Teorías lingüísticas actuales. 2025

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By Víctor Villoria

Contenidos del artículo

Teorías Lingüísticas Actuales: Estructuralismo, Generativismo y Nuevas Orientaciones

I. La Lingüística Moderna

1.1 Características fundamentales de la lingüística moderna como ciencia

La lingüística moderna constituye una ruptura epistemológica radical respecto a los estudios lingüísticos precientíficos, estableciendo como cimientos el rigor metodológico, el análisis descriptivo y una orientación empírica sobre objetos de estudio lingüísticos verificables. Esta transformación fundamental, iniciada con Ferdinand de Saussure en el siglo XX, marca la transición desde una aproximación normativa basada en la prescripción gramatical hacia un enfoque descriptivo centrado en el descubrimiento de las estructuras subyacentes del lenguaje. La lingüística científica moderna rechaza los presupuestos heredados de tradiciones anteriores, tales como la superioridad arbitraria de la lengua escrita sobre la hablada, la falta de rigor observacional sistemático y el predominio de análisis diacrónicos desvinculados del estudio sincrónico de los sistemas lingüísticos.

Esta nueva orientación implica la adopción de una metodología experimental rigurosa, análoga a la utilizada en las ciencias naturales, que exige la observación controlada, la formulación de hipótesis verificables y la construcción de marcos teóricos sistemáticos capaces de explicar fenómenos lingüísticos complejos. El investigador moderno en lingüística debe ceñirse a hechos sensorialmente perceptibles, evitando especulaciones no fundamentadas o suposiciones carentes de base empírica. Esta exigencia de objetividad científica transforma el estatuto epistemológico de la disciplina, confiriéndole legitimidad académica equiparable a la de otras ciencias consolidadas y permitiendo así el diálogo interdisciplinario con campos afines como la psicología, la antropología o la neurología.

La constitución de la lingüística como ciencia autónoma implica, paradójicamente, una delimitación de su objeto de estudio. La lengua como sistema abstracto se convierte en el foco principal de investigación, diferenciándose claramente del habla, que constituye su realización concreta. Esta distinción teórica, introducida por Saussure, permite aislar los elementos sistemáticos y regulares del lenguaje de sus manifestaciones particulares, heterogéneas e impredecibles. Al concentrarse en la lengua como sistema inmanente de relaciones, la lingüística moderna puede identificar patrones organizativos, principios combinatorios y estructuras profundas que subyacen a la multiplicidad empírica de los actos de habla individuales.

La prioridad metodológica de la sincronía sobre la diacronía representa otro pilar fundamental de este nuevo paradigma científico. Mientras que el análisis histórico-comparativo predominaba en la lingüística del siglo XIX, la perspectiva moderna postula que la comprensión del funcionamiento presente de una lengua es lógicamente anterior y epistemológicamente más fundamental que su reconstrucción histórica. Esta inversión de prioridades no implica la negación de la diacronía, sino su reinterpretación como una sucesión de estados sincronía ordenados temporalmente. Al asumir que cada momento de una lengua constituye un sistema coherente en sí mismo, la lingüística moderna se dota de herramientas conceptuales para analizar sistemas lingüísticos extintos o lenguas aborígenes contemporáneas sin necesidad de información histórica contrastable.

1.2 Prioridad metodológica de la lengua hablada frente a la lengua escrita

La lingüística moderna establece como prioritario el estudio de la lengua oral, frente al énfasis tradicional en textos escritos y canónicos. Esta reorientación se fundamenta en razones que trascienden la mera preferencia investigadora: la oralidad constituye la manifestación temporal anterior de cualquier lengua, tanto filogénetica como ontogénicamente, y representa la modalidad de comunicación más primitiva desde la cual evolucionó secundariamente la escritura. En términos de adquisición individual, los hablantes nativos aprenden la lengua fundamentalmente mediante interacción oral, sin necesidad de instrucción formal o acceso a textos escritos, lo que evidencia que la oralidad constituye la dimensión lingüística psicológicamente más natural y cognitivamente fundamental.

Desde la perspectiva de la evolución sistemática lingüística, la lengua hablada refleja con mayor fidelidad los procesos reales de cambio lingüístico, transformación gramatical y renovación léxica. La escritura, por el contrario, al cristalizar estructuras en forma gráfica, tiende a preservar formas antiguas y a mantener convenciones normatizadas que pueden no reflejar el estado actual del sistema lingüístico vivo. Las discrepancias observables entre ortografía y pronunciación fonética en cualquier lengua moderna —que la gramática tradicional catalogaba como «incorrecciones»— revelan precisamente este desfase: representan datos valiosísimos que demuestran cómo la evolución oral avanza más rápidamente que su codificación escrita normativizada. Estos fenómenos de variación, lejos de constituir deficiencias sistemáticas, se convierten en material investigativo fundamental para comprender la dinámica real de las lenguas naturales.

La lengua hablada posee una riqueza expresiva y naturalidad inherentes que la escritura, como sistema derivado y secundario, nunca podría reproducir completamente. La oralidad integra elementos prosódicos —entonación, acento, ritmo— e información paralingüística —gestos, expresiones faciales, proxémica— que constituyen componentes esenciales del significado comunicativo. Estos elementos, ausentes en la escritura convencional, demuestran que el análisis de textos escritos únicamente proporciona una imagen incompleta y potencialmente deformada de la riqueza comunicativa inherente a las lenguas naturales. Los estudios psicolingüísticos modernos corroboran que la comprensión auditiva de lengua hablada activa mecanismos cognitivos y neuronales parcialmente distintos de aquellos implicados en la lectura, confirmando que se trata de procesos lingüísticos diferenciados y no meramente de dos modalidades equivalentes de un mismo fenómeno.

1.3 La descripción como enfoque fundamental: superación del prescriptivismo

El cambio fundamental de la lingüística moderna radica en su adopción del análisis descriptivo en lugar del prescriptivo, modificación que trasciende la mera metodología para constituir una reorientación epistemológica profunda. Mientras que la gramática tradicional, en sus diversas manifestaciones históricas, partía del presupuesto de que existía un estado lingüístico ideal merecedor de protección y emulación mediante normas rígidas, la lingüística científica moderna adopta una actitud observacional desapasionada: su objetivo es comprender con precisión cómo funciona realmente el lenguaje en la boca de los hablantes nativos, independientemente de consideraciones normativas o estetizantes sobre la «correctitud» lingüística.

Esta perspectiva descriptiva fundamenta una recategorización radical de los fenómenos lingüísticos. Lo que la tradición normativa denominaría «error» o «corrupción del idioma» se reconvierte, desde la óptica científica moderna, en dato valioso que revela cómo operan realmente los mecanismos lingüísticos en contextos naturales. Una estructura gramatical empleada sistemáticamente por hablantes nativos —aunque diverga de normas prescriptivas codificadas— constituye un fenómeno lingüístico legítimo digno de investigación rigurosa, no una anomalía. Este cambio de perspectiva no implica la negación de que existan normas lingüísticas; más bien reconoce que tales normas constituyen un nivel prescriptivo socialmente codificado sobrepuesto a estructuras lingüísticas más fundamentales cuya comprensión requiere enfoque descriptivo.

La descripción científica del lenguaje acepta como presupuesto fundamental que toda lengua se encuentra en evolución permanente. Esta variación y cambio constantes no constituyen un fenómeno patológico que amenace la «pureza» idiomática, sino el reflejo de procesos cognitivos, sociales y históricos normales mediante los cuales las lenguas vivas se adaptan a necesidades comunicativas cambiantes. El análisis descriptivo examina cómo los hablantes modifican gradualmente estructuras, introducen innovaciones léxicas, reorganizan categorías gramaticales y reinterpret significados, procesos que colectivamente generan la evolución lingüística observable. Desde esta perspectiva, la variabilidad, lejos de ser una amenaza, se convierte en el fenómeno más revelador para la investigación científica moderna, permitiendo identificar los mecanismos dinámicos subyacentes al cambio lingüístico.

1.4 El análisis sincrónico como prioritario en la investigación lingüística

La primacía de los estudios sincrónicos constituye una conclusión necesaria derivada de los presupuestos anteriormente expuestos sobre la naturaleza del cambio lingüístico. Si, como afirma la lingüística moderna, toda lengua se halla en transformación perpetua, entonces resulta epistemológicamente más productivo y científicamente más riguroso describirla en un momento específico de su existencia histórica que perseguir laboriosas reconstrucciones diacrónicas frecuentemente conjeturales. El análisis sincrónico proporciona conocimiento positivo verificable del sistema lingüístico tal como funciona en un contexto temporal delimitado, mientras que la aproximación puramente diacrónica, al pretender rastrear cambios históricos sin acceso a corpus documentales completos, opera inevitablemente con hipótesis no comprobables.

Esta opción metodológica por la sincronía no implica, como frecuentemente se malinterpreta, la negación de la validez científica del análisis histórico-diacrónico. Más bien establece una jerarquía lógica: la comprensión del funcionamiento presente constituye fundamento necesario anterior a cualquier explicación causal de cómo se originaron determinadas estructuras o por qué evolucionaron según ciertos derroteros. La diacronía puede reinterpretarse coherentemente como una sucesión temporal de estados sincronía, cada uno de los cuales constituye un sistema completo en sí mismo. De esta forma, la lingüística puede estudiar la historia de una lengua como serie de transformaciones de estados estables, sin necesidad de presuponer una continuidad causal lineal que frecuentemente carece de justificación empírica.

La sincronía se establece así como la vía regia del conocimiento lingüístico moderno. Esta postura epistemológica confiere coherencia a toda la empresa investigadora: permite definir con precisión el objeto de estudio —un sistema lingüístico en un momento determinado—, facilita la identificación de estructuras y relaciones sistemáticas, y posibilita la contrastación empírica de hipótesis mediante análisis de corpus contemporáneos. Los desarrollos posteriores de la lingüística, desde el generativismo hasta la lingüística cognitiva, mantienen esta prioridad sincrónica, aunque cada corriente teórica interpretal de manera particular la relación entre sincronía y diacronía. La mayoría de escuelas modernas reconocen que solo mediante comprensión sincrónica rigurosa de sistemas lingüísticos podemos formular hipótesis explicativas significativas sobre procesos diacrónicos más amplios.

II. El Estructuralismo Lingüístico

2.1 Teoría estructuralista saussureana y sus conceptos clave

Ferdinand de Saussure constituye la figura fundacional de la lingüística científica moderna, revolucionando el estudio de la lengua mediante el establecimiento de la lingüística como ciencia autónoma integrada dentro de una disciplina más amplia, la semiología, dedicada al estudio de todos los sistemas de signos en procesos comunicativos humanos. Esta maniobra teórica de considerable envergadura epistemológica libera la lingüística de su subordinación ancestral a la filosofía especulativa y a la historia filológica, otorgándole estatuto de disciplina con objeto de estudio propio, metodología específica y corpus teórico diferenciado. El concepto saussureano de signo lingüístico emerge como piedra angular de toda su arquitectura teórica, definido como entidad psíquica de doble faz compuesta inseparablemente por significante —la imagen acústica— y significado —el concepto mental asociado—.

Las propiedades fundamentales del signo saussureano estructuran toda su teoría lingüística. La arbitrariedad del signo —la ausencia total de motivación natural en la unión entre significante y significado— constituye un hallazgo conceptual de primordial importancia. A diferencia de sistemas de signos naturales (donde la imagen visual de un animal motiva su asociación con el concepto) o sistemas convencionales con motivación (como las onomatopeyas), la unión entre forma vocal y contenido conceptual en cualquier lengua es completamente convencional, establecida por acuerdo social y sin base natural intrínseca. La linealidad del signo refleja que los signos lingüísticos no coexisten simultáneamente en el enunciado, sino que se despliegan sucesivamente en el tiempo, característica que diferencia fundamentalmente la lengua de otros sistemas semióticos visuales que permiten simultaneidad.

La dicotomía sincronía-diacronía introduce un cambio metodológico de enorme alcance. Saussure diferencia entre el estudio de la evolución histórica de una lengua —la perspectiva diacrónica— y la descripción de esa lengua en un momento histórico específico —la perspectiva sincrónica—. Lejos de negar la validez del enfoque histórico, Saussure lo reinterpreta inteligentemente como sucesión de estados sincronía, lo cual permite mantener la coherencia lógica del sistema teórico. Este giro metodológico constituye una reacción frontal contra el historicismo dominante en la academia decimonónica y consagra la primacía de lo sincrónico como prioritario en el análisis lingüístico moderno, decisión paradigmática que se mantuvo como postulado central durante décadas.

La distinción saussureana entre lengua (langue) y habla (parole) establece un contraste epistemológico fundamental. La lengua constituye entidad teórica abstracta, social, sistemática y codificada —el sistema completo de signos disponibles en una comunidad lingüística—, mientras que el habla representa la realización concreta, individual, momentánea e idiosincrásica de ese código abstracto. Las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas operan en ejes perpendiculares: en el paradigmático el hablante selecciona dentro de un repertorio, mientras que en el sintagmático une sucesivamente los elementos elegidos. Ambas relaciones fundamentan el valor de los signos: un signo adquiere significación únicamente por su posición sistemática dentro de la red de diferencias que constituye la lengua.

2.2 Escuela de Ginebra: fidelidad ortodoxa y limitaciones

La Escuela de Ginebra, constituida por discípulos y sucesores directos de Saussure, se caracteriza por una fidelidad intelectual ortodoxa a ciertos postulados fundamentales del maestro, aunque matizada por énfasis particulares y desarrollos específicos. Sus miembros mantienen una separación tajante entre sincronía y diacronía, priorizando decisivamente la primera mientras niegan que los cambios lingüísticos posean sistematicidad inherente. Esta posición, que desde la perspectiva contemporánea podría parecer restrictiva, representaba en el contexto histórico de su formulación una afirmación revolucionaria del valor científico de lo estructural-estático frente al predominio decimonónico del historicismo lingüístico. Sin embargo, la escuela ginebrina incurrió sistemáticamente en un descuido crítico: el estudio estructural del plano de la expresión —la fonología— permaneció prácticamente inexplorado, ámbito investigativo que otras escuelas europeas, particularmente la de Praga, desarrollarían posteriormente con sofisticación considerable.

Charles Bally, figura eminente de la escuela ginebrina, reorienta la investigación hacia la relación entre pensamiento y lenguaje desde una perspectiva marcadamente estilística. Para Bally, las variantes individuales del habla, motivadas por factores emocionales y afectivos diversos, no constituyen meros accidentes lingüísticos sino manifestaciones significativas de cómo los hablantes individuales negocian su relación con el sistema abstracto de la lengua. Esta preocupación por la dimensión psicológica y emocional inserta en el análisis lingüístico una humanidad que paradójicamente tensiona con el objetivismo estructuralista predominante en otras escuelas. Albert Sechehaye prosigue esta tradición mediante el desarrollo elaborado de la dicotomía lengua-habla e intenta la construcción de una gramática que también incorpore estas consideraciones sobre procesos del pensamiento. Henri Frei introduce una innovación de considerable alcance científico: fundamenta explícitamente la lingüística funcional al reinterpretar las desviaciones del habla no como errores sistemáticos sino como variantes funcionales que revelan los mecanismos adaptativos del sistema lingüístico.

Es notable que las contribuciones teóricas de la Escuela de Ginebra ejercieron una influencia circunscrita geográficamente, limitada principalmente al contexto académico suizo, con la significativa excepción de ciertos conceptos y terminología específica. El concepto de monema, acuñado por Henri Frei, será posteriormente incorporado en teorías de considerable influencia posterior. Esta circulación limitada de sus ideas obedece parcialmente a factores geopolíticos —la relativa aislación académica de Suiza en el contexto europeo de la época— y parcialmente a que los desarrollos posteriores de otras escuelas, especialmente el Círculo de Praga, demostraron una capacidad superior para integrar armónicamente el estructuralismo riguroso con consideraciones funcionales del lenguaje orientadas comunicativamente.

2.3 Círculo Lingüístico de Praga: funcionalismo y fonología

El Círculo Lingüístico de Praga, fundado en 1926 mediante la unión estratégica de un grupo de lingüistas checos con investigadores rusos como Roman Jakobson y Nikolai Trubetzkoy, revoluciona el estructuralismo europeo al incorporar la función como categoría central analítica. Las famosas Tesis presentadas en el Congreso Internacional de Lingüística de La Haya en 1928 articulan este giro epistémico decisivo: la lengua se concibe como sistema funcional cuya intención fundamental es la expresión y la comunicación efectiva entre hablantes. Esta redefinición transforma la lengua de una estructura lógicamente autosuficiente en un instrumento orientado teleológicamente hacia fines comunicativos concretos. De esta consideración del carácter teleológico de la lengua germina el concepto de lingüística funcional que equilibraría el rigor del análisis estructural con la consideración pragmática del uso comunicativo efectivo.

La aportación más perdurable y fecunda del Círculo de Praga radica en su desarrollo de la fonología como disciplina autónoma dotada de legitimidad científica diferenciada. Trubetzkoy define el fonema revolucionariamente no por sus propiedades acústicas observables sino por la posición relacional que ocupa dentro del sistema lingüístico, como unidad mínima distintiva carente de significación que no puede dividirse en unidades sucesivas menores. El fonema emerge así como abstracción relacional pura: una entidad que existe únicamente por su relación contrastiva con otros fonemas en el sistema. Este insight teórico de considerable importancia inaugura el análisis mediante rasgos pertinentes —características que efectivamente permiten diferenciar significados— frente a rasgos no pertinentes o alofónicos. Roman Jakobson lleva este enfoque a sus consecuencias lógicas máximas, identificando que el inventario de estructuras fónicas disponibles para los hablantes es notablemente limitado, ordenado jerárquicamente según principios sistemáticos y predecible según leyes fonológicas universales, descubrimiento que abre caminos inéditos para la tipología lingüística comparativa.

André Martinet, continuador intelectual de la tradición pragüense pero activo principalmente en Francia, formula la teoría de la doble articulación del lenguaje, concepto que se constituye en uno de los más productivos y duraderos de la lingüística moderna. Según esta teoría revolucionaria, la primera articulación analiza la experiencia compartida en unidades dotadas simultáneamente de forma vocal y significado —los monemas, que pueden ser lexemas o morfemas—, mientras que la segunda articulación segmenta esas formas vocales en unidades mínimas carentes de significación pero diferenciables por sus rasgos distintivos —los fonemas. Esta estructura jerárquica de dos niveles explica elegantemente la economía extraordinaria del lenguaje: un número relativamente reducido de fonemas genera infinitas combinaciones posibles en la primera articulación. La Gramática Estratificacional de Sydney Lamb, derivada de los principios pragüenses, sistematiza esta visión multinivel en cuatro estratos analíticos diferenciados: el sémico —donde aparecen significados distintivos en redes complejas—, el lexémico —estructura oracional básica—, el morfémico —morfemas en cadena sintagmática— y el fonémico —rasgos distintivos en configuración simultánea—.

Debe enfatizarse que el Círculo de Praga no concibe una separación extrema entre diacronía y sincronía sino que las entiende en relación dialéctica constitutiva: la diacronía constituye una sucesión ordenada de sincronías. Esta flexibilidad teórica permitió que la escuela pragüense integrara tanto el análisis estructural riguroso como la consideración histórica sistemática, evitando el callejón sin salida conceptual del sincronismo puro que caracterizaba aproximaciones alternativas. Este equilibrio sofisticado, conjuntamente con la profundidad incomparable de su análisis fonológico, explica la influencia extraordinaria del Círculo de Praga en desarrollos posteriores de la lingüística, tanto en Europa occidental como en América del Norte.

2.4 Estructuralismo danés: la glosemática de Hjelmslev

El estructuralismo danés, encabezado por Louis Hjelmslev, representa el intento más ambicioso y sistemático de formalizar la teoría lingüística según principios matemáticos rigurosos de alcance pretendidamente universal. Hjelmslev denomina glosemas a los elementos fundamentales no analizables lingüísticamente —rasgos fonológicos y semánticos elementales— cuyas combinaciones algebraicas generan toda la complejidad observable del lenguaje natural. Esta nomenclatura específica denomina la escuela glosemática, fundada en lo que Hjelmslev denomina glosemática, entendida como teoría combinatoria sistemática de estos glosemas fundamentales. El proyecto hjelmsleviano aspira a crear un instrumental teórico universalmente aplicable, capaz de analizar todas las lenguas materiales mediante idénticos principios deductivos axiomáticos, lo que representa una ambición científica de envergadura considerable que anticipa desarrollos posteriores en teoría formal.

La aportación más notable del estructuralismo danés reside en la división del lenguaje en dos planos fundamentales irreducibles uno a otro. El plano del contenido, de carácter pleremático —»pleno»—, contiene unidades dotadas de significación plena —los plerematemas— que pueden dividirse en constituyentes —pleremas— y exponentes morfológicos. El plano de la expresión, de carácter cenemático —»vacío»—, permanece constituido por cenematemas divididos en constituyentes —cenemas, identificables con los fonemas de otras escuelas— y exponentes prosódicos —rasgos suprasegmentales como acento y entonación tonal—. Esta biplancidad, radicalmente distinta de la que propone Saussure y de otros estructuralistas, articula una teoría donde forma lingüística y sustancia se disocian completamente: la forma lingüística es independiente del material específico mediante el cual se manifiesta, constituyendo una estructura abstracta reconocible únicamente en el plano funcional relacional.

Hjelmslev somete su teoría lingüística a tres principios regulativos de carácter fundamental que establecen un estándar epistemológico extraordinariamente exigente. El principio de empirismo exige que la teoría sea no contradictoria internamente, exhaustiva en su descripción y maximalmente simple en sus formulaciones. El principio de universalidad postula la aplicabilidad indiscriminada a todas las lenguas naturales sin excepción. El principio de deductividad requiere construcción rigurosa de la teoría desde axiomas mediante derivación lógica sistemática sin apelación a hechos extralógicos. Estos principios transforman la lingüística en una disciplina de carácter casi axiomático análogo al de las matemáticas puras. La noción de conmutación adquiere especial importancia metodológica: mediante la sustitución controlada de elementos se determina si dos unidades de contenido son independientes, procedimiento que permite identificar con precisión los componentes significativos del sistema.

Es particularmente interesante la tipología tripartita de la lengua propuesta por Hjelmslev: como forma pura —lengua esquema—, como forma material —lengua norma—, y como conjunto de hábitos conductuales —lengua uso—. Solo la lengua esquema constituiría lengua en sentido riguroso hjelmslev iano, mientras que la lengua norma sería una abstracción estadística derivada de observaciones sobre lengua uso. Esta estratificación conceptual permite acomodar elegantemente la variabilidad lingüística observada dentro de un marco teórico coherente sin comprometer la pureza lógica del modelo formal. Pese a deficiencias innegables —particularmente la atención excesiva a funciones abstractas en detrimento de descripciones concretas de unidades efectivas— la glosemática ofrece contribuciones valiosas que persisten en la teoría lingüística posterior, especialmente los conceptos de planos de expresión-contenido y la distinción forma-sustancia.

2.5 Lingüística británica: Firth y Halliday

John Rupert Firth, figura preeminente de la lingüística británica durante el siglo veinte, introduce una perspectiva que, aunque profundamente estructuralista en sus fundamentos teóricos, incorpora factores pragmáticos y contextuales frecuentemente excluidos de otras escuelas europeas. Firth postula como máxima central que el significado es la función en su contexto, afirmación que subordina radicalmente la identidad lingüística de las unidades a su funcionamiento en situaciones comunicativas específicas y diferenciadas. El significado de una palabra u oración depende de manera fundamental de los contextos situacionales concretos en que se utilizan, lo que requiere que el análisis lingüístico incorpore variables sociales complejas, relaciones específicas entre participantes comunicativos e intenciones expresivas particulares del emisor. Esta perspectiva contextual anticipa, en aspectos significativos, desarrollos posteriores de la pragmática lingüística y la sociolingüística contemporánea.

Firth establece una distinción conceptual fundamental entre estructura y sistema que merece consideración cuidadosa. La estructura designa la organización sintagmática o combinatoria de los elementos en la cadena hablada efectiva —cómo los elementos se disponen secuencialmente—, mientras que el sistema comprende el conjunto de elementos que pueden presentarse en una posición determinada dentro de una estructura —lo que otras escuelas denominan paradigma o clase funcional. Esta distinción, aparentemente de carácter meramente terminológico, posee implicaciones teóricas profundas: reconoce que el significado depende tanto de la secuencia lineal de elementos como de las opciones paradigmáticas disponibles en cada posición relacional. Michael Halliday, discípulo intelectual de Firth, desarrolla y expande estas intuiciones pioneras en lo que llegará a conocerse como gramática sistémica, concibiendo la lengua como un complejo sistema de opciones ordenadas denominadas redes, que se realizan de forma simultánea en formas comunes reconocibles permitiendo a emisores y receptores negociar el uso efectivo y significativo de la lengua.

La teoría de Firth y, posteriormente, la de Halliday, atienden fundamentalmente al nivel fonológico del lenguaje, heredando en este aspecto central las preocupaciones investigativas del Círculo de Praga. Sin embargo, su incorporación sistemática del contexto situacional y su énfasis persistente en explicar por qué la lengua presenta la estructura que presenta —pregunta fundamental que otras escuelas estructuralistas apenas se formulaban— introduce una dimensión funcional-explicativa que trasciende significativamente el mero inventario descriptivo de formas. Esta orientación hacia las motivaciones funcionales de las estructuras lingüísticas anticipa las preocupaciones teóricas que dominarían la lingüística posterior, particularmente en los desarrollos funcionalistas explícitos y en las aproximaciones cognitivas que florecerían desde los años setenta en adelante.

III. El Estructuralismo Norteamericano y el Distribucionalismo

3.1 Mentalismo lingüístico de Sapir y la dimensión cultural del lenguaje

Edward Sapir, figura intelectual de dimensiones extraordinarias en la lingüística norteamericana, representa en los años veinte del siglo XX una corriente de pensamiento que enfatiza la dimensión mental y cultural del lenguaje. Para Sapir, el lenguaje constituye fundamentalmente un proceso mental manifestado mediante sonidos, definición que rechaza categóricamente el mecanicismo que otras tendencias estructuralistas asumirían posteriormente. Este énfasis en la mentalidad no implica, sin embargo, mentalismo ingenuo o anticientífico: Sapir reconoce con rigor que cada lengua particular expresa una visión singular del mundo, moldeando activamente la percepción de sus hablantes mediante sus categorías gramaticales específicas y sus inventarios léxicos particulares. Esta hipótesis del determinismo relativo del lenguaje, posteriormente radicalizada por su alumno Benjamin Lee Whorf en la célebre hipótesis Sapir-Whorf, establece un vínculo indisoluble entre lengua, pensamiento colectivo y cultura que trasciende completamente las concepciones puramente formalistas contemporáneas.

Sapir comparte con el pensador alemán Wilhelm von Humboldt, cuya influencia sobre él resulta inequívoca, la convicción profunda de que cada lengua organiza la sustancia del contenido de manera singular, reflejando las prioridades cognitivas y valorativas peculiares de su comunidad hablante. Dos lenguas pueden designar idénticos referentes del mundo físico observable, pero organizan conceptualmente esa experiencia de maneras radicalmente divergentes, recortando la realidad según categorías gramaticales diferentes. Sapir propone estudiar la forma del lenguaje mediante dos procedimientos complementarios pero diferenciados: los procedimientos gramaticales de expresión formal —que examinan la combinación ordenada de morfemas en estructuras— y la distribución sistemática de conceptos formalmente expresados —que analiza cómo se configuran las categorías semánticas en la lengua—. Esta perspectiva dual anticipa, aunque sin la terminología posterior, la distinción moderna entre análisis puramente formales y análisis funcionales integradores.

Kenneth Lyman Pike, continuador intelectual de Sapir en ciertos aspectos significativos, desarrolla la tagmemática, método estructural-funcional que aúna el rigor formal con la consideración semántica integrada. El tagmema, unidad básica de este sistema analítico, constituye una entidad compleja que integra un tipo de elemento lingüístico con la función que desempeña en una estructura superior —por ejemplo, la categoría «sujeto-nombre»—. La importancia metodológica de la tagmemática radica en que rehúsa reducir el análisis lingüístico a puras relaciones formales, insistiendo en que los elementos lingüísticos poseen simultáneamente dimensiones sintácticas y semánticas indisociables que deben estudiarse conjuntamente. Este enfoque funcional integrador representa una vía alternativa significativa al mecanicismo bloomfieldiano que pronto se impondría hegemónicamente en el estructuralismo norteamericano posterior.

3.2 Antimentalismo bloomfieldiano y mecanicismo conductista

Leonard Bloomfield, considerado el verdadero fundador del estructuralismo lingüístico estadounidense, ejecuta un giro epistémico pronunciado y frontal contra sus predecesores al adoptar una posición radicalmente antimentalista y conductista. Su premisa fundamental establece que el ser humano nace carente de ideas innatas, siendo su desarrollo cognitivo resultado exclusivo de experiencias vitales acumuladas —postulado fundamental que trasplanta la lógica del conductismo behaviorista a la teoría lingüística. Bloomfield expone sistemáticamente en su obra Language (1923) una teoría explícitamente mecanicista que considera la lengua como un conjunto de factores físicos observables sin conexión significativa determinable con dimensiones mentales o psicológicas internas. Esta restricción radical del objeto de análisis tiene consecuencias metodológicas profundas e inesperadas: solo importan los rasgos fónicos verificables y formales de las emisiones observadas, quedando excluidas deliberadamente las consideraciones semánticas del dominio de la investigación lingüística rigurosa.

El enfoque bloomfieldiano parte de la premisa conductista de que la lengua constituye un sistema de hábitos manifestados en emisiones verbales, siendo estas últimas los únicos hechos genuinamente observables mediante procedimientos científicos controlables. Mediante el análisis sistemático exhaustivo de un corpus suficientemente abundante de emisiones naturales, el lingüista infiere inductivamente las propiedades estructurales subyacentes del sistema. Esta estrategia de inducción desde lo observable genera, sin embargo, una dificultad inherente de considerable alcance: el significado, siendo susceptible únicamente de observación indirecta a través del comportamiento humano observable, queda excluido del análisis estructural bloomfieldiano. Debe enfatizarse que Bloomfield no niega la existencia real del significado, sino que lo segrega deliberadamente del análisis lingüístico por considerarlo epistemológicamente inapropiado para una ciencia que aspira al objetivismo radical. Esta distinción, con frecuencia malinterpretada por sus críticos posteriores, permite a Bloomfield mantener la coherencia lógica de su programa científico mientras reconoce empíricamente la realidad del fenómeno semántico.

La teoría bloomfieldiana de las formas parte de la postulación de que existe un número finito de formas en la lengua. El morfema emerge como forma mínima, siempre asociado a un significado o semema. Bloomfield diferencia meticulosamente entre formas libres —la palabra como forma libre mínima, la frase como forma libre no mínima— y formas ligadas —los formativos, elementos constitutivos de palabras complejas—. Distingue asimismo entre formas simples y complejas según su composición estructural. Su teoría de las clases gramaticales incluye tres tipos fundamentales: frases tipo monorema —formadas por una única palabra—, sustituciones —formas utilizadas funcionalmente como equivalentes de otras—, y construcciones —uniones sistemáticas de formas libres—. Las construcciones pueden ser endocéntricas —cuando la construcción funciona como uno de sus constituyentes inmediatos— o exocéntricas —cuando no pertenece a la clase formal de ninguno de sus constituyentes inmediatos—.

3.3 Distribucionalismo: método, alcance y limitaciones

El distribucionalismo, prolongación y radicalización sistemática de los principios bloomfieldianos más austeros, se define como un método de análisis puramente formal que prescinde deliberadamente del significado como criterio analítico de ninguna manera. La distribución se entiende como el conjunto exhaustivo de todas las posiciones que un elemento puede ocupar en relación sistemática con otros elementos en la cadena hablada. Mediante análisis sistemático de constituyentes inmediatos, las emisiones complejas se descomponen recursivamente en sus componentes estructurales, examinándose tanto los elementos como las relaciones que los unen, hasta acceder a los constituyentes últimos dotados de significación —los morfemas— que a su vez se descomponen en fonemas carentes de significado pero diferenciables por su capacidad de reiterarse en distintos contextos morfémicos.

Rupert Wells formula explícitamente el análisis de constituyentes inmediatos, diferenciando una gramática interna basada en forma pura de una gramática externa fundada en función comunicativa. Charles Francis Harris desarrolla un procedimiento lógico-matemático abstracto que establece operaciones precisas que debe seguir el investigador de una lengua concreta, aspirando a identificar elementos y estudiar su distribución mediante oposiciones formales, nunca semánticas. Debe enfatizarse que el distribucionalismo no constituye una gramática completa en sentido prescriptivo-normativo, sino un conjunto de procedimientos o método de investigación capaz de revelar la estructura formal de una lengua mediante análisis puramente en términos de posiciones relativas y sustituciones posibles.

Sin embargo, el distribucionalismo ha recibido críticas considerables desde múltiples direcciones teóricas y metodológicas. Su base conductista de estímulo-respuesta se considera inadecuada para captar la complejidad extraordinaria del fenómeno lingüístico. Su método de análisis mediante constituyentes inmediatos, aunque efectivo en textos simples, se vuelve prácticamente inaplicable en oraciones de complejidad sintáctica considerable, sugiriendo limitaciones metodológicas fundamentales. El método es intrínsecamente no universal, válido únicamente para cada lengua concreta objeto de análisis, sin capacidad de revelar universales lingüísticos transculturales. Además, el distribucionalismo posee un horizonte temporal predeterminado: una vez descritas todas las posiciones distribucionales y obtenidas todas las combinaciones posibles, el método se agota inevitablemente. Finalmente, su desatención deliberada del significado lo incapacita para explicar aspectos cruciales de la estructura lingüística, particularmente las restricciones semánticas sobre la combinatoria sintáctica.

IV. La Gramática Generativa Transformacional de Chomsky

4.1 Fundamentos revolucionarios del generativismo chomskiano

En 1957, Noam Chomsky publica Syntactic Structures, obra de alcance revolucionario que constituye el punto de partida de un nuevo planteamiento radical en el campo de los estudios lingüísticos contemporáneos. Chomsky parte del estructuralismo distribucionalista de Zellig Harris, que había sido su maestro directo, pero no para desarrollarlo coherentemente sino para criticarlo radicalmente, principalmente por partir de un corpus necesariamente finito de enunciados observables y no lograr abarcar todas las estructuras posibles e infinitas que generan los hablantes nativos. Los postulados del generativismo chomskiano pueden resumirse en conceptos básicos de alcance filosófico y científico considerable: las teorías taxonomistas, especialmente el distribucionalismo, fundamentalmente no pueden reflejar ni analizar fenómenos básicos en las lenguas naturales como la concordancia sintáctica compleja. El abandono del método inductivo tradicional por el método deductivo propio de otras ciencias formales: una vez obtenidos todos los datos observables, se debe pasar a la construcción de modelos de funcionamiento y predicción. El aprendizaje de la lengua se basa en una capacidad innata del ser humano, idea fundamentalmente opuesta al conductismo behaviorista predominante.

Chomsky postula que el lenguaje no es más que un conjunto finito de mecanismos generativos capaz de generar un conjunto potencialmente infinito de mensajes diferentes, característica que distingue fundamentalmente los sistemas lingüísticos naturales de otros sistemas de comunicación animal. La teoría lingüística debe dar cuenta de la capacidad creativa inconsciente e innata del hablante, su competencia, plasmada en cada acto de habla o actuación lingüística concreta. La competencia puede ser definida también como el saber o conocimiento intuitivo e implícito del hablante-oyente ideal para producir e interpretar un número potencialmente infinito de enunciados gramaticales bien formados. Relacionado con la actuación está el concepto de aceptabilidad: el hecho de que un determinado enunciado, además de ser formalmente gramatical, debe ser aceptable para la actuación lingüística del hablante, por no oponerse o entrar en contradicción con su conocimiento del mundo o las circunstancias comunicativas que rodean la emisión.

La gramática generativa se define como un conjunto de reglas que dan cuenta del conjunto finito de mecanismos —o incluso un modelo de competencia— que, gracias a un conjunto de reglas sistemáticas y operaciones recursivas, da cuenta de todas las estructuras gramaticales bien formadas, y solo de ellas, excluyendo metódicamente todas las estructuras no gramaticales agramaticales. De ahí parten los conceptos fundamentales de gramaticalidad y agramaticalidad. Este tipo de gramática es llamada generativa siguiendo el concepto matemático de generar, es decir, explicitar exhaustivamente por medio de reglas. Esta gramática generativa debe ser explícita, en cuanto enumere claramente las reglas gramaticales y las condiciones restrictivas en las que actúan, y proyectiva o predictiva, porque partiendo del estudio de un corpus necesariamente finito de enunciados será capaz de prever, predecir, y reconocer todos los posibles en una lengua dada.

4.2 Estructura profunda, reglas de transformación y estructura superficial

La gramática generativa inicial está compuesta de una estructura profunda de carácter sintáctico y abstracto, nivel en el que se incluyen las reglas de escritura —que generan estructuras sintagmáticas básicas— y los universales del lenguaje —principios aplicables a todas las lenguas naturales—. Mediante unas reglas de transformación específicas, esta estructura profunda se plasma en distintas estructuras superficiales que representan las realizaciones concretas, observables fonéticamente, de los enunciados producidos por hablantes nativos. La transformación permite que una estructura profunda única genere múltiples estructuras superficiales, y recíprocamente que estructuras superficiales diferentes provengan de idénticas estructuras profundas, explicando así la sinonimia observada en las lenguas naturales.

Como conclusión de los aspectos anteriormente señalados, el objetivo chomskiano era básicamente de descripción sintáctica exhaustiva, pero a partir de su libro Aspectos de la teoría de la sintaxis (1965), Chomsky plantea que la gramática debe contener, además de las reglas gramaticales subyacentes a la construcción de oraciones, un componente fonológico que describa la estructura sonora de las estructuras superficiales generadas y un componente semántico que describa la estructura de significado de esas estructuras. Aún así, esta gramática seguiría siendo básicamente sintática, pues fonología y semántica serían disciplinas puramente interpretativas o descriptivas del output sintáctico, pero no generativas de oraciones.

Esta arquitectura tripartita de la gramática generativa —componentes sintáctico, semántico y fonológico— modela la estructura jerárquica del lenguaje como sistema multinivelado donde cada componente realiza funciones específicas pero coordinadas. El componente sintáctico genera las estructuras abstractas fundamentales, el componente semántico interpreta esas estructuras asignando significados compositivos basados en principios sistemáticos, y el componente fonológico convierte las representaciones fonéticas en instrucciones articulatorias específicas para la producción física de sonidos del habla. Esta visión integrada del lenguaje como sistema de múltiples niveles coordinados representa un avance conceptual significativo sobre el atomismo distribucionalista que analizaba únicamente secuencias de elementos superficiales.

4.3 Desarrollos posteriores del modelo generativo

La Semántica Generativa nace de la idea revolucionaria de identidad sustancial entre estructura profunda y representación semántica, entendida como significado expresado mediante principios sistemáticos. Para los semantistas generativistas, el componente semántico no será solo interpretativo del output sintáctico, sino generativo en sentido pleno, pues del significado y los requisitos semánticos dependerían necesariamente las diferentes estructuras superficiales generadas a partir de idénticas estructuras de base profunda; así, la sintaxis se vería reducida a una mera recopilación ordenada de reglas que servían para expresar el significado. En el influyente modelo de Katz y Fodor (1963), este componente semántico constaba de un diccionario que lista los contenidos significacionales de los morfemas y unas reglas de proyección de tipo interpretativo que componen significados simples en significados complejos.

La Gramática de casos de Fillmore nace en 1967, cuando este autor plantea revolucionariamente que la estructura profunda es simultáneamente sintáctico-semántica, y no exclusivamente sintáctica como postulaba Chomsky. Por lo tanto, en la estructura profunda existirían una serie de categorías sintáctico-semánticas universales o casos semánticos: agente, experimentador, receptivo, beneficiario, causativo, locativo, instrumental, factitivo, mientras que las funciones tradicionales como sujeto y objeto gramatical no se plasman más que en la estructura superficial como derivaciones de estas categorías profundas. Una nueva etapa en los estudios generativistas nace en los años 70, con la Teoría Estándar Ampliada, que continúa trabajando sistemáticamente en las restricciones sobre las transformaciones para evitar que el mecanismo gramatical sea sobregenerador, produciendo enunciados agramaticales.

En los años 80 se crean las bases teóricas de la Teoría de la Reacción y el Ligamiento, cuya característica básica definitoria es la economía maximal en las representaciones lingüísticas. Desaparecen, además, las reglas transformacionales complejas, siendo sustituidas por una única regla de movimiento de los constituyentes en las estructuras sintagmáticas; se regulan rigurosamente los elementos referenciales, los pronombres y las relaciones anafóricas que los vinculan; y se integra la noción de forma lógica, como elemento de interpretación semántica definitivo, derivado tanto de la estructura profunda como de la superficial en sus interacciones complejas.

V. Nuevas Orientaciones en la Lingüística Contemporánea

5.1 Lingüística del texto: concepto, niveles y estructuras

Aunque el concepto seminal es creado por Eugenio Coseriu ya en 1954, no es hasta los años 70 cuando se desarrolla plenamente esta nueva corriente lingüística innovadora que propone unos principios bsicos revolucionarios. El texto es la unidad lingüística de estudio privilegiada, unidad equivalente a mensaje lingüístico oral o escrito, sin extensión o estructura fija predeterminada, sujeto solo a las condiciones de autonomía semántica integral y unidad estructural coherente. Pese a ello, la mayoría de las unidades específicamente estudiadas serán de tipo supraoracional, superando deliberadamente los límites de la oración como unidad máxima de análisis. Las reglas propias del nivel textual, según Emilio Bernárdez, serán adecuación, coherencia y cohesión estructural.

Adecuación consiste en el ajuste formal y semántico del texto a la situación de comunicación específica en que se produce. Coherencia o congruencia semntica, sustentada en los principios operativos de continuidad temática, progesión temática ordenada, verosimilitud pragmática y no contradicción lógico-informativa. Por tanto, la coherencia será un elemento de la estructura profunda textual que contribuirá significativamente a dar un sentido global y unitario al texto. Cohesión constituye una propiedad distintiva de la estructura superficial textual que consigue que los elementos conformantes del texto no aparezcan inconexos o fragmentarios, sino que formen una unidad tanto morfosintctica como semántica integrada.

Teun van Dijk, uno de los creadores fundamentales de esta corriente lingüística, distingue dos niveles analíticos en el texto: el macrocomponente —estructura profunda textual global que contiene la macroestructura semántica— y el microcomponente —estructura superficial inmediata, formado por reglas de composición y transformación y variables de tipo individual idiosincrásico—. Este planteamiento genera el principio de isomorfa del texto, consistente en suponer una célula lingüística básica o frase elemental, que sería la manifestación lingüística concreta de una predicación lógica profunda, cuya proyección o expansión en la estructura superficial sería la frase o sentencia compleja observable. En su obra La ciencia del texto, Van Dijk diferencia tres tipos de estructuras en todo texto: microestructura —estructura semántica lineal local—, macroestructura —estructura semántica global del texto completo— y superestructura —estructura formal global o esquema textual tipológico—.

5.2 Pragmática lingüística y teoría de los actos de habla

El objeto específico de estudio de la pragmática no es, como en las demás corrientes lingüísticas de tradición anterior, el enunciado aislado en su forma abstracta, sino el acto de la enunciación en su contexto completo. Según Charles Morris, la pragmática estudia la relación global de la lengua con sus hablantes usuarios, por lo que para interpretar adecuadamente una enunciación no debemos solo tener en cuenta las unidades lingüísticas en aislamiento, sino también sus significados explícitos e implícitos, producidos necesariamente por el contexto situacional de enunciación —espacio físico y temporal específico, relación social concreta emisor-receptor, intención y actitud del emisor, conocimiento compartido del mundo— y los elementos paralingüísticos de la comunicación que intervengan en la creación e interpretación del mensaje.

En esta disciplina es de primordial importancia el estudio de los actos de habla, iniciado por la obra revolucionaria de John L. Austin How to do things with words (1962), y desarrollada posteriormente por John Searle en Speech acts (1968). Según estos estudiosos fundamentales, un acto de habla será la actualización específica de un enunciado en un contexto particular de enunciación diferenciado; por tanto, un acto de habla —que puede ser de tres tipos distintos: locutivo, ilocutivo y perlocutivo— será bsicamente una acción pragmática cuya finalidad esencial es la comunicacin efectiva entre emisores y receptores. La naturaleza performativa del lenguaje, su capacidad de hacer cosas mediante el habla, no solo de representar estados mentales o realidades externas, transforma radicalmente la teoría lingüística.

Pero la pragmática no se ha reducido únicamente al estudio de los actos de habla performativos, sino que también ha tratado otros aspectos de considerable importancia teórica como la presuposición, la deixis, la estructura del diálogo y las implicaturas conversacionales de Grice. Estos desarrollos permiten una comprensión significativamente más completa de cómo funcionan realmente los intercambios comunicativos en contextos naturales concretos, superando así las limitaciones inherentes de aproximaciones puramente formales o estructurales que ignoran deliberadamente la dimensión pragmática fundamental del lenguaje vivo.

5.3 Corrientes contemporáneas: cognitiva, sociolingüística, antropológica

La Gramática de dependencias de Lucien Tesnière (1959), precursora conceptual de las gramáticas de valencias actuales, presenta aportaciones interesantes como el concepto de valencia de las unidades léxicas, la configuración relacional y estructural derivada de ese concepto, y los términos actante y circunstante para aquellos complementos valenciales más o menos nucleares respecto de la unidad nuclear verbal. Se define valencia como el elemento de la frase inmediatamente regido por el núcleo central de la misma —verbo—, que serán los actantes. La Gramática sistémica de Halliday, de los años 70, sustituye la noción abstracta de sistema por la de red de sistemas múltiples, en la que las opciones se realizan de forma simultánea, unas veces de forma independiente y desordenada, y otras de manera dependiente y ordenadas jerarquicamente.

La Lingüística cognitiva, nacida a finales de los 80 y principios de los 90, como parte del cognitivismo interdisciplinar, se centra en el estudio riguroso de la cognición desde diferentes mbitos convergentes —psicología cognitiva, filosofía de la mente, antropología, neurología, inteligencia artificial y lingüística—. Sus presupuestos básicos plantean que la descripción del lenguaje no puede limitarse a la gramtica formal, sino que debe abarcar inevitablemente el uso efectivo, analizando no solo las estructuras de las expresiones, sino también sus funciones cognitiva y comunicativa simultneamente.

Otras corrientes significativas incluyen la Sociolingüística, que estudia el lenguaje en su interacción dinámica con la estructura y funcionamiento de la sociedad; la Antropología lingüística o Etnolingstica, que estudia las variaciones del lenguaje en relación sistemática con los esquemas culturales y creencias colectivas; la Neurolingüística, que estudia las bases neurológicas del desarrollo y uso del lenguaje; la Psicolingüística, que estudia la relación entre conducta lingüística y procesos psicológicos subyacentes; la Lingüística matemática, que estudia propiedades matemáticas del lenguaje; y la Lingüística aplicada, que aplica conocimientos lingüísticos a campos específicos como enseanza de lenguas extranjeras o lingüística computacional.


BIBLIOGRAFÍA

  • Austin, John L.: How to Do Things with Words. Cambridge, Harvard University Press, 1962. Obra fundacional de la teoría de los actos de habla que establece la noción de performatividad en el lenguaje y sus implicaciones radicales para la pragmática lingüística contemporánea.
  • Bloomfield, Leonard: Language. Chicago, University of Chicago Press, 1933. Obra canónica del estructuralismo norteamericano que sistematiza rigurosamente los procedimientos de análisis formal y define los principios fundamentales del distribucionalismo lingüístico.
  • Chomsky, Noam: Syntactic Structures. The Hague, Mouton, 1957. Trabajo revolucionario que inaugura la gramática generativa transformacional y establece la teoría fundamental de la competencia lingüística innata.
  • Chomsky, Noam: Aspects of the Theory of Syntax. Cambridge, MIT Press, 1965. Desarrollo teórico fundamental que incorpora componentes semánticos y fonológicos a la teoría básica de la gramática generativa.
  • Escandell Vidal, María Victoria: Introducción a la pragmática. Barcelona, Ariel Lingüística, 1996. Manual comprehensivo que introduce sistemáticamente los fundamentos de la pragmática lingüística y sus aplicaciones al análisis del lenguaje natural.
  • Hjelmslev, Louis: Prolegomena to a Theory of Language. Madison, University of Wisconsin Press, 1961. Obra fundamental que presenta la glosemática y la estructuración del lenguaje en planos de contenido y expresión desde una perspectiva formalista rigurosa.
  • Martinet, André: Elementos de lingüística general. Madrid, Gredos, 1974. Introduce la teoría fundamental de la doble articulación y profundiza en la morfosintaxis del lenguaje desde la óptica estructural funcional.
  • Saussure, Ferdinand de: Curso de lingüística general. Madrid, Alianza Editorial, 1983. Obra fundacional que estructura los conceptos básicos de la lingüística moderna como signo lingüístico, sincronía-diacronía y la distinción fundamental entre lengua y habla.
  • Van Dijk, Teun A.: Text and Context: Explorations in the Semantics and Pragmatics of Discourse. London, Longman, 1977. Análisis comprehensivo de la estructura del texto y su relación sistemática con el contexto comunicativo, trabajo fundamental para la lingüística del texto moderna.
  • Ciapuscio, Guiomar y Adelstein, Andreína (coords.): La Lingüística. Una introducción a sus principales preguntas. Buenos Aires, EUDEBA, 2021. Selección actualizada de temas y preguntas esenciales que integra la perspectiva teórica de la lingüística contemporánea con aproximaciones académicas rigurosas.

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Lengua y Literatura actualmente JUBILADO.
    Mí último destino fue la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevaba más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho fui asesor en varios centros del profesorado y me dediqué, entre otras cosas, a la formación de docentes; trabajé durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante estuve en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.

    Ahora, desde este retiro, soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo materiales útiles para el área de Lengua castellana y Literatura. ¡Disfrútala!

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