El texto. Definición y tipos. 2025

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By Víctor Villoria

El texto. Definición y tipos

Definición de texto y características esenciales

La Real Academia Española define el texto como un “enunciado o conjunto coherente de enunciados orales o escritos”. Esta definición, aunque concisa, encierra la complejidad de una unidad comunicativa que trasciende la simple concatenación de palabras. El texto representa la materialización lingüística de una intención comunicativa específica, donde cada elemento contribuye a la construcción de un significado global y unitario.

En términos más amplios, podemos entender el texto como una unidad comunicativa completa que posee autonomía semántica y que está configurada por una serie de enunciados organizados de manera coherente para transmitir un mensaje determinado. Esta unidad se caracteriza por su capacidad de generar sentido a través de la interrelación de sus componentes internos y su adecuación al contexto comunicativo en el que se produce.

Un aspecto fundamental para comprender la naturaleza textual radica en reconocer que no todos los conjuntos de oraciones constituyen un texto. Para que una secuencia de enunciados alcance la categoría textual, debe cumplir con una serie de requisitos que garanticen su funcionamiento como unidad comunicativa efectiva. Estos requisitos se articulan en torno a tres propiedades fundamentales que analizaremos detalladamente.

Las propiedades fundamentales del texto

Todo texto genuino debe manifestar tres propiedades esenciales que garantizan su efectividad comunicativa: adecuación, coherencia y cohesión. Estas propiedades no funcionan de manera aislada, sino que se complementan para crear una unidad comunicativa eficaz.

La adecuación constituye la propiedad que asegura que el texto sea apropiado para la situación comunicativa en la que se produce. Un texto adecuado se ajusta perfectamente al emisor que lo produce, al receptor al que se dirige, a la intención comunicativa perseguida y al canal de transmisión empleado. Por ejemplo, no utilizaríamos el mismo registro lingüístico para dirigirnos a un amigo que para redactar una solicitud formal dirigida a una institución oficial.

La coherencia representa la propiedad semántica que garantiza la unidad de sentido del texto. Un texto coherente mantiene una progresión temática lógica, donde todas las ideas se subordinan a un tema central y se desarrollan de manera ordenada y consistente. Esta propiedad se manifiesta en tres niveles: global (unidad temática general), lineal (progresión ordenada de las ideas) y local (relaciones semánticas entre enunciados consecutivos).

Finalmente, la cohesión engloba los mecanismos lingüísticos que conectan las diferentes partes del texto. Mientras la coherencia se refiere al sentido, la cohesión atiende a los recursos gramaticales y léxicos que establecen vínculos formales entre los enunciados: pronombres, conectores, repeticiones léxicas, sustituciones y mecanismos de referencia.

Clasificación de los textos

La diversidad textual existente en el universo comunicativo ha motivado el desarrollo de múltiples sistemas clasificatorios que permiten organizar y comprender mejor las distintas manifestaciones textuales. No existe una clasificación única y definitiva, sino que cada criterio taxonómico responde a necesidades analíticas específicas y ofrece perspectivas complementarias sobre la naturaleza textual.

Los criterios clasificatorios más relevantes para el análisis textual son cuatro: el canal de transmisión, el registro empleado, la organización del contenido y el tipo de lenguaje utilizado. Cada uno de estos criterios arroja luz sobre aspectos específicos de la configuración textual y permite establecer tipologías útiles para la comprensión y el análisis de los textos.

Según el canal de transmisión

El canal de transmisión constituye uno de los factores más determinantes en la configuración textual, estableciendo diferencias fundamentales entre dos grandes categorías: textos orales y textos escritos.

Los textos orales se caracterizan por su transmisión de viva voz y presentan características específicas derivadas de la inmediatez comunicativa. Entre sus rasgos más destacados encontramos:

  • Mayor espontaneidad y expresividad que los textos escritos
  • Apoyo fundamental en elementos paralingüísticos como entonación, gestos y contexto situacional compartido
  • Tendencia a ser menos explícitos debido a la situación compartida entre emisor y receptor
  • Mayor presencia de elementos deícticos y referencias al contexto inmediato

Dentro de los textos orales, podemos establecer una subdivisión importante entre textos conversacionales y textos formales. Los conversacionales, como una charla entre amigos, no están regulados, pueden contener repeticiones e incoherencias, y frecuentemente incluyen alusiones directas al emisor, receptor y contexto. Los textos orales formales, como un debate o una conferencia, están más regulados y estructurados, cumpliendo funciones específicas como exponer, convencer o entretener.

Los textos escritos, por su parte, se transmiten a través de la escritura en formato físico o digital. Sus características distintivas incluyen:

  • Menor espontaneidad y mayor elaboración previa
  • Necesidad de ser más explícitos y detallados al no contar con el contexto situacional inmediato
  • Mayor planificación estructural y organización formal
  • Permanencia temporal que permite la revisión y relectura

Ejemplos representativos de textos escritos incluyen cartas, noticias, ensayos, novelas y artículos académicos. Es importante señalar que algunos textos presentan características híbridas, como las conferencias académicas, que aunque se transmiten oralmente, suelen seguir patrones estructurales propios de los textos escritos.

Según el registro empleado

El registro lingüístico determina el grado de formalidad con que nos expresamos y se define como la forma en que usamos un idioma según el contexto sociocultural, las costumbres y la situación comunicativa. Este criterio establece una clasificación fundamental entre textos formales e informales.

Los textos de registro formal se emplean en contextos que exigen mayor distancia comunicativa y respeto protocolar. Sus características principales incluyen:

  • Impersonalidad y ausencia de emotividad excesiva
  • Uso de un léxico variado y preciso, evitando repeticiones y digresiones
  • Construcción de oraciones complejas ceñidas a las normas gramaticales
  • Empleo de mecanismos de cortesía: uso de “usted”, enunciados interrogativos en lugar de imperativos, expresiones como “por favor” o “disculpe”
  • Organización lógica de los enunciados y control del lenguaje gestual en la comunicación oral

Este registro es apropiado para solicitudes de empleo, cartas de reclamación, comunicados oficiales, artículos académicos, informes y correspondencia profesional.

Los textos de registro informal se caracterizan por un uso más familiar y espontáneo de la lengua. Sus rasgos distintivos son:

  • Uso espontáneo sin elaboración previa excesiva
  • Gran variedad de recursos expresivos y emotivos
  • Expresión de afinidad y afecto mediante hipocorísticos y expresiones emotivas
  • Organización subjetiva y pronunciación relajada
  • Empleo de muletillas, repeticiones y vocativos
  • Sintaxis tendente a la simplicidad

Este registro es habitual en conversaciones entre familiares, amigos, mensajes en redes sociales, comunicaciones por mensajería instantánea y situaciones comunicativas de confianza.

Según la organización del contenido

La organización del contenido textual da lugar a lo que tradicionalmente se conoce como modalidades textuales o modos del discurso. Esta clasificación atiende a las diferentes estrategias que emplea el emisor para estructurar y presentar la información, estableciendo cinco modalidades fundamentales: narración, descripción, exposición, argumentación y diálogo.

La modalidad narrativa se caracteriza por presentar una serie de acontecimientos reales o ficticios de forma sucesiva. Toda narración plasma una transición temporal de un estado de cosas a otro, articulada en torno a elementos como narrador, personajes, espacio, tiempo y acción. Los textos narrativos abarcan desde cuentos y novelas hasta noticias periodísticas y relatos históricos. Su rasgo distintivo radica en la temporalidad y la causalidad que vincula los eventos narrados.

La modalidad descriptiva tiene como finalidad presentar los rasgos o características de una persona, animal, objeto, lugar o proceso. Se distingue entre descripción técnica, que enfatiza la exactitud de los datos, y descripción literaria, donde las descripciones son más personales y subjetivas. Los textos descriptivos pueden encontrarse en catálogos, guías turísticas, reportes científicos y obras literarias.

La modalidad expositiva tiene como objetivo explicar o informar sobre un tema de manera objetiva. Se caracteriza por la presentación clara y ordenada de información, evitando las opiniones personales del autor. Su estructura típica incluye introducción, desarrollo y conclusión. Los textos expositivos son frecuentes en manuales educativos, enciclopedias, artículos divulgativos y trabajos académicos.

La modalidad argumentativa pretende convencer al receptor mediante la presentación de argumentos o razones que apoyen una tesis determinada. Se estructura en torno a una hipótesis central que se defiende mediante pruebas, ejemplos y razonamientos lógicos. Esta modalidad es característica de artículos de opinión, ensayos, discursos políticos y textos publicitarios.

Finalmente, la modalidad dialógica reproduce conversaciones entre dos o más interlocutores. Puede presentarse en estilo directo, transcribiendo literalmente las intervenciones, o en estilo indirecto, integrando las palabras de los participantes en el discurso del narrador. Esta modalidad es fundamental en obras teatrales, entrevistas y textos conversacionales.

Es importante señalar que muchos textos combinan varias modalidades. Por ejemplo, un reportaje periodístico puede incluir secuencias narrativas para relatar los hechos, descriptivas para caracterizar personas y lugares, expositivas para explicar antecedentes, y dialógicas para incorporar testimonios.

Según el lenguaje utilizado

El tipo de lenguaje empleado constituye otro criterio fundamental para la clasificación textual, estableciendo diferencias significativas entre los textos según el grado de especialización terminológica y el nivel de formalización lingüística. Esta clasificación permite distinguir entre lenguaje general, lenguaje especializado y lenguaje formalizado.

Los textos de lenguaje general emplean el registro estándar de la lengua, comprensible para la mayoría de hablantes cultos. Utilizan un vocabulario común, estructuras sintácticas habituales y no requieren conocimientos especializados para su comprensión. Son ejemplo de esta categoría los textos literarios narrativos, artículos periodísticos generales, correspondencia personal y textos divulgativos.

Los textos de lenguaje especializado o técnico-científico se caracterizan por el empleo de una terminología específica de un área del conocimiento. Entre sus rasgos más destacados encontramos:

  • Vocabulario unívoco y monosémico: uso de tecnicismos que no toleran polisemia, sinonimia ni homonimia
  • Objetividad: empleo de un lenguaje neutro y denotativo que evita la subjetividad
  • Precisión y claridad: uso de una sintaxis esquemática con oraciones simples y ausencia de adornos retóricos
  • Universalidad: empleo de convenciones terminológicas reconocidas internacionalmente
  • Creación de neologismos por composición y derivación, junto con préstamos léxicos de otros idiomas

Estos textos van dirigidos a receptores expertos en la materia tratada y resultan de difícil comprensión para quienes no conocen la terminología especializada. Son ejemplo de esta categoría los artículos científicos, manuales técnicos, informes de investigación y documentos especializados de diferentes disciplinas.

Los textos de lenguaje formalizado representan el máximo grado de especialización lingüística. Cada ciencia o disciplina posee su sistema específico de signos: formulaciones químicas, signos matemáticos, diagramas, esquemas de análisis, etc. Con estos sistemas formalizados se logra una máxima objetividad y valor denotativo, constituyendo códigos convencionales, unívocos y monosémicos que evitan completamente las imprecisiones y la ambigüedad.

Ejemplos representativos y aplicaciones prácticas

Para ilustrar de manera práctica las clasificaciones textuales estudiadas, resulta fundamental analizar ejemplos concretos que demuestren cómo se materializan en la realidad comunicativa los criterios teóricos expuestos.

Un artículo periodístico informativo constituye un ejemplo paradigmático de texto escrito, con registro formal moderado, modalidad expositiva y lenguaje general. Su estructura responde a la pirámide invertida, organizando la información desde lo más relevante hacia los detalles secundarios. La objetividad constituye su rasgo fundamental, evitando opiniones personales del redactor y centrándose en los hechos verificables.

Una conversación telefónica entre amigos representa, por el contrario, un texto oral, de registro informal, con modalidad dialógica y lenguaje general. Su estructura es flexible, admite digresiones temáticas, emplea abundantes referencias deícticas y se apoya en el contexto situacional compartido por los interlocutores.

Un manual de instrucciones técnico ejemplifica perfectamente los textos escritos con registro formal, modalidad expositiva-prescriptiva y lenguaje especializado. Su organización secuencial responde a la lógica operativa del proceso descrito, empleando terminología técnica específica y estructuras sintácticas imperativas que guían la acción del receptor.

Una novela literaria combina modalidades narrativa y descriptiva, emplea registro estándar con elevación estilística, se transmite por canal escrito y utiliza lenguaje general enriquecido con recursos estético-literarios. Su estructura responde a convenciones genéricas específicas del tipo de narración desarrollada.

Un artículo científico representa el ejemplo más claro de texto especializado: emplea registro formal estricto, modalidad expositiva, canal escrito y lenguaje técnico-científico. Su estructura sigue convenciones académicas establecidas (introducción, metodología, resultados, discusión, conclusiones) y su terminología responde a las exigencias de precisión y univocidad propias del discurso científico.

Importancia y aplicaciones en la comunicación contemporánea

El dominio de las clasificaciones textuales trasciende el ámbito puramente académico para constituirse en una competencia comunicativa fundamental en la sociedad contemporánea. La capacidad para reconocer, analizar y producir diferentes tipos textuales determina en gran medida la efectividad de nuestras interacciones comunicativas en los diversos contextos sociales, profesionales y académicos.

En el ámbito educativo, la comprensión de las tipologías textuales permite desarrollar estrategias diferenciadas de lectura y escritura según el tipo de texto abordado. No empleamos las mismas técnicas para leer un artículo científico que para disfrutar de una novela, ni aplicamos idénticos criterios para redactar un ensayo argumentativo que para elaborar un informe técnico.

En el contexto profesional, la adecuación textual resulta determinante para el éxito comunicativo. La elección apropiada del registro, la modalidad discursiva y el tipo de lenguaje puede marcar la diferencia entre una comunicación efectiva y un malentendido que comprometa objetivos laborales o institucionales.

En el ámbito de las tecnologías digitales, la proliferación de nuevos géneros textuales (correos electrónicos, mensajes instantáneos, publicaciones en redes sociales, blogs) ha enriquecido considerablemente el panorama tipológico, creando híbridos comunicativos que combinan características de diferentes modalidades tradicionales.

La competencia textual se revela, en definitiva, como una habilidad transversal que impacta positivamente en el desarrollo personal, académico y profesional de los individuos. Su cultivo sistemático contribuye al fortalecimiento de la expresión oral y escrita, al desarrollo del pensamiento crítico y a la mejora de las habilidades de comprensión lectora en contextos cada vez más complejos y diversificados.

Conclusión

El estudio del texto como unidad comunicativa fundamental revela la extraordinaria complejidad y riqueza de los mecanismos que regulan nuestras interacciones lingüísticas cotidianas. Hemos constatado que la textualidad no surge espontáneamente de la mera concatenación de oraciones, sino que requiere la confluencia de propiedades específicas —adecuación, coherencia y cohesión— que garanticen la efectividad comunicativa.

Las clasificaciones textuales analizadas —según el canal de transmisión, el registro empleado, la organización del contenido y el tipo de lenguaje— no constituyen compartimentos estancos, sino perspectivas complementarias que enriquecen nuestra comprensión de la diversidad textual. Cada criterio clasificatorio aporta información valiosa sobre aspectos específicos de la configuración textual, permitiendo un análisis más preciso y matizado de las producciones comunicativas.

La relevancia de este conocimiento se extiende más allá del ámbito académico para incidir directamente en nuestras competencias comunicativas cotidianas. En una sociedad caracterizada por la multiplicidad de canales comunicativos y la diversidad de contextos interactivos, la capacidad para reconocer, interpretar y producir textos adecuados a cada situación comunicativa se revela como una habilidad fundamental para el éxito personal, académico y profesional.

El dominio de las tipologías textuales invita a profundizar en el análisis de las nuevas modalidades comunicativas emergentes en el entorno digital, a explorar las implicaciones pedagógicas de estas clasificaciones para la enseñanza de la lengua, y a desarrollar estrategias cada vez más sofisticadas para optimizar nuestra efectividad comunicativa en los contextos más diversos.

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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