Machado escribe este poema tras la muerte de su esposa Leonor, en una etapa marcada por la melancolía y el exilio interior. El entorno de Soria, con el río Duero y los cerros, se convierte en símbolo de la memoria y el dolor personal.
El poema presenta el regreso imaginario del poeta a los paisajes de Soria, donde fue feliz junto a Leonor. El corazón del autor “vaga en sueños” por esos lugares, mientras la realidad lo sitúa lejos, en tierras andaluzas. El diálogo con Leonor, aunque imposible, expresa el deseo de revivir momentos compartidos y la imposibilidad de escapar al dolor de la ausencia. La naturaleza refleja el estado de ánimo del poeta: los álamos y el Moncayo evocan la belleza y la pérdida, mientras los olivares polvorientos representan el presente solitario.
Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños…
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
Antonio Machado, Campos de Castilla, 1917
