Unamuno. La tía Tula

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By Víctor Villoria

Importancia en la Trayectoria del Autor

Publicada en 1921, La tía Tula se sitúa en la plena madurez creativa de Miguel de Unamuno, consolidándose como una de sus exploraciones psicológicas más profundas y una obra fundamental para comprender su visión de la mujer y de la identidad española. Escrita después de sus textos filosóficos y narrativos más influyentes, como Del sentimiento trágico de la vida (1913) y Niebla (1914), esta novela ahonda en las obsesiones unamunianas desde una perspectiva femenina, lo que representa una evolución en su obra.

En el prólogo de la novela, el propio Unamuno la enmarca dentro de la tradición espiritual y quijotesca de España, estableciendo paralelismos entre su protagonista, Gertrudis, y figuras como Santa Teresa de Jesús, Antígona y Abisag. Esta conexión no es casual: Unamuno utiliza a Tula para encarnar el concepto de la maternidad espiritual frente a la maternidad carnal. La obra es una investigación sobre la voluntad de una mujer que renuncia al matrimonio y a la sexualidad para ejercer una maternidad más pura y absoluta, convirtiéndose en el eje moral y espiritual de su familia. Este conflicto entre el instinto y la voluntad, entre la carne y el espíritu, es una constante en la obra unamuniana.

La tía Tula es considerada una pieza clave en su bibliografía por su formidable creación de personaje. Gertrudis es una de las figuras femeninas más complejas y poderosas de la literatura española del siglo XX. A través de ella, Unamuno explora temas como el sacrificio, la abnegación, el poder ejercido desde el ámbito doméstico y la lucha agónica por imponer una ética personal por encima de las convenciones sociales y los deseos naturales.

Como indica en su prólogo, si en Abel Sánchez exploró los “sótanos del corazón” desde la envidia masculina, en La tía Tula desciende a esos mismos escondrijos desde una perspectiva “femenil, por sororio”. Es, por tanto, una obra esencial que complementa su visión trágica de la existencia, mostrando cómo el ansia de permanencia y de dejar una huella en el mundo puede manifestarse a través de la maternidad como un acto de voluntad pura.

Resumen General

La novela se centra en la vida de dos hermanas huérfanas, Rosa y Gertrudis, conocida por todos como “Tula”. Rosa, de una belleza espléndida y abierta, atrae la atención de Ramiro, un joven de buena posición. Sin embargo, es la fuerte personalidad y la mirada tenaz de Tula la que domina la relación desde el principio, impulsando y sancionando el noviazgo y posterior matrimonio de su hermana.

Tras la boda, Tula se convierte en una presencia constante en el nuevo hogar, una figura tutelar cuya autoridad moral es indiscutible. Su papel se vuelve indispensable cuando Rosa, tras dar a luz a su primer hijo, comienza a delegar el cuidado del niño en su hermana. Tula asume la maternidad de facto, encontrando en la crianza de sus sobrinos la realización de su vocación más profunda.

El conflicto central de la obra se desata tras la prematura muerte de Rosa. En su lecho de muerte, le hace prometer a Tula que sus hijos no tendrán madrastra, sugiriendo que sea ella quien se case con Ramiro. Tula acepta ser la madre de los niños, pero rechaza firmemente la idea del matrimonio. Se instala en la casa de su cuñado para criar a los niños, pero impone una estricta barrera entre ella y Ramiro, creando una situación de enorme tensión emocional y psicológica.

Ramiro, que siempre se sintió atraído por la arrolladora personalidad de Tula, se ve atrapado entre su deseo por ella y la castidad que esta le impone. La convivencia se convierte en una lucha constante: Tula ejerce una maternidad total y un dominio absoluto sobre el hogar, mientras reprime violentamente cualquier acercamiento de Ramiro, a quien considera un “niño grande” al que debe guiar. Esta situación insostenible conduce a Ramiro a una decisión desesperada que alterará trágicamente el destino de todos los miembros de la familia, obligando a Tula a llevar su sacrificio y su voluntad hasta las últimas consecuencias.

Fragmentos Significativos

La Decisión de Ser Tía

Este fragmento inicial establece la dinámica de poder entre las dos hermanas. Ante la propuesta de matrimonio de Ramiro a Rosa, es Tula quien toma las riendas, rechaza las coqueterías y define su propio destino en relación con el de su hermana: el de ser “tía”.


—¿Pero es que crees que le he dicho ya que sí?

—Sé que se lo dirás al cabo, y basta.

—No importa; hay que hacerle esperar y hasta rabiar un poco…

—¿Para qué?

—Hay que hacerse valer.

—Así no te haces valer, Rosa; y ese coqueteo es cosa muy fea.

—De modo que tú…

—A mí no se me ha dirigido.

—¿Y si se hubiera dirigido a ti?

—No sirve preguntar cosas sin sustancia.

—Pero tú, si a ti se te dirige, ¿qué le habrías contestado?

—Yo no he dicho que me parece un guapo mozo y que es simpático, y por eso me habría puesto a estudiarle…

—¿Y entretanto si iba a otra…

—Es lo más probable.

—Pues así, hija, ya puedes prepararte…

—Sí, a ser tía.

—¿Cómo tía?

—Tía de tus hijos, Rosa.

—¡Eh, qué cosas tienes! —y se quebró la voz.

—Vamos, Rosita, no te pongas así, y perdóname —le dijo dándole un beso.

—Pero si vuelves…

—¡No, no volveré!

—Y bien, ¿qué le digo?

—¡Dile que sí!

—Pero pensará que soy demasiado fácil…

—¡Entonces dile que no!

—Pero es que…

—Sí, que te parece un guapo mozo y simpático. Dile, pues, que sí y no andes con más coqueterías, que eso es feo. Dile que sí. Después de todo, no es fácil que se te presente mejor partido. Ramiro está muy bien, es hijo solo…

—Yo no he hablado de eso.

—Pero yo hablo de ello, Rosa, y es igual.

La Promesa en el Lecho de Muerte

Este pasaje es el núcleo del conflicto de la novela. Rosa, moribunda, le pide a su hermana que se haga cargo de sus hijos, pero su petición va más allá, planteando el matrimonio con Ramiro. La respuesta de Tula, firme y a la vez ambigua, sella el destino de todos.


—Mira, Tula, yo me muero y me muero sin remedio. Ahí te dejo mis hijos, los pedazos de mi corazón, y ahí te dejo a Ramiro, que es como otro hijo. Créeme que es otro niño, un niño grande y antojadizo, pero bueno, más bueno que el pan. No me ha dado ni un solo disgusto. Ahí te los dejo, Tula.

—Descuida, Rosa; conozco mis deberes.

—Deberes…. deberes…

—Sí, sé mis amores. A tus hijos no les faltará madre mientras yo viva.

—Gracias, Tula, gracias. Eso quería de ti.

—Pues no lo dudes.

—¡Es decir que mis hijos, los míos, los pedazos de mi corazón, no tendrán madrastra! .

—¿Qué quieres decir con eso, Rosa?

—Que como Ramiro volverá a pensar en casarse…, es lo natural…, tan joven… y yo sé que no podrá vivir sin mujer, lo sé …. pues que…

—¿Qué quieres decir?

—Que serás tú su mujer, Tula.

—Yo no te he dicho eso, Rosa, y ahora, en este momento, no puedo, ni por piedad, mentir. Yo no te he dicho que me casaré con tu marido si tú le faltas; yo te he dicho que a tus hijos no les faltará madre…

—No, tú me has dicho que no tendrán madrastra.

—¡Pues bien, sí, no tendrán madrastra!

—Y eso no puede ser sino casándote tú con mi Ramiro, y mira, no tengo celos, no. ¡Si ha de ser de otra, que sea tuyo! Que sea tuyo. Acaso…

—¿Y por qué ha de volver a casarse?

—¡Ay, Tula, tú no conoces a los hombres! Tú no conoces a mi marido…

—No, no le conozco.,

—¡Pues yo sí!

—Quién sabe…

La Sentencia de Tula

Tras descubrir la relación de Ramiro con la criada, Manuela, y el embarazo de esta, Gertrudis ejerce su autoridad moral de manera implacable. En este diálogo, dicta la sentencia que definirá el futuro de todos, revelando la esencia de su carácter: una mezcla de compasión, dureza y una voluntad inflexible de imponer lo que considera justicia.


—Que les dé madrastra?

—¡No, eso no!, que aquí estoy yo para seguir siendo su madre. Pero que des padre al que haya de ser tu nuevo hijo, y que le des madre también. Esa hospiciana tiene derecho a ser madre, tiene ya el deber de serlo, tiene derecho a su hijo, y al padre de su hijo.

—Pero Gertrudis…

—Cásate con ella, te he dicho; y te lo dice Rosa. Sí —y su voz, serena y pastosa, resonó como una campana—. Rosa, tu mujer, te dice por mi boca que te cases con la hospiciana. ¡Manuela!

—¡Señora! —se oyó como un gemido, y la pobre muchacha, que acurrucada junto al fogón, en la cocina, había estado oyéndolo todo, no se movió de su sitio. Volvió a llamarla, y después de otro «¡Señora!», tampoco se movió.

—Ven acá, o iré a traerte.

—¡Por Dios! —suplicó Ramiro.

La muchacha apareció cubriéndose la llorosa cara con las manos.

—Descubre la cara y míranos.

—¡No, señora, no!

—Sí, míranos. Aquí tienes a tu amo, a Ramiro, que te pide perdón por lo que de ti ha hecho.

—Perdón, yo, señora, y a usted…

—No, te pide perdón y se casará contigo.

—¡Pero señora! —clamó Manuela a la vez que Ramiro clamaba: «¡Pero Gertrudis!»

—Lo he dicho, se casará contigo; así lo quiere Rosa. No es posible dejarte así. Porque tú estás ya…, ¿no es eso?

—Creo que sí, señora; pero yo…

—No llores así ni hagas juramentos; sé que no es tuya la culpa…

—Pero se podría arreglar…

—Bien sabe aquí Manuela —dijo Ramiro— que nunca he pensado en abandonarla… Yo le colocaría…

—Sí, señora, sí; yo me contento…

—No, tú no debes contentarte con eso que ibas a decir. O mejor, aquí Ramiro no puede contentarse con eso. Tú te has criado en el hospicio, ¿no es eso?

—Sí, señora.

—Pues tu hijo no se criará en él. Tiene derecho a tener padre, a su padre, y le tendrá. Y ahora vete…, vete a tu cuarto, y déjanos.

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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