El sintagma nominal. 2025

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By Víctor Villoria

Introducción: concepto de sintagma y partes de la oración

La gramática funcional ha sustituido la palabra, en el análisis gramatical, por el concepto de sintagma. Dicha sustitución obedece a la inestabilidad de la palabra como entidad lingüística y a la dificultad de conferirle una definición unívoca. Como sabemos, la palabra gráfica no suele coincidir con su correlativa realización oral. A ello hay que añadir que, ni siquiera limitándonos al ámbito de la escritura, resultan claras y definidas las fronteras de la palabra. Un mismo mensaje puede pasar, mediante la permutación, de estar constituido por tres palabras: Se les escapó, a estar constituido por una: Escapóseles. Parece ser que, en este sentido, la noción de sintagma resulta mucho más operativa.

Definimos el sintagma como la unidad más pequeña y simple que podemos utilizar en la comunicación lingüística. Presenta la peculiaridad de aparecer siempre asociado a una curva de entonación. Es, en resumidas cuentas, la mínima unidad entonativa posible.

Quedarían, por consiguiente, descartados de esta categoría elementos átonos como el artículo, la preposición o la conjunción, que serían elementos dependientes que deben aparecer siempre acompañando al sintagma.

Atendiendo a sus relaciones sintácticas (Hjelmslev), la gramática funcional distingue las siguientes categorías de sintagmas: sintagma verbal (núcleo) y sintagma nominal (adyacente). En el seno de este último, que es el que nos interesa para esta exposición, distinguiríamos, siempre en función de su relación de subordinación, las siguientes subcategorías:

  • Sustantivo: capacitado para funcionar autónomamente como sujeto de la oración.
  • Adjetivo: capacitado para funcionar autónomamente como adyacente nominal.
  • Adverbio: capacitado para funcionar autónomamente como complemento circunstancial y como término terciario del adjetivo.

A continuación analizaremos con detenimiento cada una de estas subcategorías del sintagma nominal.

El sustantivo

Como hemos dicho, el sustantivo se define como el sintagma capaz de funcionar autónomamente como sujeto léxico o complemento directo. Todo sustantivo está compuesto por un signo léxico (lexema), que nos remite a su contenido referencial, y unos signos gramaticales (morfemas) que nos remiten a sus posibilidades de combinatoria sintáctica. Veamos cuáles son los morfemas propios del sustantivo.

El género

Este morfema caracteriza al sustantivo frente al resto de los sintagmas pues, en principio, es el único que lo presenta. El paradigma del género está compuesto en español por dos miembros: masculino y femenino. Pero no todos los sustantivos están capacitados para presentar ambas posibilidades. Son muchos los que presentan un único género invariable: águila (epicenos). En principio el género viene marcado por medio de los formantes desinenciales -o/a, 0/a. Sin embargo, hay que decir que esto no es sistemático. Puede variarse el género mediante el artículo: un ejemplo de ello es el sustantivo anteriormente citado. O mediante heterónimos: caballo/yegua.

Desde el punto de vista semántico la función del género es establecer diferencias de sexo entre las realidades denotadas. Aunque no siempre es así, en ocasiones denota diferencias de tamaño: barco/barca; de cantidad: tuno/tuna; o un radical cambio de significado: el pez/la pez. También en este ámbito hay que decir con Coseriu que el masculino es el término no marcado o extensivo de la oposición: mediante el masculino se designa, no sólo a los referentes de naturaleza masculina sino también a la totalidad de la clase: El hombre.

Desde el punto de vista sintáctico, el género otorga al sustantivo una valencia combinatoria, delimitando sus posibilidades de relación y concordancia con otros sintagmas.

Desde el punto de vista comunicativo, los morfemas de género son elementos demarcativos y redundantes que salvaguardan la comunicación en previsión de ruidos que puedan entorpecerla.

El número

El paradigma del número está compuesto por dos miembros en español; no siempre es así, algunas lenguas, como el árabe, presentan un tercer miembro: el dual. En castellano, no obstante, los miembros son singular y plural. De ellos, el singular es el término extenso o no marcado de la oposición. En principio, dicha oposición vendría dada por los formantes desinenciales: 0/-s, -es. Aunque, como sucedía con el género, la variación puede venir expresada mediante el artículo. En caso de que la marcación sea desinencial, la presencia de -s o -es vendrá condicionada por la secuencia fónica: si la palabra acaba en vocal se selecciona -s; si acaba en consonante, se selecciona -es. A esta regla, no obstante, también hay excepciones: jabalíes, bueyes.

Existen casos especiales de sustantivos que solo pueden actualizarse en singular (cenit) —singularia tantum—; otros solo aparecen en plural (exequias, añicos) —pluralia tantum—.

El artículo

La gramática funcional considera el artículo, solo el determinado de la gramática tradicional, un morfema del sustantivo en construcción disjunta. Muchas han sido las polémicas entre los expertos acerca del acierto o desacierto de considerar al artículo un morfema. Sea o no un morfema, lo que sí resulta innegable es que se trata de una unidad átona y dependiente que aparece estrechamente vinculada al sustantivo.

El paradigma del artículo estaría compuesto por su presencia y su no presencia. Las funciones del artículo son:

  • Indicar el género y número de ciertos sustantivos.
  • Identificar al sustantivo. Cambia su denotación. El sustantivo común sin artículo denota a una clase de referentes: silla. Incrementado por el artículo pasa a designar a un elemento concreto de esa clase. Elemento conocido por los interlocutores debido a su presencia en el contexto situacional o en el contexto discursivo de la situación.
  • En el texto presenta, según Weinrich, un valor anafórico, constituyendo, en consecuencia, un mecanismo de cohesión.
  • Por último, el artículo puede funcionar como transpositor, convirtiendo a la categoría sustantiva, por ejemplo, a un adjetivo: Me gusta la negra. Cuando aparece en esta función el artículo puede aparecer en una variante genérica neutra: lo. Como no existen sustantivos neutros en castellano, en estos casos el artículo caracteriza como neutro a un grupo sintagmático o a sintagmas en los que la variación genérica no es pertinente: Me gusta lo bueno.

Tipos de sustantivos

Dejando de lado las categorías de concretos/abstractos, y colectivos, que solo atienden a matices semánticos, distinguimos los siguientes tipos de sustantivos.

  • Comunes/propios. El nombre propio es equivalente a uno común incrementado por el artículo. Sirven para individualizar un individuo perteneciente a una clase, no tienen contenido semántico, son algo así como etiquetas.
  • Medibles/contables. Los primeros designan sustancias, materias o magnitudes no discretas. Los segundos, unidades aislables, discretas. Los medibles pueden convertirse en contables mediante la adición de unidades individualizadoras, determinantes como el artículo o los indefinidos. Tomé café / Tomé un café, el café. En ocasiones presenta dos modos de ser designada, uno medible: tabaco y otro contable: cigarro. Medibles y contables presentan ciertas peculiaridades en sus posibilidades combinatorias. Los medibles pueden aparecer en función de sujeto o complemento directo tanto en singular como en plural: sale agua / salen aguas. Los contables no pueden hacerlo en singular a no ser que vayan acompañados por el artículo. Salen perros, Sale el perro, *Sale perro.

Sintagmas equivalentes al sustantivo

Pronombres personales

Su contenido se refiere a la noción de persona gramatical. Dicha noción abarca tres elementos extralingüísticos presentes en todo acto de habla: emisor, receptor y contexto. Presentan, por tanto, un contenido deíctico (ligados a la coherencia del discurso).

La primera y la segunda persona hacen una referencia inequívoca, al hablante y al oyente; la tercera, a algo indefinido que no es el hablante ni el oyente, lo que Benveniste llama la no persona; por ello se utilizan cuando se quiere ocultar el sujeto de la acción verbal. Cuando la primera y segunda persona del singular aparecen de un modo explícito tienen un valor enfático.

Los pronombres personales presentan un morfema de número que, asociado a persona, presenta unas características peculiares: nosotros no implica yo + yo + yo… sino yo + otros. Existen dos tipos de pronombres personales: los átonos y los tónicos. En este tema solo nos interesan los segundos, pues son los que funcionalmente equivalen a un sustantivo; Alarcos los denomina sustantivos personales. Son: yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos. Estas unidades están capacitadas para desempeñar la función de sujeto o complemento directo autónomamente. De hecho, rechazan al artículo por comportar ya de por sí su valor identificador. Acompañados de preposiciones pueden desempeñar otras funciones oracionales. En estos casos, los de segunda y primera adquieren formas peculiares: conmigo, contigo.

El infinitivo

Este derivado verbal de categoría sustantiva también puede funcionar como tal, y al mismo tiempo, dada su naturaleza verbal, recibir los complementos que recibiría un verbo ordinario: Me gusta vivir la vida.

El adjetivo

Es adjetivo todo sintagma capaz de funcionar autónomamente como adyacente nominal de un sustantivo. En ocasiones el adjetivo presenta variaciones de género y número. Ahora bien, estas variaciones no modifican la denotación léxica del adjetivo como sucedía con el sustantivo. Esto se debe a que en sí el adjetivo no comporta morfemas de género o número; si estas variaciones aparecen, son en realidad repercusión de las que presente el sustantivo al que acompaña, son simples elementos redundantes que marcan la concordancia. De hecho, el género del adjetivo siempre estará en función del del sustantivo.

Tipos

  • Calificativos. Son signos léxicos y pertenecen a un paradigma abierto, modificable. Siempre funcionan como adjetivos, pueden adquirir otros oficios mediante transposición. Pueden ser sometidos a gradación: grado positivo, sin adverbios o sufijos que indiquen intensidad: Ana es lista. Grado comparativo, se establece un grado en su denotación mediante un cuantificador: Ana es más lista. Grado superlativo, el ser denotado por el sustantivo posee en el más alto grado la cualidad que denota el adjetivo: Es la más lista. Es listísima.
  • Distinguimos por su posición con respecto al nombre el especificativo y el epíteto.
  • Determinativos. Pertenecen a paradigmas cerrados. Presentan una menor libertad de movimientos en su combinatoria sintáctica; en presencia de otros adjetivos exigen ir antepuestos. Además, pueden desempeñar la función de sustantivos sin necesidad de ser transpuestos. De ahí que también sean inventariados como pronombres. En ellos se incluyen:
    • Demostrativos: este, ese, aquel, caracterizados por su denotación deíctica.
    • Posesivos: los hay átonos, que siempre funcionan como adjetivos, y tónicos, que pueden funcionar como sustantivos con o sin artículo: Es vuestro. Me gusta el mío.
    • Indefinidos: designan cantidad imprecisa, entre ellos se incluye el clásico artículo indeterminado de la gramática tradicional un. Pueden adverbializarse inmovilizándose en género y número.
    • Numerales.
    • Distributivos.

El adverbio

Es la unidad capacitada para funcionar autónomamente como complemento circunstancial. Su categoría gramatical es neutra. Esto quiere decir que no presenta variaciones de género ni de número. Además, puede funcionar como término terciario, es decir, como adyacente de adjetivo: Café poco caliente.

Desde el punto de vista semántico, sirve para situar en el tiempo y en el espacio la acción denotada por el verbo. También expresa el modo en el que se desarrolla dicha acción. Se distinguen: modo, tiempo, lugar y cantidad. La función de complemento circunstancial, como su propio nombre indica, hace referencia a su carácter meramente coyuntural. Hay, sin embargo, algunos cuya desaparición modifica el significado de la oración: los aditamentos internos, sí, no.

Además de sintagmas originariamente concebidos como adverbios, la lengua dispone de dos recursos básicos para crearlos:

  • Inmovilización de adjetivos determinativos.
  • Derivación con -mente.

Finalmente, habría que hacer referencia a la función de ciertos adverbios en posición incidental. Estas unidades pertenecerían a lo que I. Bosque denomina el nivel periférico del predicado, pues no complementan al verbo sino a todo el enunciado. Son los adyacentes oracionales. Aunque a la hora de analizarlos es habitual consignarlos como complemento circunstancial, desde el punto de vista comunicativo tienen funciones diversas:

  • Tópicos. Sirven para fijar el marco del discurso precisando en qué sentido es pertinente lo afirmado por el predicado, aportando informaciones de diverso tipo: (temporal) Acabada la película, se fueron a casa; (temático) A propósito de tu madre, hace tiempo que no la veo; (de perspectiva) Técnicamente, lo que dices es imposible.
  • Modalizadores de la oración. Manifiestan léxicamente la modalidad oracional propiamente dicha o, también, algún tipo de valoración del hablante en torno a lo enunciado. (enunciativo) Efectivamente, estos son tiempos difíciles. (probabilidad) A Juan, posiblemente, no le han dicho nada. (exhortación) Por favor, puedes cerrar la puerta. (valoración positiva) Por suerte, somos pocos los lesionados.
  • Modalizadores de la enunciación (atributos del verbo enunciativo). Manifiestan una actitud del hablante, pero en este caso no ante lo que se dice, sino ante el mismo hecho de decirlo. De verdad, ¿tienes frío?, En dos palabras, impresionante.
  • Marcadores de relación del discurso. Establecen relaciones lógicas y significativas entre los componentes del discurso, son esenciales para la cohesión del texto. En primer lugar, por lo tanto, con todo.

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Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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