El Quijote

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By Miguel Castro Vidal

EL QUIJOTE

Introducción

Aun a riesgo de ser excesivamente subjetivo me gustaría comenzar esta exposición comentando cuál ha sido mi experiencia como lector de la obra que nos ocupa. Confieso que mi primera lectura íntegra de El Quijote fue, por suerte o por desgracia, bastante tardía, concretamente no se produjo hasta el primer curso de la universidad. Por aquel entonces, yo profesaba cierto escepticismo acerca del sentido de ese término que tanto utilizamos en literatura. Me refiero al término clásico. La dificultad para encontrar entre mis lecturas, un clásico que no hubiese acusado, en mayor o menor medida, el paso del tiempo, me llevaron a la posmoderna conclusión de que, más que obras imperecederas, los clásicos eran libros acerca de los cuales se han escrito otros libros. Fue entonces cuando leí el Quijote y caí, por primera vez, en la cuenta de mi error. En aquel libro encontré, además de pasajes que me hicieron reír a carcajadas, una modernidad apabullante. Algunos artificios narrativos de Borges, el modelo evidente de geniales antihéroes contemporáneos a la manera de Ignatius Reilly, la metaliteratura que tanto valoramos en obras más recientes… ya aparecían en aquel libro que rondaba los cuatrocientos años.

El Quijote ha sido editado en todas las lenguas del planeta. Esto y la infinita bibliografía crítica que ha suscitado, son pruebas inequívocas de su categoría de clásico.

Sin embargo, el testimonio más significativo de su inmenso valor está en el propio texto y en el hecho de que, a pesar del tiempo, haya conservado su efectividad cara al lector actual, y en su inagotable capacidad para sugerir y admitir nuevas interpretaciones.

Con el Quijote nace, en rigor, la novela moderna.

La aparición de El Quijote

Como sabemos, El Quijote se publicó en dos partes. La primera edición de la que tenemos noticia cierta es la de 1605, producida en la imprenta de Juan de la Cuesta en Madrid. Esta primera edición de la primera parte, gozó de una inmensa popularidad desde el momento de her publicación. En vida de Cervantes se tradujo al francés y al inglés y fue reeditada en 16 ocasiones.

La segunda parte ve la luz en 1615, un año después de la aparición de una continuación espúrea de la primera parte, a cargo de un tal Avellaneda.

Los biógrafos suelen apuntar que, al redactar El Quijote, Cervantes rondaba los 50 años de una vida hasta entonces dominada por el fracaso. Como soldado, su carrera se había truncado tras perder una mano en la batalla de Lepanto, y padecer cautiverio en Argel.

Parece ser que su matrimonio fue otra frustración. Su oficio como comisario real de Abastos le conduciría de nuevo en 1592 a prisión. Finalmente, como escritor, sólo había conseguido publicar La Gal4tea y algunos versos de mayor o menor fortuna. Sus contemporáneos no esperaban de él una obra de tanto éxito como El Quijote, no extrañan, por consiguiente, reacciones de envidia entre sus colegas como la de Lope de Vega que en una de sus cartas declaraba: Ninguno hay tan malo como Cervantes, ni tan necio que alabe El Quijote.

En definitiva, Cervantes, un fracasado en todos los aspectos de su vida, compone una obra paródica y, en vez de salirle un texto sarcástico y veng4tivo, le brota una obra cuajada de humor y melancólica comprensión que nada tiene que ver con la burla corrosiva y, a menudo despiadada, que proliferaba en los escritores de su época. Este es, sin duda, un mérito añadido a la genialidad de El Quijote.

Fuentes y génesis de El Quijote

Sin dejar de lado interpretaciones más trascendentales, es evidente que El Quijote surge, como declaró el propio Cervantes, con la intención de desautorizar y parodiar los libros de caballerías. Las fuentes de este procedimiento paródico han sido identificadas por la crítica con relativa facilidad y son de dos tipos:

  • Fuentes originales, es decir, los propios libros de caballerías de los que Cervantes realizará una mimesis distorsionada, una subversión. Amadís y El Tirant lo Blanch.
  • Fuentes paródicas, como El entremés de los romances (anónimo del siglo XVI, primeros VI capítulos), o Le Macherronee de Teófilo Folengo. También una obra de Franco Sachettti. Naturalmente los protagonistas grotescos y planos de estas obras precedentes, nada tienen que ver con la profunda humanidad del Hidalgo manchego.

Otras influencias que se han tenido en consideración son:

  • Para el tema de la locura and de la alternancia de la realidad y la fantasía: Elogio de la locura, de Erasmo y Orlando furioso de Ariosto.
  • En el realismo antiheroico: La Celestina y El Lazarillo.
  • En los fragmentos bucólicos: La Diana de Montemayor y La Arcadia de Sannazaro.

Por lo que respecta al proceso de creación de la obra, a su plan original, existe la teoría, secundada por muchos críticos, de que El Quijote fue concebido en un principio como una novela corta, al modo de las Ejemplares, que abarcaría los VI primeros capítulos de la obra, es decir la primera salida de Don Quijote.

Argumento y estructura

El Quijote, como parodia que es de los libros de caballerías, tiene una estructura típica de relato itinerante. Es lo que Kaiser denomina, una novela de espacio. El argumento se fundamenta en tres salidas del protagonista en busca de aventuras (la primera de ellas sin Sancho). Cada una de estas salidas presenta, como dice Casalduero, una estructura circular que sigue el siguiente esquema: salida-aventuras-regreso.

Las relaciones entre los protagonistas y sus propias personalidades, se modifican y adquieren nuevos matices en el transcurso de estas aventuras.

Las tres salidas de las que hemos hablado se reparten en las dos partes que componen la novela. La primera parte abarca las dos primeras salidas y la segunda parte, la última, que culmina con la recuperación de la cordura de Don Quijote y su muerte.

Las dos partes de la obra han suscitado por parte de la crítica diversas valoraciones, si bien, la postura más extendida considera de superior calidad la segunda, atendiendo a su construcción más lograda y unitaria. Ambas partes forman una unidad merced al carácter itinerante de la acción que se mantiene, la continuidad estilística y temática, y, lógicamente, la comparecencia de los mismos protagonistas. Sin embargo, entre ambas partes existen varias diferencias:

  • Para empezar hay una diferencia en cuanto al título: El ingenioso hidalgo / El ingenioso caballero.
  • La primera parte aparece dividida en cuatro partes, la segunda no presenta divisiones internas.
  • La primera transcurre en un escenario eminentemente rural, en la segunda proliferan los ambientes palaciegos y urbanos.
  • En la segunda se reduce notablemente la dosis de palos.
  • En la segunda hay una narración alternante de las peripecias que Don Quijote y Sancho viven por separado (ínsula).
  • En la segunda ya no es Don Quijote el único responsable, por alucinación, de las fantasías, sino que son otros personajes, como los duques, quienes las urden para burlarse de él.
  • Es mucho más patente la dimensión trágica de Don Quijote.
  • Finalmente, las interpolaciones de historias secundarias se realiza de un modo diferente en la 2ª parte.

Con respecto a este último asunto parece necesario precisar. En la 1ª parte Cervantes inserta varias narraciones que en algún caso no tienen nada que ver con la acción principal, tal es el caso de la novela de El curioso impertinente. Estas interpolaciones son muestras de algunos de los géneros narrativos de entonces: pastoril (Cardenio y Luscinda), histórico-morisca (El cautivo) o italiana (curioso). La inserción de estos relatos responde según los críticos a dos intenciones: conferir variedad a la narración y aumentar el realismo de los personajes al capacitarlos para narrar.

La unidad de la obra no hay que buscarla en el argumento, si así fuera quedaría reducida to a una sucesión de aventuras, la unidad estriba en la unidad psicológica.

Para cerrar el apartado de la estructura de El Quijote es imprescindible hacer referencia al punto de vista del narrador. El Quijote es el primer ejemplo de una de las técnicas más usadas por la novela moderna: el perspectivismo. El Quijote es un cuento de un cuento. Desde el principio el primer narrador está contando lo que otro contó. En la pelea de Don Quijote con el vizcaíno la acción se detiene puesto que el primer narrador carece de documentación para seguir escribiendo. Es entonces cuando emprende una búsqueda en la que encontrará los originales que había traducido del árabe el 2º narrador: los cartapacios de Cide Hamete Benengueli. Hay así, tres instancias narrativas, el narrador, el traductor y Cide Hamete Benengueli.

La locura de Don Quijote y la posición de Sancho ofrecen al lector versiones dispares de la realidad. Y aún hay más, en la segunda parte los propios personajes han leído la historia de Don Quijote, de la que hablan y hacen comentarios críticos. Es en definitiva un juego de niveles de ficción muy complejo que, como señala Borges en su artículo magias parciales de El Quijote, no deja de ser inquietante si los personajes de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros sus lectores podemos ser ficticios.

Los personajes

Es asombrosa la riqueza y la profundidad con la que están trazados los dos protagonistas de la obra. Con el devenir de la acción ambos se van enriqueciendo y cargando de nuevos matices. Son en definitiva personajes en evolución. Un indicio de su riqueza es el hecho de que hayan sido objeto de estudio del psicoanálisis. El propio Freud se había interesado por ellos, atendiendo a las transferencias que entre ellos se producen a lo largo de la obra.

Don Quijote, concretamente, es un personaje creado por otro personaje: Alonso Quijano. Según muchos críticos es posible que en su confección hubiera influido el análisis de los tipos de humor de Huarte de San Juan. Por sus características somáticas el personaje pertenecería al tipo colérico en el que predominan el calor, la sequedad y la propensión a la mon3omanía. El primer rasgo que se nos impone del personaje es su locura. Una locura muy peculiar en la que existen abundantes peculiaridades. Sus interpretaciones distorsionadas de la realidad coexisten con una lucidez y un buen juicio asombrosos. Así se le define como: un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo, ya le tenía por cuerdo ya por loco. A esto hay que unir una bondad moral que contrasta con el entorno, en muchos casos, sórdido que le rodea. El hecho de que sea un loco quien mayor integridad moral presente resulta de una ironía demoledora. Otro aspecto de gran interés es la evolución hacia el desengaño y, significativamente, la cordura y la muerte que el personaje sufre a lo largo de la obra. Es en definitiva una figura tragicómica de humanidad entrañable.

En la crítica más tradicional era habitual presentar a Sancho como contrafigura de su señor, ello es cierto pero con matizaciones. Como contrafigura que es Sancho presenta la misma complejidad que su opuesto. Sancho no es simplemente el gordo opuesto al flaco, el cobarde opuesto al valiente y el materialista opuesto al idealista. En él también hay varias facetas y vaivenes.

Efectivamente su saber es empírico y de sentido común (refranes) por oposición al libresco de su señor, sus motivaciones son materiales pero no a lo largo de toda la obra. Como ya destacó D. Alonso hay en la obra un proceso de Quijotización de Sancho, se contagia de su lenguaje y, para justificar su servicio a Don Quijote, trata de creer en las fantasías caballerescas del hidalgo. Por otra parte llega un momento en que su servicio a Don Quijote responde, más que a intereses económicos, to a la fraternidad que entre ellos existe. También se le ha caracterizado por sus cortas miras y su cobardía. Respecto a lo primero hay que decir que la incultura de Sancho es evidente pero esta no está reñida con su inteligencia, que queda suficientemente demostrada en su ejercicio como gobernador de la ínsula fingida. Su cobardía tampoco es tan notoria como se ha dicho, Sancho prefiere no asumir riesgos pero cuando pisan su dignidad se revela. Ejemplos de ello son la pe4lea con el escudero del caballero del bosque, o contra el propio Quijote cuando éste pretende azotarlo sin razón.

Con respecto to los personajes secundarios, estos son caracterizados con más nitidez cuanto más relacionados estén con la trama central. Hay secundarios inolvidables como Maritornes con la que se desarrollan algunos de los pasajes más divertidos de la obra. Todos los estratos de la sociedad (personajes históricos Roque Guinart y Ginés de Pasmontes) de entonces, están presentes en un retrato de asombrosa complejidad en el que nunca se cae en el maniqueísmo. Y a través del cual se ejerce una crítica inteligente y comprensiva de la época.

Estilo y lenguaje

Lo primero que hay to comentar es que El Quijote is un libro eminentemente humorístico, decir esto no supone, ni mucho menos, soslayar el componente trágico. Lo trágico no está reñido con el humor, puesto que el humor es una categoría que trasciende, aunque la contenga, la comicidad. Como decía Kierkegaard, los chistes del humorista son los hijos de su propio dolor. Dos recursos estilísticos conforman el humorismo de El Quijote: la parodia y la ironía.

La parodia se lleva a cabo mediante lo que los formalistas rusos llaman extrañamiento. Se insertan costumbres y formas de conducta anacrónicas y fuera de lugar en un entorno que nada tiene que ver con lo caballeresco. En el nivel lingüístico la parodia se percibe en la reproducción del lenguaje típicamente caballeresco del protagonista y en la imitación distorsionada que de este registro perpetra Sancho.

La ironía, tanto en su vertiente cómica como trágica se haya presente a lo largo de toda la obra. Ironía trágica o tragicómica, la hay en el pasaje en el que Don Quijote discurre acerca de la locura, proponiéndose imitar la locura de Roldán para impresionar a su dama, esto produce en el lector, que sabe que está loco, una mezcla de risa y amargura.

Otro rasgo estilístico muy destacable es la variedad de registros lingüísticos (arcaísmos, cultismos y vulgarismos) que conviven en el libro adecuándose, ya a la caracterización social de los personajes, ya a los diferentes modos de la narración en la que se alternan varios géneros: pastoril, caballeresco, histórico-morisco, costumbrista.

Es muy destacable el papel desempeñado por el diálogo como recurso individualizador de los personajes. Del uso del diálogo y la variedad de registros empleados se desprende una textura estilística caracterizada por el dinamismo. La riqueza del lenguaje y la variedad de recursos utilizados confieren a la prosa de Cervantes una calidad inigualable. Entre los recursos más utilizados:

  • Tópicos y frases hechas descontextualizados y rotos paródicamente: tomar la ocasión por las guedejas por el refrán la ocasión la pintan calva.
  • Uso de refranes y juegos de palabras formulas de tratamiento cómicas: Pues voto a tal, don hijo de la puta, don Ginesillo de Paropillo.
  • Uso de la antítesis, el paralelismo y la sinonimia reiterativa como recurso de claridad y expresividad, el zeugma.
  • Metáforas populares y secularización: Apenas si puse mano a mi tizona cuando me santiguaron los hombros con sus pinos.
  • Dobles sentidos.
  • Ent3recruzamiento de estilos.
  • Paronomasias: Que era verdad toda aquella maquina de sonadas soñadas invenciones.
  • Neologismos humorísticos: El bosqueril escudero… Y su narigante escudero.

El sentido de El Quijote

El sentido recto de la obra es, como declara el propio Cervantes, parodiar y desautorizar los libros de caballerías. Esto es lo que vieron en él los lectores del XVII y el XVIII, un libro de entretenimiento, cuyo mayor valor residía en lo divertido de las situaciones que pintaba. Las interpretaciones trascendentalistas vienen de la mano del Romanticismo, que consideraba al hidalgo encarnación del idealismo y a Sancho del materialismo. Otra interpretación trascendentalista considera la obra una expresión crítica de la decadencia de la España de entonces. La grandeza de El Quijote reside precisamente en su capacidad para sugerir estas y muchas otras interpretaciones. Es un perfecto retrato de la complejidad de la realidad.

Influencia de El Quijote

Como ya hemos dicho el éxito de la obra llega desde el mismo momento de su publicación hasta nuestros días. No es extraño por ello que desde un primer momento fuera imitado. El caso más flagrante de esta imitación es el de El Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda. No se conoce la identidad de este autor, se considera la posibilidad de que fuera cercano al círculo de Lope de Vega, pues en el prólogo se deshace en elogios hacia el fénix y en insultos hacia Cervantes. En su obra se continúan las andanzas de Don Quijote. Con mucho menos acierto de lo que lo había hecho su creador. La crítica no le niega cierta habilidad narrativa pero es evidente el empobrecimiento de los personajes, sobre todo de Sancho, y la facilidad y vulgaridad del humor, escatológico en muchos casos.

Otros descendientes:

  • Don Pascual de Rábano, entremés anónimo.
  • Don Quijote de la Mancha, de Guillem de Castro.
  • En el siglo XVIII español y europeo, las imitaciones se suceden to y también en el Romanticismo.
  • La obra de Cervantes no sólo ha sido recreada en literatura, también en música: Teleman, Falla. Y en pintura: Dalí. Don Quijote alcanza la categoría de mito.

Autor

  • miguel castro

    Miguel Castro Vidal es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo y profesor de enseñanza secundaria. Ha trabajado como preparador en CEN oposiciones (Madrid) y como profesor de ELE en el Estado de Luisiana durante siete años (cursos 2004-2005 y cursos 2009-2015). Profesor, antiguo socio y cofundador de Casa de España, New Orleans LLC, ha colaborado con Santillana en la elaboración del libro de texto Fans del Español Middle School. En los últimos tiempos, ha dedicado parte de sus energías y esfuerzos a la dinamización cultural y la animación a la lectura desde el ámbito de la biblioteca escolar. Ha sido responsable del Plan Lector del IES San Cristóbal de los Ángeles (Madrid) y coordina, desde 2018, el Proyecto de Biblioteca Escolar “Leonautas” de su centro, el IES Leopoldo Alas “Clarín” (Oviedo).

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