Álora, la bien cercada,
tú que estás a par del río,
cercote el adelantado
una mañana en domingo,
con peones y hombres de armas
hecho la había un portillo.
Viérades moros y moras
que iban huyendo al castillo;
las moras llevaban ropa,
los moros, harina y trigo.
Por encima del adarve
su pendón llevan tendido.
Allá detras de una almena
quedádose ha un morillo
con una ballesta armada
y en ella puesta un cuadrillo.
Y en altas voces decía
que la gente lo ha oído:
-¡Tregua, tregua, adelantado,
que tuyo se da el castillo!
Alzó la visera arriba,
para ver quién lo había dicho,
apuntáralo a la frente,
salídole ha el colodrillo.
Tómale Pablo la rienda,
de la mano Jacobico,
que eran dos esclavos suyos
que había criado de chicos.
Llévanle a los maestros,
por ver si le dan guarido.
A las primeras palabras
por testamento les dijo
que él a Dios se encomendaba
y el alma se le ha salido.
Romancero viejo
Autor del audio: Víctor Villoria