El lenguaje científico para Bachillerato

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By Víctor Villoria

El lenguaje científico para Bachillerato

¿Por qué resulta tan difícil comprender un artículo científico? ¿Qué hace que un texto de biología molecular, física cuántica o medicina clínica parezca estar escrito en un idioma completamente diferente al español cotidiano? La respuesta reside en el lenguaje científico, una variedad funcional del idioma que ha desarrollado características propias para cumplir una misión fundamental: transmitir conocimiento especializado con la máxima precisión, claridad y objetividad posibles. Cada vez que leemos un informe médico, consultamos un manual técnico o nos enfrentamos a un artículo de investigación, estamos entrando en contacto con este registro lingüístico particular que combina rigor terminológico, estructuras sintácticas específicas y convenciones textuales especializadas. Comprender sus rasgos distintivos no solo facilita el acceso al conocimiento científico, sino que resulta imprescindible para cualquier estudiante que aspire a desenvolverse con éxito en contextos académicos y profesionales.

A lo largo de este artículo exploraremos de manera sistemática las características léxicas, semánticas, morfológicas, sintácticas y textuales que definen al lenguaje científico. Analizaremos cómo se forman y emplean los tecnicismos, qué estructuras gramaticales predominan, cómo se construye la progresión temática y qué recursos discursivos garantizan la cohesión textual. Este recorrido proporcionará las herramientas necesarias para comprender, analizar y, eventualmente, producir textos científicos con rigor y competencia comunicativa.

Definición del lenguaje científico

El lenguaje científico puede definirse como la variedad funcional o registro lingüístico empleado por la comunidad científica para comunicar conocimientos especializados de manera precisa, objetiva y verificable. No se trata de un idioma distinto del español estándar, sino de una modalidad que adapta los recursos lingüísticos disponibles —léxicos, morfológicos, sintácticos y textuales— a las necesidades específicas de la comunicación científico-técnica. Su finalidad primordial es eliminar la ambigüedad, garantizar la univocidad terminológica y facilitar la transmisión eficaz del conocimiento entre especialistas y, cuando se adapta convenientemente, entre la comunidad científica y el público general.

A diferencia del lenguaje literario, que busca la belleza expresiva y la riqueza connotativa, o del lenguaje coloquial, que prioriza la espontaneidad y la expresividad emocional, el lenguaje científico persigue ante todo la denotación precisa y la transparencia comunicativa. Cada término debe poseer un significado unívoco y estable dentro de su campo disciplinar, cada estructura sintáctica debe contribuir a la claridad expositiva, y cada recurso textual debe guiar al lector en la comprensión del contenido especializado. Esta búsqueda constante de precisión y objetividad ha generado a lo largo del tiempo un conjunto de rasgos lingüísticos característicos que analizaremos detalladamente a continuación.

Es importante destacar que el lenguaje científico no es monolítico ni uniforme. Existen variaciones según la disciplina (medicina, física, química, biología), según el grado de especialización del destinatario (textos para especialistas, textos didácticos, textos de divulgación) y según el género textual (artículo de investigación, manual, informe técnico). Sin embargo, por encima de esta diversidad, todos los textos científicos comparten un núcleo común de características que los identifica como pertenecientes a este registro especializado y que constituyen el objeto de nuestro estudio.

Rasgos léxicos y semánticos

El nivel léxico-semántico del lenguaje científico presenta características sumamente distintivas que lo diferencian radicalmente del español general. La selección del vocabulario no responde a criterios estéticos o expresivos, sino a la necesidad de denominar con exactitud conceptos, entidades, procesos y fenómenos especializados. Esta exigencia de precisión ha generado un desarrollo terminológico extraordinario en cada disciplina científica, conformando verdaderos sistemas conceptuales altamente estructurados y normalizados.

Tecnicismos

Los tecnicismos constituyen el rasgo léxico más característico y visible del lenguaje científico. Se trata de términos especializados que designan conceptos propios de una disciplina científica o técnica, dotados de una definición precisa y consensuada por la comunidad de especialistas. A diferencia de las palabras del vocabulario común, los tecnicismos poseen monosemia dentro de su campo disciplinar: cada término corresponde a un único concepto y cada concepto se denomina mediante un término específico, evitando así las ambigüedades que caracterizan al léxico cotidiano.

Según su origen

Desde la perspectiva de su procedencia, los tecnicismos pueden clasificarse en varios grupos. Los cultismos grecolatinos constituyen la base etimológica más importante de la terminología científica occidental: términos como «hemoglobina» (del griego haîma ‘sangre’ + latín globus ‘esfera’), «fotosíntesis» (del griego phōs ‘luz’ + sýnthesis ‘composición’) o «termodinámica» (del griego thermós ‘calor’ + dýnamis ‘fuerza’) ejemplifican esta tradición. Los préstamos del inglés han proliferado especialmente en disciplinas de desarrollo reciente como la informática («software», «hardware», «internet») o la biología molecular («Western blot», «Northern blot»). También encontramos epónimos, términos derivados de nombres propios de científicos que realizaron descubrimientos fundamentales: «voltio» (de Alessandro Volta), «pascal» (de Blaise Pascal), «enfermedad de Alzheimer» (de Alois Alzheimer).

Origen del tecnicismo Características Ejemplos
Cultismos grecolatinos Términos formados con raíces griegas o latinas, base tradicional de la ciencia occidental Hemoglobina, fotosíntesis, termodinámica, leucocito
Préstamos del inglés Términos incorporados del inglés, lengua dominante en la ciencia actual Software, hardware, byte, router, scanner
Epónimos Derivados de nombres propios de científicos descubridores Voltio, pascal, hertz, enfermedad de Parkinson
Acronimia Formados por iniciales de sintagmas complejos ADN (ácido desoxirribonucleico), láser, radar, sida

Según su formación

Desde el punto de vista de los mecanismos de formación léxica, los tecnicismos se generan principalmente mediante derivación (adición de prefijos y sufijos a bases léxicas: «biodegrad-able», «cromatograf-ía»), composición (combinación de dos o más raíces: «electro-cardio-grama», «termo-metro»), acronimia (formación de siglas que se lexicalizan: ADN, ARN, OVNI) y préstamo adaptado o sin adaptar. La composición culta grecolatina resulta especialmente productiva, permitiendo crear términos complejos que encapsulan gran cantidad de información conceptual: «electroencefalograma» combina «electro-» (electricidad), «encéfalo» (cerebro) y «-grama» (registro), designando así de forma sintética y precisa el registro gráfico de la actividad eléctrica cerebral.

Mecanismo de formación Proceso Ejemplos
Derivación Adición de prefijos y/o sufijos a una base léxica Biodegradable, cromatografía, neurotransmisor
Composición culta Combinación de raíces grecolatinas Electrocardiograma, termómetro, microscopio
Acronimia/Siglas Formación a partir de iniciales de un sintagma ADN, ARN, PCR (reacción en cadena de la polimerasa)
Neologismo semántico Palabra común que adquiere significado especializado Ratón (informática), ventana (informática), célula (biología)

Recurrencia léxica

El lenguaje científico presenta una marcada tendencia a la recurrencia o repetición léxica, es decir, a la reiteración de los mismos términos técnicos a lo largo del texto. Esta característica, que en otros registros podría considerarse una pobreza estilística, resulta fundamental en el discurso científico porque garantiza la coherencia terminológica y evita ambigüedades. Mientras que en la lengua literaria o periodística se busca la variación mediante sinónimos para enriquecer el estilo, en el texto científico se prefiere mantener el mismo término especializado cada vez que se hace referencia al mismo concepto. Por ejemplo, si un texto de biología celular emplea el tecnicismo «mitocondria», lo repetirá sistemáticamente en lugar de sustituirlo por sinónimos contextuales o perífrasis, asegurando así que el lector identifique siempre con precisión la entidad de la que se habla.

Recursos literarios

Aunque el lenguaje científico tiende a la literalidad y a la denotación, no está completamente desprovisto de recursos expresivos. Sin embargo, estos se emplean con funciones específicas y siempre subordinados a la claridad expositiva. La metáfora conceptual aparece ocasionalmente para facilitar la comprensión de fenómenos abstractos o complejos mediante analogías con realidades más familiares: se habla del «esqueleto» de una molécula, de «ondas» electromagnéticas, de «puentes» de hidrógeno o de «árboles» genealógicos. Estas metáforas se han lexicalizado hasta convertirse en parte del vocabulario técnico estándar. Las comparaciones también pueden utilizarse con fines didácticos o explicativos, especialmente en textos de divulgación: «el ADN funciona como un manual de instrucciones». No obstante, el uso de recursos literarios debe ser comedido y funcional, evitando la ambigüedad o la vaguedad que podrían comprometer la precisión científica.

Rasgos morfológicos y sintácticos

El nivel morfosintáctico del lenguaje científico presenta características estructurales que contribuyen a la densidad informativa, la precisión conceptual y la objetividad del discurso. Las elecciones gramaticales no son arbitrarias, sino que responden a las exigencias comunicativas propias de la transmisión de conocimiento especializado. A continuación analizaremos los rasgos más relevantes en cuanto a modificadores nominales, formas verbales y modalidad oracional.

Modificadores

Una de las características sintácticas más notables del lenguaje científico es la presencia de sintagmas nominales complejos y expandidos mediante diversos tipos de modificadores. Los adjetivos especificativos abundan para precisar las propiedades de las entidades descritas: «reacción exotérmica», «enlace covalente», «membrana semipermeable». A diferencia de los adjetivos valorativos o explicativos del lenguaje común, estos adjetivos científicos aportan información técnica imprescindible que delimita y especifica el concepto. Los complementos del nombre introducidos por preposiciones también proliferan: «velocidad de la luz», «ley de la conservación de la energía», «teoría de la relatividad». Asimismo, son frecuentes las aposiciones especificativas y las oraciones de relativo especificativas que añaden información restrictiva: «el virus VIH», «los organismos que realizan fotosíntesis». Esta acumulación de modificadores permite condensar gran cantidad de información en estructuras nominales complejas, aumentando la densidad léxica del texto.

Formas verbales

El lenguaje científico presenta preferencias marcadas en cuanto a las formas verbales empleadas. El presente de indicativo predomina ampliamente, especialmente el llamado presente atemporal o gnómico, que se utiliza para enunciar verdades científicas, leyes generales o propiedades permanentes: «El agua hierve a 100°C al nivel del mar», «Los mamíferos son animales de sangre caliente», «La fotosíntesis transforma la energía lumínica en energía química». Este uso del presente confiere universalidad y validez permanente a los enunciados científicos. En las secciones metodológicas de los artículos de investigación, puede aparecer el pretérito perfecto simple para narrar los procedimientos experimentales realizados: «Se analizaron 50 muestras», «Los resultados mostraron un incremento del 15%». También es característico el empleo de perífrasis verbales que expresan obligación, posibilidad o necesidad: «debe tenerse en cuenta», «puede observarse», «conviene señalar».

Forma verbal Función en el texto científico Ejemplos
Presente atemporal Enunciar leyes, propiedades universales «El hierro se oxida», «La luz viaja a 300.000 km/s»
Pretérito perfecto simple Narrar procedimientos experimentales «Se analizaron las muestras», «Los datos confirmaron»
Perífrasis de obligación Expresar necesidad o conveniencia «Debe tenerse en cuenta», «Hay que considerar»
Formas no personales Nominalizar acciones, crear densidad Infinitivos sustantivados: «el hervir del agua»

Modalidad oracional

En cuanto a la modalidad oracional, el lenguaje científico presenta un claro predominio de oraciones enunciativas, tanto afirmativas como negativas, coherente con su función informativa y expositiva. Las oraciones interrogativas directas son prácticamente inexistentes, aunque pueden aparecer interrogaciones retóricas en textos de divulgación o con función didáctica. Las oraciones imperativas se limitan generalmente a textos técnicos aplicados (manuales de instrucciones, protocolos) donde se dan indicaciones operativas.

Desde el punto de vista de la voz verbal, resulta característico el empleo frecuente de construcciones impersonales y pasivas que contribuyen a la objetividad del discurso eliminando o difuminando al agente. La pasiva refleja con «se» es especialmente habitual: «se observa un incremento», «se analizaron los datos», «se puede concluir que». También aparece la pasiva perifrástica («los resultados fueron analizados») y las oraciones impersonales («conviene destacar que», «resulta evidente que»). Estas estructuras permiten focalizar la atención en los procesos, fenómenos o resultados, desplazando al investigador a un segundo plano y reforzando así la apariencia de objetividad científica.

Rasgos textuales: progresión temática

El nivel textual del lenguaje científico se caracteriza por una organización rigurosa de la información que garantiza la coherencia y cohesión del discurso especializado. La progresión temática, es decir, la forma en que se organiza y desarrolla la información a lo largo del texto, sigue patrones específicos que facilitan el seguimiento del razonamiento científico. A continuación analizaremos los principales recursos textuales que articulan esta progresión.

Construcciones de carácter explicativo

El lenguaje científico hace un uso intensivo de estructuras explicativas que aclaran, definen, ejemplifican o reformulan conceptos para asegurar su comprensión. Las definiciones aparecen frecuentemente mediante estructuras copulativas o aposiciones explicativas: «La mitosis es el proceso de división celular…», «La fotosíntesis, proceso mediante el cual las plantas…». Las reformulaciones permiten presentar una misma idea con diferentes palabras para facilitar su comprensión: «La célula se divide, esto es, se reproduce originando dos células hijas». Las ejemplificaciones ilustran conceptos abstractos mediante casos concretos: «Los mamíferos, como el perro, el gato o el ser humano, son…». Las aclaraciones entre paréntesis o guiones añaden información complementaria sin interrumpir el flujo sintáctico principal. Todas estas construcciones contribuyen a la claridad expositiva y facilitan el acceso al conocimiento especializado.

Deícticos

Los deícticos, elementos lingüísticos que señalan hacia entidades del contexto, presentan un comportamiento particular en el lenguaje científico. Los deícticos personales tienden a evitarse en favor de construcciones impersonales, aunque puede aparecer el «nosotros» inclusivo con valor modalizador («como hemos visto», «podemos concluir»). Los deícticos espaciales y temporales se emplean con función textual más que referencial: «en la figura anterior», «como se verá más adelante», «hasta aquí», «a continuación». Estos deícticos textuales guían al lector en el recorrido por el texto, señalando hacia partes previas o posteriores del discurso y contribuyendo a la cohesión textual.

Marcadores discursivos

Los marcadores del discurso desempeñan un papel fundamental en la organización del texto científico, explicitando las relaciones lógicas entre las ideas y guiando la interpretación del lector. Los marcadores de ordenación estructuran la información en secuencias: «en primer lugar», «en segundo lugar», «finalmente», «por último». Los conectores aditivos añaden información: «además», «asimismo», «igualmente», «por otra parte». Los conectores contraargumentativos introducen objeciones o matizaciones: «sin embargo», «no obstante», «aunque», «a pesar de». Los conectores causales y consecutivos explicitan relaciones de causa-efecto: «porque», «ya que», «puesto que», «por tanto», «por consiguiente», «en consecuencia». Los reformuladores presentan de otro modo lo ya dicho: «es decir», «esto es», «en otras palabras», «dicho de otro modo».

Tipo de marcador Función Ejemplos
Ordenadores Estructurar la información secuencialmente En primer lugar, en segundo lugar, finalmente
Aditivos Añadir información complementaria Además, asimismo, igualmente, por otra parte
Contraargumentativos Introducir objeciones o contrastes Sin embargo, no obstante, aunque, a pesar de
Causales-consecutivos Explicitar relaciones causa-efecto Porque, ya que, por tanto, en consecuencia
Reformuladores Presentar de otro modo lo dicho Es decir, esto es, en otras palabras, dicho de otro modo
Ejemplificadores Introducir casos concretos Por ejemplo, así, como, verbigracia

Ejemplos representativos y aplicaciones prácticas

Para ilustrar de manera concreta los rasgos del lenguaje científico analizados, consideremos un fragmento típico de un manual de biología: «La fotosíntesis es el proceso mediante el cual los organismos fotosintéticos, principalmente las plantas verdes, transforman la energía lumínica en energía química. Este proceso se desarrolla en los cloroplastos, orgánulos celulares que contienen clorofila. En primer lugar, se produce la fase lumínica, en la cual la luz solar es absorbida por los pigmentos fotosintéticos. A continuación, tiene lugar la fase oscura o ciclo de Calvin, donde se sintetizan moléculas orgánicas a partir de dióxido de carbono».

En este breve fragmento podemos identificar múltiples rasgos característicos: tecnicismos grecolatinos («fotosíntesis», «cloroplastos», «clorofila»), presente atemporal («es», «transforman», «contienen»), sintagmas nominales complejos («organismos fotosintéticos», «energía lumínica», «pigmentos fotosintéticos»), construcciones pasivas reflejas («se produce», «se sintetizan»), marcadores de ordenación («en primer lugar», «a continuación») y estructuras explicativas (definición mediante «es el proceso mediante el cual», aposición explicativa «fase oscura o ciclo de Calvin»). La densidad terminológica y la precisión conceptual son evidentes, al tiempo que la estructura sintáctica y textual guía al lector en la comprensión del fenómeno descrito.

Importancia y aplicaciones en la actualidad

El dominio del lenguaje científico constituye una competencia fundamental en la sociedad contemporánea del conocimiento. En el ámbito académico, resulta imprescindible para acceder a la literatura especializada, comprender textos técnicos de las diversas disciplinas y producir trabajos de investigación que respeten las convenciones discursivas propias de cada campo científico. Los estudiantes universitarios, independientemente de su especialidad, deben desarrollar la capacidad de leer críticamente artículos científicos, manuales especializados e informes técnicos, así como de redactar textos académicos coherentes con los estándares del lenguaje científico.

En el mundo profesional, la competencia en lenguaje científico determina la eficacia comunicativa en contextos laborales técnicos: ingenieros que elaboran informes de proyectos, médicos que redactan historiales clínicos, biólogos que publican resultados de investigación, químicos que describen procesos industriales, informáticos que documentan sistemas software. La globalización científica y el predominio del inglés como lingua franca de la ciencia añaden una dimensión adicional: la necesidad de dominar el lenguaje científico también en lenguas extranjeras. Finalmente, en una época marcada por debates científicos de gran trascendencia social (cambio climático, biotecnología, inteligencia artificial), la alfabetización científica de la ciudadanía exige capacidad para comprender textos de divulgación científica y evaluar críticamente informaciones de carácter técnico, habilidades que dependen directamente del conocimiento del lenguaje científico y sus convenciones.

Conclusión integradora

El lenguaje científico constituye una variedad funcional del español caracterizada por un conjunto coherente de rasgos léxicos, semánticos, morfológicos, sintácticos y textuales que responden a las exigencias específicas de la comunicación científico-técnica. Hemos comprobado cómo el nivel léxico-semántico se caracteriza por el empleo sistemático de tecnicismos de diverso origen y formación, la recurrencia léxica que garantiza la coherencia terminológica y un uso restringido y funcional de recursos expresivos. En el nivel morfosintáctico, destacan los sintagmas nominales complejos cargados de modificadores especificativos, el predominio del presente atemporal y las formas impersonales, y la preferencia por oraciones enunciativas que contribuyen a la objetividad del discurso.

En el nivel textual, la progresión temática se articula mediante construcciones explicativas que facilitan la comprensión, deícticos con función cohesiva y, especialmente, mediante una amplia gama de marcadores discursivos que explicitan las relaciones lógicas entre las ideas y guían al lector en el seguimiento del razonamiento científico. Todos estos rasgos, lejos de ser caprichosos o arbitrarios, responden a la necesidad funcional de transmitir conocimiento especializado con precisión, claridad y objetividad, eliminando en la medida de lo posible la ambigüedad y la vaguedad que caracterizan a otros registros lingüísticos.

Comprender el lenguaje científico no solo permite acceder al conocimiento especializado de las diversas disciplinas, sino que constituye una competencia transversal fundamental para el éxito académico y profesional en la sociedad contemporánea. El estudiante que domina las convenciones del lenguaje científico está mejor preparado para enfrentarse a los textos especializados de su área de estudio, para producir trabajos académicos rigurosos y para desenvolverse con eficacia en contextos profesionales técnicos. Más allá de la mera decodificación de tecnicismos, se trata de comprender la lógica interna de un modo específico de construir y transmitir conocimiento, un modo que ha permitido a la humanidad avanzar de manera extraordinaria en la comprensión y transformación del mundo natural y social.

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Lengua y Literatura actualmente JUBILADO.
    Mí último destino fue la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevaba más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho fui asesor en varios centros del profesorado y me dediqué, entre otras cosas, a la formación de docentes; trabajé durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante estuve en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.

    Ahora, desde este retiro, soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo materiales útiles para el área de Lengua castellana y Literatura. ¡Disfrútala!

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