encabezados por títulos que, en principio, pueden resultarnos poco familiares.
DICTUM Y MODUS: LA EXPRESIÓN DE LA ASERCIÓN
En todo acto de habla se pueden distinguir dos componentes: el dictum y el modus.
- El dictum es lo que se dice, esto es, el contenido proposicional del enunciado.
- El modus es la actitud que el hablante manifiesta hacia los hechos que comunica.
Como sabemos, atendiendo al modus o modalidad de los enunciados y en virtud de sus características entonativas, distinguimos tres tipos básicos de enunciados:
- Enunciación, que se distingue por un tonema de cadencia, y en la que predomina la función referencial del mensaje.
- Interrogación, que se distingue por un tonema de anticadencia, y en la que predomina la función apelativa, pues el emisor demanda, al interrogarlo, una información de su interlocutor.
- Exclamación, que se distigue por un tonema de suspensión, y en la que suelen predominar la función apelativa (órdenes) y la expresiva (quejas).
La aserción aparece representada sola y exclusivamente por la modalidad enunciativa. Mediante la aserción, el hablante nos presenta los hechos que refiere como algo objetivo, predominando por consiguiente la función referencial del mensaje. Desde el punto de vista pragmático la aserción es un enunciado constatativo. Esto quiere decir que es evaluable en términos de verdadero/falso, contrariamente a lo que sucede con los enunciados performativos como la exhortación, que solo son evaluables en términos de éxito o fracaso.
Existen dos tipos básicos de enunciados asertivos: los negativos y los afirmativos o aseverativos.
Los enunciados afirmativos no presentan ningún recurso gramatical especial aparte del uso del modo indicativo (hechos reales) y el citado tonema de cadencia.
No sucede lo mismo con los negativos. Desde el punto de vista semántico, son mucho más complejos. Mientras los afirmativos expresan un juicio acerca de un objeto: «la silla es blanca», los negativos presuponen un juicio afirmativo que consideramos erróneo: «La silla no es blanca». Son un juicio acerca de otro juicio. Entre los recursos gramaticales de los que disponemos para construir enunciados negativos, destacaremos:
- El adverbio negativo «no», que en nuestra lengua presenta ciertas peculiaridades como la de admitir otro u otros elementos negativos pospuestos: «No hay nadie. No regales jamás nada a nadie». Cosa que no sucede, por ejemplo, en inglés, en el que dos negaciones equivalen a una afirmación.
- La coordinación copulativa. Es otro mecanismo muy usado en la construcción de enunciados negativos: «Ni come ni deja comer».
- Frases hechas, que formalmente equivalen a una oración afirmativa, pero que por cuestiones semánticas y pragmáticas interpretamos como negativas: «Me importa un bledo».
- Las interrogaciones retóricas, que suponen la negación de la proposición recogida por la interrogación: «¿Vamos a dejar que nos insulten?»
LA OBJECIÓN
El DRAE define objetar como oponer reparo a una opinión o designio; proponer una razón contraria a lo que se ha dicho o intentado.
En otras palabras, la objeción presupone la coexistencia de dos enunciados antagónicos. La lengua dispone de dos procedimientos esenciales para expresar la objeción.
- La coordinación adversativa. Como sabemos, la coordinación es la combinación entre dos o más oraciones que conservan su autonomía. Se diferencia de la yuxtaposición en la presencia de determinados conectores que lexicalizan la unión de los componentes del grupo. En el caso de la adversación, la relación siempre se establece entre dos unidades, por lo que son estructuras bimembres. Existen dos tipos de coordinadas adversativas: las excluyentes, en las que las oraciones en relación expresan realidades incompatibles mediante los correlatos no…sino: «No es pobre sino rico». Las restrictivas expresan un obstáculo, no una incompatibilidad, mediante pero: «Sabe cantar pero muy mal». Pero (restrictivo) y sino (excluyente) son los nexos más habituales, pero, en ocasiones, aunque puede constituir coordinadas adversativas; para que ello sea posible el verbo de la subordinada ha de aparecer en indicativo, en caso contrario nos encontraremos ante un caso de subordinación concesiva. Cuando aunque introduce adversativas es conmutable por pero: «Tiene mucho dinero aunque es un ignorante». Habría que consignar finalmente los casos en que nos encontramos la estructura correlativa no sólo…sino que, que transmiten un valor de adición enfática: «No sólo queremos el aprobado, sino que deseamos un sobresaliente».
- Subordinadas concesivas. Son subordinadas adverbiales impropias que desempeñan con respecto a la oración principal la función de CC. El verbo de la subordinada admite cualquier modo; en ocasiones puede ser un derivado verbal: «Aun siendo tan alto te podrá». La oración subordinada solo rechaza el imperativo. El transpositor más utilizado es la conjunción aunque, que equivale a un adverbio+que. Otros transpositores: aun cuando, por+adv/adj+que, aun: «Por más que estudio, no apruebo. Aun cuando estudió mucho, suspendió. Con lo adj/adv: Con lo listo que es no ha conseguido aprobar». Otra construcción habitual en la construcción de subordinadas concesivas es la reduplicativa: «Vaya o no vaya, le dedicaré una canción». Según Alarcos, las subordinadas concesivas, más que como CC, deben interpretarse como modificadores o adyacentes oracionales.
- Locuciones adverbiales. Que confieren a las oraciones a las que acompañan un sentido adversativo: empero, no obstante, con todo. Pero no las coordinan ni transponen, son adverbios.
EXPRESIÓN DE LA OPINIÓN
Los enunciados opinativos se caracterizan por combinar la función referencial y la expresiva. En la opinión, a diferencia de lo que sucede con la aserción, el hablante no se limita a constatar la realidad, sino que pone de manifiesto que lo hace desde su personal punto de vista. Trataremos de exponer cuáles son los indicadores lingüísticos que explicitan esa perspectiva personalizadora del hablante.
- En primer lugar, la opinión aparece inequívocamente vinculada a la 1ª persona gramatical. En los enunciados opinativos es habitual explicitar el sujeto léxico de un verbo cuyo sujeto gramatical es la 1ª persona del singular, mediante el pronombre yo. Este recurso enfatiza la perspectiva personal del hablante, puesto que, como sabemos, un verbo en 1ª persona del singular solo puede tener ese sujeto léxico.
- Otro de los recursos más extendidos para construir mensajes opinativos son los llamados verbos factitivos. Estos pueden aparecer en construcciones oracionales simples: «Me gustan las cerezas». O construcciones complejas caracterizadas por la presencia del que como transpositor: «Creo que fulano es el jefe».
- Junto a los verbos factitivos habría que mencionar ciertos sintagmas verbales performativos, que constituyen actos de habla formando enunciados solo evaluables en términos de éxito o fracaso: condenar, discrepar… Todos ellos presuponen un previo enjuiciamiento de la realidad y posteriormente una actividad aprobando o desaprobando esa realidad.
- En el registro coloquial es habitual la conmutación de estructuras Yo+verbo factitivo, por un pronombre de 1ª persona precedido por preposición: «Para mí, que no sabe lo que dice» = «Yo creo que no sabe lo que dice».
- Para terminar habría que mencionar como índice gramatical de la modalidad opinativa a ciertos marcadores del discurso, me refiero a esos adverbios incidentales, consignados por Alarcos como adyacentes oracionales (modalizadores de la oración y de la enunciación): «Francamente, no te creo». Estas unidades sirven para expresar la actitud del hablante frente a los hechos que comunica.
DESEO
Se expresa mediante lo que en la gramática tradicional se conocía como oraciones desiderativas. El enunciado desiderativo expresa una vivencia consistente en la proyección de la voluntad del emisor sobre un objeto. Están emparentados, como es lógico, con la función expresiva.
En algunas antiguas lenguas indoeuropeas, existía un sistema modal para los verbos que incluía además de subjuntivo e indicativo el desiderativo (apetencias y deseos) y el optativo (posibilidad) griego. El latín fundió estos dos modos en el subjuntivo. Esta estructuración se transmitió a nuestra lengua, en la cual el modo extendido para la expresión del deseo es el subjuntivo. A este elemento hay que sumar la natural existencia de verbos volitivos. Estos, debido a su contenido semántico, no requieren ser actualizados en subjuntivo: «Quiero un colador». La cuestión es que enunciados como el anterior, en función de factores pragmáticos (relación con nuestro interlocutor) o paralingüísticos (entonación), pueden revestir el aspecto de una orden. Para que un verbo volitivo presente de un modo inequívoco el aspecto de la expresión del deseo, deberá ser actualizado en potencial, distanciándonos de los hechos, y ciñéndonos al principio conversacional de la cortesía: «Quería un colador. Quisiera un colador». Otros elementos lingüísticos para la expresión del deseo:
- En muchos casos aparece vinculada al tonema de suspensión y la modalidad exclamativa.
- También es muy habitual el uso de ciertas unidades adverbiales e interjectivas: ojalá, «Ojalá se vaya». «Así, Así te parta un rayo».
- A menudo se utiliza el relativo tónico quién, «Quién tuviera 20 años».
- Otra construcción muy habitual es el uso del subjuntivo, modo que suele aparecer ligado a la subordinación, en oración independiente: «Vivan los novios». También puede aparecer precedido de la conjunción completiva que: «Que te vaya bien». En ambas construcciones se podría catalizar un verbo principal elíptico: «Deseo que te vaya bien». Este verbo se omitiría por razones expresivas.
- Oraciones subordinadas finales: «Vengo a que me paguen».
EXHORTACIÓN
Como hemos podido inferir de alguno de los ejemplos anteriores, en muchos casos es difícil distinguir entre el deseo, el ruego y el mandato. De hecho, la exhortación o el mandato no son más que expresión de un deseo.
En un sentido estricto, exhortar es inducir a alguien a que haga algo mediante la argumentación o el ruego. No es lo mismo exhortar que mandar; sin embargo, en este apartado incluiré también el mandato.
La exhortación y el mandato están estrechamente vinculados a la función conativa. Este tipo de enunciados son muy interesantes desde el punto de vista pragmático. Son actos de habla, o en la terminología de Austin, enunciados performativos: son autorreferenciales, esto quiere decir que no pueden ser considerados desde un punto de vista veritativo, pues no buscan tanto transmitir información cuanto mover a la acción a nuestro interlocutor. Una orden no es verdadera o falsa, sino exitosa o infeliz; se dice que es exitosa cuando desencadena los efectos perlocutivos deseados, es decir, cuando es acatada por nuestro interlocutor.
Como ya hemos insinuado, la exhortación es un mandato suavizado y encubierto mediante el lenguaje. La exhortación se caracteriza por un respeto más estricto al principio pragmático de cortesía. Los principales recursos gramaticales que utiliza el emisor son:
- El uso del subjuntivo: «Tengamos la fiesta en paz».
- Uso del potencial o del indicativo con un verbo apropiado en función de nuestra relación con el interlocutor y de la urgencia de nuestra demanda.
- En ocasiones la exhortación se expresa mediante actos de habla indirectos, los más frecuentes son aquellos en los que una interrogación encubre una exhortación: «¿No te ibas?» También es frecuente el uso de enunciados especulativos: «Debes de estar deseando irte». En todos estos casos, la transmisión de la exhortación está más en función de aspectos contextuales que puramente lingüísticos.
- Existe además un nutrido repertorio de fórmulas de cortesía encaminadas a suavizar nuestra petición: «Me haría el favor», uso de subordinadas con si completivo: «Me pregunto si…»
El mandato se expresa principalmente mediante el uso del imperativo. Como sabemos, este presenta unas características gramaticales muy peculiares con respecto al resto de las formas verbales: incompatible con la negación, enclisis de los pronombres, solo 2ª persona, siempre asociado a la exclamación. Sin embargo, existen otros modos de expresar el mandato:
- Frases exclamativas: «¡Silencio!»
- Indicativo con expresión enfática del sujeto en 2ª persona: «¡Tú te callas!»
- Infinitivo y gerundio en usos informales: «¡Callarse! ¡Callándose!»
- Completivas elípticas: «¡Qué te calles!»
- Para expresar mandato negativo, es decir, prohibición, se suele usar el subjuntivo: «No estudies», o el infinitivo: «No molestar». Ya que el imperativo es incompatible con la negación.
Procedente de Proyecto Aula. Autor: Miguel Castro
Autor
-
Miguel Castro Vidal es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo y profesor de enseñanza secundaria. Ha trabajado como preparador en CEN oposiciones (Madrid) y como profesor de ELE en el Estado de Luisiana durante siete años (cursos 2004-2005 y cursos 2009-2015). Profesor, antiguo socio y cofundador de Casa de España, New Orleans LLC, ha colaborado con Santillana en la elaboración del libro de texto Fans del Español Middle School.
Ver todas las entradas
En los últimos tiempos, ha dedicado parte de sus energías y esfuerzos a la dinamización cultural y la animación a la lectura desde el ámbito de la biblioteca escolar. Ha sido responsable del Plan Lector del IES San Cristóbal de los Ángeles (Madrid) y coordina, desde 2018, el Proyecto de Biblioteca Escolar “Leonautas” de su centro, el IES Leopoldo Alas “Clarín” (Oviedo).





