Contenidos del artículo
ToggleLenguaje verbal y lenguajes no verbales en la comunicación humana: relaciones y funciones
I. El lenguaje como sistema de signos
1.1 Conceptualización del lenguaje y la lengua: precisiones fundamentales
Durante prolongado tiempo, los términos lenguaje y lengua fueron utilizados indistintamente en la tradición académica, generando considerable confusión conceptual. Actualmente, la distinción fundamental establece que el lenguaje constituye una totalidad de función comunicativa, es decir, un conjunto integral de sistemas de comunicación general estructurado mediante diversas manifestaciones (dibujos, gestos, sonidos, movimientos, símbolos, procesos culturales). Según Andrés Domínguez Hidalgo, esta conceptualización moderna reconoce que la ciencia del lenguaje, es decir, el estudio riguroso de todos los instrumentos disponibles para la comunicación, recibe denominación de Semiología o Semiótica, según la tradición anglosajona. La Semiología constituye una disciplina integradora que abarca exhaustivamente todos los signos presentes en actos de comunicación, transcendiendo así la esfera meramente lingüística.
Dentro del espectro variadísimo de formas que adopta el lenguaje, una de ellas recibe la designación específica de lengua o lenguaje verbal, entendido como un sistema de comunicación realizado mediante sonidos humanos articulados. André Martinet, figura de reconocida autoridad en lingüística comparada, establece que la Lingüística constituye un estudio científico del lenguaje humano de carácter vocal y doblemente articulado, diferenciándose esencialmente de su consideración como facultad psicológica. La Lingüística moderna estudia el lenguaje como instrumento específico de comunicación, no como potencialidad innata abstracta. Así conceptualizado, el lenguaje verbal es un sistema estructurado de signos producidos de manera consciente y voluntaria, del cual se sirve el ser humano para comunicar sus ideas, emociones y deseos con propósitos comunicativos específicos.
Ferdinand de Saussure, figura fundacional de la lingüística moderna, establece conceptualizaciones de trascendencia perdurable mediante distinciones analíticas precisas. Saussure diferencia el lenguaje como capacidad de comunicación mediante signos orales y escritos del objeto auténtico de la lingüística, que es la lengua como código abstracto, social e inmaterial. Esta distinción fundamental genera la dicotomía lengua-habla: la lengua constituye el código compartido, lo estructural y sistémico; el habla representa el empleo individual e idiosincrásico de ese código en contextos específicos. Esta distinción teórica permite que la lingüística describa regularidades sistemáticas sin pretender explicar la totalidad de heterogeneidad presente en manifestaciones particulares.
1.2 Estructura sistemática del lenguaje verbal: características fundamentales
El lenguaje verbal, concebido desde perspectivas estructuralistas europeas, constituye un sistema de signos lingüísticos cuya naturaleza exige comprensión rigurosa de su operatividad. Desde esta óptica estructuralista, sistema significa un conjunto de elementos solidarios que dependen mutuamente unos de otros, resultando interdependientes por la razón fundamental de que ningún signo posee valor absoluto en aislamiento. El valor de cada signo reside precisamente en aquello que lo opone a los demás, diferenciándolo significativamente. Por ejemplo, la calificación académica «aprobado» adquiere sentido únicamente por su oposición diferencial respecto de «suspenso»; los rasgos gramaticales de género femenino significan exclusivamente en oposición contrastiva a los de género masculino. Estas y otras relaciones opositivas constituyen precisamente la estructura del lenguaje, es decir, el conjunto completo de relaciones entre signos o unidades lingüísticas que confieren coherencia sistemática.
La estructura lingüística resulta una consecuencia directa de la naturaleza misma del signo lingüístico. En las concepciones saussureanas de profunda influencia, el signo lingüístico constituye una totalidad resultante de asociación indisoluble entre una imagen acústica (significante) y un concepto mental (significado). De las múltiples características del signo lingüístico, tres merecen especial énfasis por su importancia central en la estructuración del lenguaje verbal. La estructura biplánica asocia un hecho perceptible mediante los sentidos (plano de la expresión: sonidos) con un hecho no perceptible sensorialmente (plano del contenido: imagen mental, concepto). La doble articulación constituye una característica fundamental distintiva del lenguaje humano, presentando doble posibilidad de subdividir lo que se presenta unitariamente: a nivel de significados (monemas) y a nivel de elementos sonoros carentes de significación (fonemas). La linealidad del signo indica que se sitúa temporalmente porque todo material sonoro se ordena necesariamente de manera sucesiva, pues resulta físicamente imposible emitir simultáneamente dos sonidos diferenciados.
1.3 Clasificación tipológica de signos: perspectivas analíticas
Charles Sanders Peirce desarrolla una clasificación fundamental de signos atendiendo a la naturaleza de la relación entre signo y significado. Dependiendo de esa relación constitutiva, los signos se dividen en tres tipologías esenciales. Los iconos o signos icónicos establecen una relación de semejanza directa entre el signo y el objeto representado (ejemplo: una fotografía reproduciéndose a sí misma). Los índices o signos indiciales muestran una relación de efectualidad causal, donde la presencia del signo evidencia necesariamente la presencia del objeto (ejemplo: el humo indicando la presencia de fuego). Los símbolos o signos simbólicos son signos por convención social, existiendo series de reglas arbitrarias para su empleo correcto (ejemplo característico: las palabras de cualquier lengua natural).
Hierro propone una clasificación complementaria considerando múltiples criterios de diferenciación. Atendiendo a la naturaleza del emisor, distingue signos humanos y no humanos. Respecto al origen, diferencia signos naturales (dados en la naturaleza) de signos culturales (producidos por agentes inteligentes). Según la estructura constitutiva, clasifica signos verbales (que poseen doble articulación) de signos no verbales (carentes de tal propiedad). Integrando perspectivas peirceanas, establece una adaptación clasificatoria que diferencia vestigios o índices (signos causales), imágenes o iconos (signos por semejanza), y símbolos (signos convencionales). Esta multiplicidad de criterios revela la naturaleza compleja y multidimensional de los sistemas semiológicos, mostrando que un mismo objeto puede clasificarse de formas distintas según el criterio selectivo.
II. El lenguaje verbal: características, universales y funciones
2.1 Manifestaciones del lenguaje verbal y universales lingüísticos
La función comunicativa constituye una característica fundamental de los sistemas de signos, aunque esta función no es privativa exclusiva del lenguaje humano. Diversos sistemas de comunicación animal (danza de las abejas, sistema de alarmas de primates) cumplen funciones comunicativas efectivas, siendo objeto de estudio de una disciplina especializada denominada zoosemiótica. Respecto al lenguaje verbal humano, aunque su manifestación primaria es oral, el lenguaje escrito constituye una representación derivada de ese lenguaje oral fundamental. Debe enfatizarse que el lenguaje verbal no agota las posibilidades de comunicación sonora humana: ejemplos significativos los constituyen lenguajes silbados, como el empleado históricamente en la isla canaria de La Gomera, donde el lenguaje articulado es sustituido por combinaciones sistemáticas de silbidos convencionales.
Las diferentes lenguas humanas (idiomas específicos) constituyen manifestaciones distintas de la capacidad de realización del lenguaje abstracto humano. Charles Hockett identifica una serie de universales lingüísticos —características gramaticales presentes en todas las lenguas conocidas, aunque no estrictamente necesarias—. Estos universales incluyen: presencia de elementos deícticos (pronombres, demostrativos, adverbios pronominales) que permiten referencia contextual; existencia de elementos conectivos carentes de denotación cuya función consiste en relacionar elementos semánticamente plenos; empleo de nombres propios; distinción sistemática entre predicados mondicos (un argumento) y polidicos (múltiples argumentos); estructura bipartita básica de cláusulas con tema y comentario; dos niveles fundamentales de estructuración gramatical —nivel morfológico (estructura de palabras) y nivel sintáctico (combinación de palabras)—. La universalidad de estas características revela la profunda unidad estructural subyacente a la diversidad superficial observable.
2.2 Funciones del lenguaje verbal: de la antigüedad clásica a las teorías modernas
El estudio de las funciones del lenguaje verbal posee raíces históricas profundas remontándose a la antigüedad clásica. Aristóteles atribuía al lenguaje funciones representativa y expresiva. Posteriormente, Tomás de Aquino establecía funciones indicativa, imperativa y optativa, otorgando prioridad conceptual a la función indicativa en su esquema jerárquico. En la época moderna, los precedentes intelectuales resultan extraordinariamente numerosos: Meinong, operando desde concepciones psicologistas, distingue funciones de expresión y significación, pero otorga primacía a la intención significativa actual del hablante. Para Marty, la significación no constituye una pura representación objetiva, sino que posee sentido teleológico (finalidad orientadora). Croce y Vossler dirigieron atención especial hacia el valor estético de la expresión, constituyéndose así en precedentes de la función estética que posterior teoría formaliza.
Halliday propone una estructuración tripartita contemporánea de las funciones del lenguaje que resulta de influencia considerable. Identifica función ideativa para la expresión que el hablante posee del mundo exterior e interior; función interpersonal para la interacción comunicativa con otros individuos; función textual como los medios de que dispone el lenguaje para establecer correspondencias coherentes en el seno del discurso o texto. Esta clasificación trina de Halliday integra aspectos cognitivos, sociales y estructurales simultáneamente. Debe reconocerse que la anterior concepción de la función de comunicación concebida como única y totalizadora resulta fundamentalmente incompleta por su unidimensionalidad. Como establece certeramente Roman Jakobson, aunque la función de comunicación interpersonal es muy importante, tal vez la función primaria en términos de desarrollo ontogenético, esta función se complementa necesariamente con otra no menos importante: la comunicación intrapersonal.
2.3 Crítica de la concepción unívoca de comunicación y ampliación funcional
Ernest Cassirer propone una reconceptualización profunda de la comunicación lingüística mediante teoría que integra dimensiones intrapersonales y extrapersonales. Para Cassirer, la comunicación constituye una operación activa mediante la cual se establece nexo significativo entre imágenes mentales o realidad configurada internamente y el mundo exterior e interior al comunicante. Esta concepción trifásica del proceso comunicativo integra: la experiencia sensible (datos perceptivos), la configuración mental de esa realidad (representación cognitiva), y la comunicación de esa configuración a otros (exteriorización). Cassirer amplía radicalmente la visión heredada al afirmar que el papel del lenguaje no es solamente de contacto pasivo con el mundo circundante, sino que el lenguaje determina activamente nuestra imagen del universo. En consecuencia, el lenguaje no constituye una mera transmisión inerte de información, sino que configura los marcos de referencia cognitivos mediante los cuales aprehendemos la realidad.
André Martinet, lingüista de reconocida autoridad, sostiene que la función esencial del instrumento que es la lengua definitivamente es la de la comunicación mutua. Sin embargo, Martinet añade con precisión que debe tenerse en cuenta que el lenguaje ejerce otras funciones además de asegurar la comprensión mutua. Primero, el lenguaje sirve como soporte del pensamiento, hasta el punto de que resulta cuestionable si una actividad mental a la que faltara el marco de una lengua merecería propiamente la denominación de pensamiento. Segundo, existe una función expresiva mediante la cual el hombre emplea la lengua para analizar lo que siente sin preocupación excesiva por las reacciones de oyentes potenciales, encontrando en ella el medio de afirmarse ante sí mismo y ante otros. Tercero, existe posibilidad de reconocer una función estética del lenguaje, aunque resulta extraordinariamente difícil analizar, dado que se entremezcla estrechamente con funciones comunicativas y expresivas.
2.4 Las seis funciones del lenguaje según Jakobson
Roman Jakobson desarrolla una sistematización de las funciones del lenguaje con claridad excepcional. En 1960, Jakobson intenta organizar metódicamente seis funciones del lenguaje basándose en un esquema de comunicación que integra seis factores constitutivos de todo proceso lingüístico: hablante (emisor), tema (contexto), mensaje (contenido transmitido), contacto (canal de transmisión), lengua (código compartido), oyente (receptor). A cada uno de estos seis factores del acto verbal de comunicación corresponde específicamente una función diferenciada del lenguaje.
La función expresiva centra el mensaje sobre el hablante, tratando de comunicar la actitud subjetiva del emisor frente al tema; se denomina también función emotiva o emocional. La función declarativa (referencial, representativa, lógica o cognoscitiva) pone de relieve el mundo de objetos y hechos externos que circundan al hombre, actuando cuando empleamos lenguaje para formular aserciones, dar noticias o pedir información mediante preguntas. La función poética (también función estética) se produce cuando el lenguaje llama atención específicamente sobre el mensaje mismo, enfatizando aspectos formales sobre contenidos referenciales. La función fática (función de contacto) sirve para indicar que la comunicación entre interlocutores no se ha cortado, que el circuito de comunicación permanece funcionando, manifestándose típicamente en conversaciones telefónicas y ordinarias.
La función metalingüística se realiza cuando empleamos el lenguaje para hablar explícitamente del lenguaje mismo, creando bucles autorreferenciales característicos. Finalmente, la función impresiva (conativa, apelativa o mágica) centra el enunciado en el oyente, tratando de influir en él induciendo a actuar en la dirección que marca el hablante. Esta clasificación jakobsoniana de seis funciones representa una aportación de considerable sistematicidad teórica, permitiendo análisis multidimensional de actos comunicativos complejos donde típicamente operan simultáneamente múltiples funciones entrelazadas, nunca una única función.
2.5 La triple estructura de la comunicación humana
Durante el proceso de adquisición lingüística, simultáneamente que el niño adquiere los elementos estrictamente lingüísticos del lenguaje verbal (fonética, morfología, sintaxis, vocabulario de su idioma específico), asimila toda una serie de elementos paralinguísticos: modificaciones de la voz, chasquidos de la lengua, respiración controlada, entre otros elementos, así como la relación que estos elementos mantienen con el mensaje que quiere transmitir. Estos elementos paralinguísticos conforman lo que se denomina paralenguaje. Al lenguaje verbal y al paralenguaje se suma un repertorio completo de gestos, posturas corporales, expresiones faciales, que forman parte de lo que se denomina kinésica. De este modo, la triple estructura básica del discurso se compone de: lenguaje verbal, paralenguaje y kinésica.
Para ilustrar la complejidad de esta triple estructura, consideremos un simple enunciado como «¡Ah, no lo sabía!». Este acto de habla aparentemente simple integra simultáneamente: en el plano lingüístico la estructura gramatical y la secuencia fonética; en el paralenguaje el alargamiento de la vocal «a» que expresa sorpresa; en la kinésica el levantamiento de cejas y movimiento negativo de la cabeza. La distancia que media entre interlocutores —proximidad o alejamiento, es decir, mayor o menor contacto físico—, así como relaciones espaciales generales del individuo con lo que le rodea, constituye un factor llamado proxemia que determina significativamente la actitud de los participantes comunicativos. Además operan condicionantes térmicos, químicos y dérmicos (lágrimas, rubor) que el niño también incorpora conscientemente al contexto comunicativo.
III. Lenguajes no verbales: paralenguaje, kinésica y sistemas autónomos
3.1 El paralenguaje: características, tipología y funciones comunicativas
El paralenguaje se configura mediante signos no estrictamente lingüísticos pero profundamente ligados al lenguaje oral. Constituye una serie de indicios reveladores de estados de ánimo, edad, sexo, cultura y personalidad del hablante. Las pausas, la velocidad e intensidad de articulación, rasgos fónicos peculiares, todo aquello que caracteriza el mensaje lingüístico propio de cada hablante más allá de la secuencia lingüística puramente dicha, integra el sistema paralingüístico. Fernando Poyatos define el paralenguaje como las cualidades no verbales de la voz y sus modificadores y las emisiones independientes cuasilexicales, así como los silencios momentáneos que utilizamos consciente o inconscientemente para apoyar, contradecir o matizar los signos verbales, kinésicos, proxémicos y otros, simultáneamente o alternando con ellos.
Las cualidades no verbales y modificadoras del paralenguaje pueden ser de cuatro tipos diferenciados. Las cualidades primarias son las más próximas a elementos suprasegmentales de una estructura lingüística, caracterizando a cada individuo, condicionadas por factores biológicos (sexo, edad), fisiológicos, psicológicos y ocupacionales. Incluyen: timbre (que depende de la longitud y grosor de cuerdas vocales), resonancia (farngea, oral o nasal), intensidad o volumen, velocidad del enunciado, tono (agudo o grave), campo entonativo, duración silábica y ritmo. Los calificadores constituyen diferentes tipos de voz según diversos controles respiratorios y articulatorios. Los diferenciadores modifican cualitativamente palabras mediante reacciones fisiológicas y emocionales (risa, llanto, grito, suspiro). Los alternantes incluyen onomatopeyas y cuasipalabras (bisbiseos, gruidos).
3.2 La kinésica: movimiento, gesto y significación corporal
El término kinésica (o cinésica), derivado del griego kinesis (movimiento), fue acuñado por Ray Birdwhistell en 1964. Esta disciplina especializada analiza los valores significativos de movimientos gestuales, posturas corporales, expresiones faciales y todo movimiento o gesto del cuerpo capaz de comportar significación comunicativa. Estos signos pueden ser de carácter visual (gestos), auditivo (aplausos), táctil (abrazos) o cinestsico propiamente dicho (donde un objeto actúa como mediador y canal). Los signos kinésicos resultan extraordinariamente difíciles de clasificar, pues se sitúan en el límite entre lo espontáneo, lo instintivo y lo culturalmente adquirido. Con frecuencia su intención comunicativa tampoco resulta fácilmente determinable, aunque usualmente mantienen una congruencia con lo expresado mediante lenguaje verbal simultáneamente.
La kinésica, en relación dialéctica con el lenguaje verbal, sirve para duplicarlo simultáneamente, repetir lo que se dice con las palabras, debilitarlo, contradecirlo o camuflarlo convencionalmente. Las funciones principales de las posturas y gestos adoptados durante una conversación incluyen: sustituir a las palabras; marcar y enfatizar palabras; señalar referentes ausentes o presentes; imitar movimientos y sonidos; dar forma visual a cualidades abstractas; dibujar en el aire o sobre una superficie el contorno de un referente específico. Cuando los gestos o posturas no necesitan de otra parte del cuerpo u objeto para realizarse, se denominan libres (movimientos oculares, de cabeza). Si se produce un contacto específico, se llaman trabados.
3.3 Otros sistemas no verbales: pictogramas, ideogramas y códigos autónomos
Existen tipos de lenguaje no verbal cuyos signos poseen una autonomía real respecto al lenguaje hablado, como ideogramas, pictogramas y sistemas convencionales de representación gráfica (figuras, diagramas, gráficas, mapas cartográficos). Pierre Guiraud, en su tratamiento de códigos paralinguísticos, distingue analíticamente entre relevos de la lengua y sustitutos de la lengua. Los relevos de la lengua incluyen diferentes alfabetos (escritura alfabética, braille), sistema marinero con banderas, alfabeto digital de sordomudos, diversos códigos criptogrficos reemplazando letras por cifras. Los sustitutos de la lengua son códigos autónomos completamente: ideogramas, jeroglíficos, pictogramas que funcionan como sistemas independientes del lenguaje articulado.
Los pictogramas constituyen dibujos figurativos que expresan un contenido semántico simple o complejo. El grado de iconicidad resulta una característica inherente. Ejemplos contemporáneos incluyen cómics, historietas, chistes gráficos. Los pictogramas funcionaron históricamente como precursores de la escritura actual. Otto Neurath en 1920 sintetizó una primera tentativa de crear un código universal mediante un sistema denominado ISOTYPE (International System of Typographic Picture Education), cuyos pictogramas fueron utilizados posteriormente en 1977 para regularizar universalmente el tráfico rodado. Los ideogramas son signos representativos de conceptos que se captan directamente, sin necesidad de convertirlos en palabras. Se caracterizan por su universalidad, economía del significante y rapidez de interpretación. Configuran un auténtico lenguaje universal, siendo más simbólicos y convencionales que pictogramas, con menor iconicidad. Ejemplos abundan: signos de transporte ferroviario y aéreo, señales de tráfico, símbolos de guías turísticas (cuchillo, tenedor, estrellas hoteleras), cartografía, símbolos químicos y matemáticos, logotipos comerciales.
Bibliografía
- Cassirer, Ernst: Filosofía de las formas simbólicas. México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1971. Análisis fundamental de función determinante del lenguaje en configuración de imagen del universo y estructuración del pensamiento.
- Domínguez Hidalgo, Andrés: Iniciación a las estructuras lingüísticas. México D.F., Porrúa, 1975. Exposición clara de distinciones fundamentales entre lenguaje, lengua y habla, estableciendo base conceptual para semiología moderna.
- Guiraud, Pierre: La semiología. México D.F., Siglo XXI, 1972. Trabajo comprehensivo sobre distinción entre relevos y sustitutos de lengua, códigos paralinguísticos y sistemas semióticos autónomos.
- Jakobson, Roman: Ensayos de lingüística general. Barcelona, Seix Barral, 1975. Sistematización clásica de seis funciones del lenguaje basada en análisis riguroso de factores constitutivos del proceso comunicativo.
- Martinet, André: Elementos de lingüística general. Madrid, Gredos, 1974. Definición fundamental de lenguaje verbal como un sistema estructurado de signos doblemente articulado, con énfasis en funciones múltiples del lenguaje.
- Poyatos, Fernando: La comunicación no verbal. Madrid, Itsmo, 1994. Análisis exhaustivo de paralenguaje, kinésica y proxemia como sistemas integrales de comunicación humana multidimensional.
- Saussure, Ferdinand de: Curso de lingüística general. Buenos Aires, Losada, 1973. Obra fundacional que establece distinciones críticas lengua-habla y conceptualización del signo lingüístico biplánico, base del pensamiento estructuralista.
- Birdwhistell, Ray L.: Introduction to Kinesics. Louisville, University of Louisville, 1952. Trabajo pionero que funda una disciplina de kinésica como análisis sistemático de significación de gestos y movimientos corporales.
- Hierro, José: Principios de filosofía del lenguaje: teoría de los signos. Madrid, Alianza Editorial, 1980. Sistematización comprehensiva de clasificaciones múltiples de signos según diversos criterios analíticos complementarios.
Pulsa para más...
Te interesará para tus clases.
Autor
-
Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Lengua y Literatura actualmente JUBILADO.
Mí último destino fue la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevaba más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho fui asesor en varios centros del profesorado y me dediqué, entre otras cosas, a la formación de docentes; trabajé durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante estuve en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.Ahora, desde este retiro, soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo materiales útiles para el área de Lengua castellana y Literatura. ¡Disfrútala!
Ver todas las entradas





