Todos mis amantes han ido muriendo. La vida tiene estas cosas, coloca en el camino de cada uno barreras que se salvan con esfuerzo hasta que una más, un cáncer, una carretera o un dolor en el pecho, se convierte en definitiva y ya no puedes seguir. Y ellos, uno a uno, se han ido rindiendo. Los quise a todos, y aún los sigo amando; me pregunto si yo también me mantuve en su memoria, si me recordaron con afecto hasta la hora de su muerte. Porque necesito que sea así. Ayer olvidé el nombre de uno de ellos y aún no ha vuelto a mi memoria; aún guardo el sentimiento de amor por él, eso sí, pero no recuerdo su nombre ni cómo le llamaba. Y eso es lo más duro, darme cuenta de que, poco a poco, irán desapareciendo también de mi vida como las hojas de los árboles en otoño. No puedo consentirlo; no puedo dejar que el tiempo me abandone a la soledad. Por eso he decidido que esta noche será la última noche, dejaré que acunen mi sueño por última vez y, mañana, sencillamente, no despertaré.
- Villoria, Adela. El corazón y la palabra (Spanish Edition) (pp. 15-16). Letra minúscula. Edición de Kindle.
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Autor del audio: Víctor Villoria
Licencia: CC BY-ND