Historia de una escalera. Textos

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By Víctor Villoria

Historia de una escalera. Textos

Los tres fragmentos seleccionados permiten observar los temas principales de la obra: el amor, las aspiraciones, la frustración y la repetición de los ciclos vitales.

Texto 1. El sueño de escapar y el amor juvenil

En este primer fragmento, Fernando y Carmina, dos jóvenes del barrio, expresan sus sentimientos y sus deseos de cambiar su vida. Fernando se siente ahogado por la pobreza y la rutina del barrio. Le pide a Carmina que lo ayude, que lo quiera y lo consuele, porque solo así cree que podrá salir adelante. Cuando Carmina le pregunta por Elvira (otra joven del vecindario), Fernando se alegra, interpretando que Carmina está celosa y, por tanto, que lo quiere. Ambos ríen y se muestran felices, imaginando un futuro mejor.

Fernando sueña en voz alta: quiere estudiar, trabajar mucho, progresar y sacar a Carmina de la pobreza. Habla de convertirse en delineante, aparejador, ingeniero e incluso escritor. Carmina, ilusionada, imagina la felicidad que podrían alcanzar juntos. Sin embargo, la escena termina con un accidente: Fernando derrama una lechera, lo que simboliza cómo la realidad (la pobreza, la rutina, los pequeños dramas cotidianos) interrumpe los sueños y las ilusiones.

Fernando. — ¡Qué nos importa! Carmina, por favor, créeme. No puedo vivir sin ti. Estoy desesperado. Me ahoga la ordinariez que nos rodea. Necesito que me quieras y que me consueles. Si no me ayudas, no podré salir adelante.

Carmina. — ¿Por qué no se lo pides a Elvira?

(Pausa. Él la mira, excitado y alegre.)

Fernando. — ¡Me quieres! ¡Lo sabía! ¡Tenías que quererme! (Le levanta la cabeza. Ella sonríe involuntariamente.) ¡Carmina, mi Carmina!

(Va a besarla, pero ella le detiene.)

Carmina. — ¿Y Elvira?

Fernando. — ¡La detesto! Quiere cazarme con su dinero. ¡No la puedo ver!

Carmina. — (Con una risita.) ¡Yo tampoco!

(Ríen, felices.)

Fernando. — Ahora tendría que preguntarte yo: ¿Y Urbano?

Carmina. — ¡Es un buen chico! ¡Yo estoy loca por él! (Fernando se enfurruña.) ¡Tonto!

Fernando. — (Abrazándola por el talle.) Carmina, desde mañana voy a trabajar de firme por ti. Quiero salir de esta pobreza, de este sucio ambiente. Salir y sacarte a ti. Dejar para siempre los chismorreos, las broncas entre vecinos… Acabar con la angustia del dinero escaso, de los favores que abochornan como una bofetada, de los padres que nos abruman con su torpeza y su cariño servil, irracional…

Carmina. — (Reprensiva.) ¡Fernando!

Fernando. — Sí. Acabar con todo esto. ¡Ayúdame tú! Escucha: voy a estudiar mucho, ¿sabes? Mucho. Primero me haré delineante. ¡Eso es fácil! En un año… Como para entonces ya ganaré bastante, estudiaré para aparejador. Tres años. Dentro de cuatro años seré un aparejador solicitado por todos los arquitectos. Ganaré mucho dinero. Por entonces tú serás ya mi mujercita, y viviremos en otro barrio, en un pisito limpio y tranquilo. Yo seguiré estudiando. ¿Quién sabe? Puede que para entonces me haga ingeniero. Y como una cosa no es incompatible con la otra, publicaré un libro de poesías, un libro que tendrá mucho éxito…

Carmina. — (Que le ha escuchado extasiada.) ¡Qué felices seremos!

Fernando. — ¡Carmina!

(Se inclina para besarla y da un golpe con el pie a la lechera, que se derrama estrepitosamente. Temblorosos, se levantan los dos y miran, asombrados, la gran mancha blanca en el suelo.)

TELÓN

Texto 2. La aceptación y la resignación

En este segundo fragmento, Urbano, otro joven del barrio, le confiesa su amor a Carmina. Urbano es un obrero humilde, sin grandes aspiraciones, pero que quiere proteger a Carmina y a su madre de las privaciones. Le dice que la quiere desde hace años y que haría todo lo posible por hacerla feliz. Carmina, al principio, duda y piensa en quedarse soltera, pero finalmente acepta la propuesta de Urbano, agradecida por su bondad y su deseo de cuidarla.

Urbano reconoce sus limitaciones (“no soy más que un obrero”), pero también su deseo de superarse por amor. Carmina, al final, llora y se refugia en sus brazos, aceptando ser su novia.

Urbano. — ¡Espera, por favor! (Llevándola al «casinillo.») Carmina, yo…, yo te quiero. (Ella sonríe tristemente.) Te quiero hace muchos años, tú lo sabes. Perdona que te lo diga hoy: soy un bruto. Es que no quisiera verte pasar privaciones ni un solo día. Ni a ti ni a tu madre. Me harías muy feliz si…, si me dijeras… que puedo esperar. (Pausa. Ella baja la vista.) Ya sé que no me quieres. No me extraña, porque yo no valgo nada. Soy muy poco para ti. Pero yo procuraría hacerte dichosa. (Pausa.) No me contestas…

Carmina. — Yo… había pensado permanecer soltera.

Urbano. — (Inclinando la cabeza.) Quizá continúas queriendo a algún otro…

Carmina. — (Con disgusto.) ¡No, no!

Urbano. — Entonces, es que… te desagrada mi persona.

Carmina. — ¡Oh, no!

Urbano. — Ya sé que no soy más que un obrero. No tengo cultura ni puedo aspirar a ser nada importante… Así es mejor. Así no tendré que sufrir ninguna decepción, como otros sufren.

Carmina. — Urbano, te pido que…

Urbano. — Más vale ser un triste obrero que un señorito inútil… Pero si tú me aceptas yo subiré. ¡Subiré, sí! ¡Porque cuando te tenga a mi lado me sentiré lleno de energías para trabajar! ¡Para trabajar por ti! Y me perfeccionaré en la mecánica y ganaré más. (Ella asiente tristemente, en silencio, traspasada por el recuerdo de un momento semejante.) Viviríamos juntos: tu madre, tú y yo. Le daríamos a la vieja un poco de alegría en los años que le quedasen de vida. Y tú me harías feliz. (Pausa.) Acéptame, te lo suplico.

Carmina. — ¡Eres muy bueno!

Urbano. — Carmina, te lo ruego. Consiente en ser mi novia. Déjame ayudarte con ese título.

Carmina. — (Llora refugiándose en sus brazos.) ¡Gracias, gracias!

Urbano. —(Enajenado.) Entonces… ¿Sí? (Ella asiente.) ¡Gracias yo a ti! ¡No te merezco!

Texto 3: La repetición de los ciclos y los prejuicios

En este tercer fragmento, la acción se traslada a una generación posterior. Fernando, hijo de Fernando y Elvira, está enamorado de Carmina, hija de Carmina y Urbano. Los padres le prohíben que esté con ella, alegando rencores y prejuicios del pasado. Fernando, hijo, no entiende por qué no puede estar con Carmina, ya que él la quiere y no comprende los motivos de sus padres.

Los padres, especialmente Elvira, se muestran intransigentes y no quieren explicar los motivos reales de su prohibición. Fernando, padre, intenta mediar, pero finalmente el hijo, vencido, entra en casa sin comprender por qué no puede estar con la chica que ama.

 

Fernando, Hijo. — Papá, no es cierto que me estuviera besando con Carmina.

(Empieza a subir.)

Fernando. — ¿Estabas con ella?

Fernando, Hijo. — Sí.

Fernando. — ¿Recuerdas que te hemos dicho muchas veces que no tontearas con ella?

Fernando, Hijo. — (Que ha llegado al rellano.) Sí.

Fernando. — Y has desobedecido…

Fernando, Hijo. — Papá… Yo…

Fernando. — Entra. (Pausa.) ¿Has oído?

Fernando, Hijo. —(Rebelándose.) ¡No quiero! ¡Se acabó!

Fernando. — ¿Qué dices?

Fernando, Hijo. — ¡No quiero entrar! ¡Ya estoy harto de vuestras estúpidas prohibiciones!

Fernando. — (Conteniéndose.) Supongo que no querrás escandalizar para los vecinos…

Fernando, Hijo. — ¡No me importa! ¡También estoy harto de esos miedos! (Elvira, avisada sin duda por Manolín, sale a la puerta.) ¿Por qué no puedo hablar con Carmina, vamos a ver? ¡Ya soy un hombre!

Elvira. — (Que interviene con acritud.) ¡No para Carmina!

Fernando. — (A Elvira.) ¡Calla! (A su hijo.) Y tú, entra. Aquí no podemos dar voces.

Fernando, Hijo. — ¿Qué tengo yo que ver con vuestros rencores y vuestros viejos prejuicios? ¿Por qué no vamos a poder querernos Carmina y yo?

Elvira. — ¡Nunca!

Fernando. — No puede ser, hijo.

Fernando, Hijo. — Pero ¿por qué?

Fernando. — Tú no lo entiendes. Pero entre esa familia y nosotros no puede haber noviazgos.

Fernando, Hijo. — Pues os tratáis.

Fernando. — Nos saludamos, nada más. (Pausa.) A mí, realmente, no me importaría demasiado. Es tu madre…

Elvira. — Claro que no. ¡Ni hablar de la cosa!

Fernando. — Los padres de ella tampoco lo consentirían. Puedes estar seguro.

Elvira. — Y tú debías ser el primero en prohibírselo, en vez de halagarle con esas blanduras improcedentes.

Fernando. — ¡Elvira!

Elvira. — ¡Improcedentes! (A su hijo.) Entra, hijo.

Fernando, Hijo. — Pero, mamá… Papá… ¡Cada vez lo entiendo menos! Os empeñáis en no comprender que yo… ¡no puedo vivir sin Carmina!

Fernando. — Eres tú el que no nos comprendes. Yo te lo explicaré todo, hijo.

Elvira. — ¡No tienes que explicar nada! (A su hijo.) Entra.

Fernando. — Hay que explicarle, mujer… (A su hijo.) Entra, hijo.

Fernando, Hijo. —(Entrando, vencido.) No os comprendo… No os comprendo…

(Cierran, Pausa. Trini y Rosa vuelven de la compra.)

Visión general de la obra a partir de los tres fragmentos

A partir de estos tres fragmentos, podemos extraer una visión general de Historia de una escalera:

  1. La escalera como símbolo: Es el espacio donde se desarrollan las vidas de los personajes y donde se repiten los mismos conflictos y sueños.
  2. El deseo de cambio: Los jóvenes quieren escapar de la pobreza y de la rutina, pero chocan con la realidad social y económica.
  3. La resignación y la aceptación: Algunos personajes, como Urbano, aceptan su destino y buscan la felicidad en lo cotidiano.
  4. La repetición de los ciclos: Los conflictos y los prejuicios se transmiten de padres a hijos, lo que impide que las nuevas generaciones rompan el ciclo de frustración.
  5. El amor y la frustración: El amor es un motor de esperanza, pero también de dolor, especialmente cuando choca con los prejuicios y las limitaciones sociales.

Los tres fragmentos nos muestran cómo el amor, la frustración y la repetición de los ciclos vitales son temas universales que siguen vigentes en cualquier época. La obra, a través de sus personajes y de la escalera como símbolo, nos enseña que, aunque la vida puede ser dura, siempre hay lugar para la esperanza y la lucha por una vida mejor.

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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