Contenidos del artículo
ToggleAnónimo
Soneto a Cristo crucificado
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Soneto a Cristo crucificado
1. Contexto y origen
El “Soneto a Cristo crucificado”, conocido por su primer verso “No me mueve, mi Dios, para quererte”, es una de las cumbres de la poesía mística en español y de la literatura religiosa del Siglo de Oro. Su autoría es anónima, aunque se ha atribuido a figuras como San Juan de Ávila, Miguel de Guevara, Lope de Vega, entre otros, pero ninguna atribución es definitiva. El poema aparece por primera vez impreso en el siglo XVII y ha sido ampliamente difundido y estudiado por su profundidad espiritual y su perfección formal.
2. Escenario y voz poética
El poema se sitúa en el espacio íntimo de la meditación y la contemplación ante Cristo crucificado. No hay un escenario físico detallado, sino una atmósfera de recogimiento y diálogo interior. El hablante poético se dirige directamente a Dios, estableciendo una relación personal y sincera, propia de la poesía devocional. La voz es la de un creyente que reflexiona sobre las motivaciones más profundas de su fe y su amor a Cristo.
3. Estructura y técnica
El poema es un soneto, compuesto por dos cuartetos y dos tercetos de versos endecasílabos. Su construcción es rigurosa y clásica, con una dicción clara y directa. El uso de la anáfora (“No me mueve…”, “Muéveme…”) y del paralelismo (“que, aunque no hubiera Cielo, yo te amara, / y, aunque no hubiera Infierno, te temiera”) refuerza la intensidad emocional y la lógica interna del poema.
4. Temas principales y simbolismo
- Amor puro y desinteresado: El núcleo del poema es la afirmación de un amor a Dios que no depende de la esperanza de recompensa (el Cielo) ni del temor al castigo (el Infierno). El yo lírico declara que su amor es movido únicamente por la contemplación del sacrificio de Cristo en la cruz, por su sufrimiento y su entrega.
- Ágape y Contrarreforma: El poema encarna la idea del ágape cristiano, el amor incondicional y absoluto, que fue central en la espiritualidad de la Contrarreforma española. Se trata de amar a Dios por sí mismo, no por interés, lo que supone una superación de la lógica humana y una entrega total.
- Contemplación y unión mística: El soneto avanza desde la negación de motivos interesados, pasando por la contemplación del Cristo sufriente, hasta la afirmación final de un amor que no espera nada a cambio. El proceso es el de la meditación que lleva a la contemplación y, finalmente, a la unión mística.
- Técnica barroca y profundidad psicológica: El poema utiliza recursos barrocos como la repetición y la paradoja (“aunque no hubiera cielo, yo te amara”), logrando una expresión de gran naturalidad y detenimiento psicológico. El hablante se examina a sí mismo y expone su fe sin fisuras ni concesiones.
5. Ruptura de la lógica humana
El soneto desafía la lógica natural del amor humano, que suele buscar reciprocidad o recompensa. Aquí, el amor es absoluto, no condicionado por la esperanza o el miedo. Se trata de un amor que “mueve” al alma solo por la contemplación del sacrificio y el amor de Cristo, lo que representa la cima de la espiritualidad cristiana.
6. Actualidad y legado
Este poema sigue siendo recitado, estudiado y admirado en el mundo hispano, tanto por creyentes como por amantes de la poesía. Su mensaje de amor incondicional y su perfección formal lo han convertido en uno de los sonetos más memorables y universales de la literatura española.
“La insistencia de mostrar un amor desligado de cualquier expectativa o remuneración ha alcanzado su punto más alto y en eso precisamente radica la belleza del soneto, pues va en contra de toda lógica ya que el amor humano siempre espera retribución. Así, el Cristo vejado en la cruz mueve al hablante a apartarse de sus cimientos, de su fundación natural, hasta el punto de no pedir recompensa.”
Autor
-
Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!
Ver todas las entradas