Francisco Ayala. La cabeza del cordero

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By Víctor Villoria

La cabeza del cordero es un libro compuesto por cinco relatos del autor Francisco Ayala. La obra tiene como trasfondo las experiencias personales y las reflexiones del autor sobre la Guerra Civil española. En el prólogo del libro, el propio Ayala explica que su intención no es abordar el conflicto desde un punto de vista anecdótico, sino explorar “la Guerra Civil en el corazón de los hombres”, es decir, las pasiones humanas permanentes como la envidia, la presunción o el aburrimiento, que considera el germen de la tragedia.

Las narraciones del libro presentan el conflicto desde diferentes perspectivas temporales:

  • “El mensaje”: Se sitúa en un momento anterior a 1936, sugiriendo que la tragedia futura ya se incubaba en las vidas rutinarias de sus personajes.
  • “El Tajo”: Aborda la guerra en su actualidad, pero reducida a un drama de conciencia y a un conflicto singular.
  • “El regreso” y “La cabeza del cordero”: Tratan la guerra como un hecho consumado cuyo peso sigue gravitando sobre los protagonistas diez años después.

En todas las historias, los personajes se ven abrumados por un destino que sienten merecido pero que, a la vez, les ha sido impuesto sin una responsabilidad directa, generando un equívoco constante entre la inocencia y la culpa.

Contextualización del fragmento

El texto que vas a leer pertenece al relato que da título al libro, “La cabeza del cordero”. Este fragmento es un momento clave dentro de la narración, en la que el protagonista y narrador se encuentra con un pariente lejano llamado Yusuf, descendiente de la rama de su familia que permaneció en el norte de África tras la expulsión de los moriscos de España.

El pasaje se desarrolla en un cementerio musulmán al atardecer. El narrador, a quien el propio Ayala describe como “inteligente, cínico, burlón, canalla”, provoca a Yusuf preguntándole por qué no realiza sus oraciones. La escena que sigue es la respuesta de Yusuf, quien, en lugar de rezar, le cuenta la historia de un antepasado común: “Torres el evadido”.

La historia de este ancestro se presenta de manera ambigua y legendaria, con múltiples versiones que reflejan la complejidad del pasado y la memoria:

  • Una leyenda popular que cuenta que fue liberado de una mazmorra por un ángel.
  • Una versión más maliciosa que sugiere que escapó gracias a sus “dotes descomunales” con las que sedujo a mujeres de la casa real, incluida la sultana.
  • Una interpretación política, defendida por la madre de Yusuf, que lo presenta como un mártir que conspiró contra un rey usurpador a favor del legítimo heredero.

Este relato dentro del relato encapsula los temas centrales de la obra: el reencuentro de dos mundos separados por la historia, la persistencia del pasado en el presente y la naturaleza fragmentaria y subjetiva de la verdad histórica, que se construye a través de anécdotas, leyendas y relatos contrapuestos. La actitud “medio divertida, medio malévola” del narrador subraya el cinismo con el que se enfrenta a este legado familiar y a su propia identidad dividida.

Fragmento

Yo prestaba poco oído a sus palabras, distraído en la belleza del paisaje, que por momentos se envolvía en la púrpura de una soberbia puesta de sol. Contemplando desde aquella altura solitaria el encendido horizonte, se me ocurrió de pronto: «¿Y tu plegaria? ¿No rezáis, vosotros los mahometanos, al poniente?». Se lo dije medio divertido, medio malévolo, y me quedé a la espera. «Debería rezar, sí. Debería hacerlo», fue su respuesta. Estaba serio. Luego, paseó su vista, llena de melancolía, por el celaje rosa y dorado, y continuó su paseo por entre las sepulturas. Yo le seguí en silencio.

Al cabo de un buen trecho se volvió a hablarme: «Ahí, en esta tumba —dijo, y su dedo señalaba al suelo— yace Torres el evadido, llamado también el del ángel. Mejor dicho: sólo su cuerpo está enterrado ahí, quiero decir: tronco, brazos y piernas; pues su cabeza fue expuesta en un garfio donde debía permanecer para escarmiento durante un mes».

«Es una tumba antigua ya», observé, interrogante.

«Más de un siglo tiene; cerca de siglo y medio; es de la época del rey Abdelahmed. Él fue quien lo mandó degollar y, según parece, no tan sin motivo. Este mi antepasado debió ser un hombre por demás travieso. A propósito suyo corren, o corrieron, muchas anécdotas, alguna leyenda». Sonrió Yusuf. «Sin duda, le ocasionó al rey inquietudes y trastornos en relación con las mujeres de su casa. Era fama que le había favorecido Alá con dotes descomunales, tanto que de ahí le venía otro apodo, bastante indecente, por el que era conocido en todo Fez, y que llegó a atraerle la curiosidad hasta de la misma sultana. Ignoro si alcanzaría a satisfacerla; se cuentan salacidades; el hecho es que fue a parar a una mazmorra. Y aquí interviene la leyenda: dicen que, un buen día, cuando llevaba ya más de un año preso, vino un ángel a sacarlo del sueño y, con una señal de silencio le mandó seguirle por galerías y canceles, sin que nadie se opusiera a su paso. Por la mañana, los guardianes sólo hallaron en la mazmorra el cántaro de agua medio vacío: las cerraduras estaban intactas… Pero no faltan quienes, desmintiendo la leyenda digan que si pudo abrirlas, fue precisamente con la misma llave poderosa que le había servido para forzar el serrallo del rey». Yusuf hablaba ahora con animación, visiblemente divertido, y yo me complacía en observarlo. De pronto, cambió su fisonomía, y agregó, ahora ya en otro tono de voz: «Mi madre, por supuesto, sostiene que todo eso son patrañas, y que el evadido sufrió su cruel castigo como promotor de una conspiración contra el usurpador Abdelahmed y a favor de su sobrino, el expoliado rey Abdalá, conspiración en la que también tomaron parte algunos cautivos cristianos».

Francisco Ayala, La cabeza del cordero, 1949

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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