Églogas

Las tres églogas, compuestas por el autor durante su estancia en Nápoles y consideradas lo mejor de su obra, no fueron escritas en el orden en que las conocemos.

En la Égloga primera, escrita, sin embargo, en segundo lugar, intervienen dos pastores: Salicio, y Nemoroso; el primero se siente rechazado por Galatea y el segundo, Nemoroso, llora la muerte de Elisa. Está generalmente asumido que ambos personajes son desdoblamientos del propio Garcilaso que los utiliza para describir dos momentos amorosos de una misma relación. Esta égloga -según Rafael Lapesa- constituye la cima poética de Garcilaso, no desde el punto de vista solamente técnico sino desde el punto de vista del sentimiento que se expresa con precisión y sinceridad y rompe definitivamente con las convenciones amorosas del amor cortés.

La Égloga segunda es más extensa y gira en torno al sentimiento amoroso del pastor Albanio tras el que, probablemente, se esconda la figura del Duque de Alba aunque no sea esta una identificación generalmente aceptada.

En la Égloga tercera, de gran perfección estilística, destaca sobre todo el tema mitológico: tres ninfas tejen en distintos tapices algunas escenas mitológicas relacionadas con amores mitológicos célebres, mientras una cuarta representa en un tapiz la muerte de una compañera, Elisa, que bien puede tratarse de Isabel Freire. Termina con la aparición de dos pastores que exaltan a sus respectivas amadas. Es un canto amebeo o alternado en que cada cual expresa su sentir; el poeta juega con los paralelismos y contrastes que se establecen entre ambos parlamentos.