Coplas a la muerte de su padre. Jorge Manrique

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By Víctor Villoria

Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. Análisis

Contexto histórico y biográfico

Jorge Manrique (c. 1440-1479) representa la síntesis perfecta entre el guerrero medieval y el poeta del prerrenacimiento. Nacido probablemente en Paredes de Nava, en el seno de una de las familias nobles más influyentes de Castilla, los Manrique de Lara, vivió en una época de profundas transformaciones sociales y políticas.

El contexto histórico en el que se inscribe la obra es fundamental para su comprensión. El siglo XV castellano se caracteriza por las guerras civiles, la crisis de la nobleza tradicional, y el paso del mundo feudal al mundo moderno. La Peste Negra y las crisis demográficas habían transformado la mentalidad medieval, generando una nueva conciencia de la muerte como realidad omnipresente.

Manrique participó activamente en la guerra de sucesión castellana, apoyando a Isabel la Católica frente a Juana la Beltraneja. Murió en combate en 1479, cerca del castillo de Garcimuñoz, cuando apenas contaba 39 años, dejando una obra poética breve pero de extraordinaria calidad.

Estructura y composición de la obra

Métrica: La copla manriqueña

Las Coplas están compuestas por 40 estrofas denominadas coplas de pie quebrado o coplas manriqueñas. Cada copla consta de dos sextillas con el esquema métrico 8a 8b 4c 8a 8b 4c / 8d 8e 4f 8d 8e 4f, donde se alternan versos octosílabos con tetrasílabos, creando el característico “pie quebrado”.

Esta disposición métrica, perfeccionada por Manrique, confiere al poema un ritmo quebradizo y fúnebre, comparado por Azorín con “el repique funeral de una campana”. Aunque no fue inventor de esta forma estrófica, Manrique la elevó a su máxima expresión artística.

División estructural tripartita

La crítica tradicional ha establecido una estructura tripartita que refleja la progresión temática del poema:

Primera parte (Coplas I-XIV): Reflexión general

  • Introducción moralizante sobre la fugacidad de la vida y la omnipotencia de la muerte
  • Empleo del tópico tempus fugit y reflexiones sobre la vanidad de los placeres mundanos
  • Uso de la primera persona del plural (“nuestro”, “tenemos”) que implica al lector en la reflexión universal

Segunda parte (Coplas XV-XXIV): Ejemplos históricos

  • Aplicación del tópico ubi sunt? (“¿dónde están?”) a personajes históricos recientes
  • Mención de Juan II, Enrique IV, Álvaro de Luna, y otros nobles de la época
  • Demostración práctica de que ni el poder ni la riqueza pueden escapar a la muerte igualadora

Tercera parte (Coplas XXV-XL): Elogio de Rodrigo Manrique

  • Retrato de las virtudes del padre como modelo de caballero cristiano
  • Diálogo entre la Muerte y Rodrigo Manrique (coplas XXXIV-XXXVII)
  • Presentación de las tres vidas: terrenal, de la fama, y eterna

Temas principales

Los tópicos medievales

Las Coplas constituyen una síntesis magistral de los principales tópicos de la literatura medieval:

Tempus fugit: La primera copla introduce inmediatamente la idea del tiempo que huye, con la famosa advertencia “cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando”.

Ubi sunt?: El interrogante retórico “¿dónde están?” domina la segunda parte, aplicado a los poderosos de antaño que han desaparecido sin dejar rastro.

Vanitas vanitatis: La vanidad de las cosas mundanas se ejemplifica con los “placeres y dulzores” que no son sino “corredores” hacia la “celada” de la muerte.

Omnia mors aequat: La muerte como igualadora universal que “a papas y emperadores / y prelados, / así los trata […] / como a los pobres pastores / de ganados”.

El concepto de las tres vidas

Una de las innovaciones conceptuales más significativas de Manrique es la formulación de las tres vidas:

  • Vida terrenal: La existencia física, temporal y perecedera
  • Vida de la fama: La pervivencia en el recuerdo por las obras nobles realizadas
  • Vida eterna: La salvación del alma en el más allá

Este esquema, que incorpora elementos del humanismo incipiente, eleva la fama mundana por encima de la mera existencia corporal, anticipando valores renacentistas sin abandonar la ortodoxia cristiana.

Innovaciones poéticas y estilísticas

Lenguaje y estilo

Frente al cultismo latinizante predominante en su época (Juan de Mena, Marqués de Santillana), Manrique opta por un lenguaje sencillo y natural. Aunque incorpora algunos cultismos (“ficciones”, “diligencia”, “deidad”), lo hace con tal naturalidad que muchos han pasado al uso común.

El estilo manriqueño se caracteriza por la sencillez expresiva, la claridad conceptual, y el empleo del sermo humilis o estilo humilde, propio de la literatura didáctica. Esta opción estilística anuncia ya “la claridad y el equilibrio renacentistas”.

La personificación de la Muerte

Una de las innovaciones más notables es el tratamiento de la Muerte como personaje alegórico. A diferencia de las representaciones macabras típicas del siglo XV, la Muerte manriqueña evoluciona progresivamente:

  • Inicio: Mera abstracción que “viene tan callando”
  • Desarrollo: Fuerza activa que tiende “celadas” y dispara “flechas”
  • Culminación: Personaje cortés que dialoga con Rodrigo Manrique, tratándole como a un igual.

Este proceso de personificación graduada culmina en el diálogo de las coplas XXXIV-XXXVII, donde la Muerte se dirige al maestre con respeto y cortesía, reconociendo sus méritos y exhortándole a aceptar serenamente su destino.

Contexto literario y fuentes

Influencias bíblicas y patrísticas

Las Coplas revelan un profundo conocimiento de las fuentes bíblicas y patrísticas. La inspiración fundamental procede del Eclesiastés (“Vanitas vanitatum et omnia vanitas”) y de los Comentarios morales al Libro de Job de San Gregorio Magno.

La estructura discursiva muestra influencias del ars praedicandi medieval, particularmente en su tono exhortativo y en la disposición retórica que permite “volver varios pasos atrás para partir de nuevo desde el thema”.

Tradición elegíaca

Como epicedio o elegía funeral, la obra se inscribe en la tradición clásica del género, pero la trasciende mediante la incorporación de elementos autóctonos y la personalización del dolor.

Fortuna crítica y recepción

Recepción inmediata

Desde su primera publicación (c. 1480-1490), las Coplas alcanzaron un éxito extraordinario. Fueron glosadas por numerosos autores (Rodrigo de Valdepeñas, Alonso de Cervantes, Jorge de Montemayor, entre otros) y musicadas por compositores como Alonso Mudarra.

La obra mereció incluso el honor de una traducción al latín, lengua culta de la época, testimoniando su reconocimiento erudito inmediato.

Siglo de Oro

Lope de Vega declaró que las Coplas “merecían estar escritas en letras de oro”. La obra se convirtió en referencia obligada de la literatura española, influyendo en autores como Andrés Fernández de Andrada y Francisco de Quevedo.

Generación del 98 y Generación del 27

Los noventayochistas (Unamuno, Azorín, Antonio Machado) y los poetas de la Generación del 27 redescubrieron a Manrique como poeta esencial. Pedro Salinas le dedicó el estudio fundamental Jorge Manrique, o tradición y originalidad (1947), mientras que Jorge Guillén tituló una de sus obras con el verso manriqueño “Que van a dar en la mar”.

Significación histórico-literaria

Transición medieval-renacentista

Las Coplas representan un momento de transición entre la mentalidad medieval y el humanismo renacentista. Mantienen la estructura conceptual cristiana (vanidad del mundo, muerte igualadora, salvación eterna) pero incorporan la valoración de la fama terrena como forma legítima de trascendencia.

Innovación en la tradición

La genialidad manriqueña radica en su capacidad para renovar la tradición sin romper con ella. Como señala Pedro Salinas, su originalidad reside en “su tratamiento de ese pasado, en su actitud frente a la tradición”.

Universalidad temática

La universalidad de los temas abordados (muerte, tiempo, memoria, trascendencia) explica la pervivencia de la obra a través de los siglos. Las Coplas trascienden su circunstancia histórica concreta para convertirse en reflexión intemporal sobre la condición humana.

Conclusión

Las Coplas por la muerte de su padre constituyen una de las obras maestras de la literatura española medieval y, por extensión, de la literatura universal. Su perfección formal, profundidad temática, y equilibrio entre tradición e innovación las convierten en paradigma de la transición del mundo medieval al renacentista.

Jorge Manrique logró crear, a partir de materiales tradicionales, una obra de belleza intemporal que, en palabras de la crítica, “une tradición y originalidad” de manera magistral. Su influencia en la literatura posterior y su capacidad para emocionar a lectores de todas las épocas confirman su condición de clásico imperecedero de las letras hispánicas.

La obra no solo honra la memoria de Rodrigo Manrique, sino que, cumpliendo la propia profecía del poema, perpetúa la fama de su autor, asegurándole esa “vida segunda” que el poeta consideraba superior a la mera existencia terrenal pero inferior únicamente a la salvación eterna.

Coplas por la muerte de su padre

I

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.

II

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s’es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.

III

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu’es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

INVOCACIÓN

IV

Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
Aquél sólo m’encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
su deidad.

V

Este mundo es el camino
para el otro, qu’es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.

VI

Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.

VII

Si fuesse en nuestro poder
hazer la cara hermosa
corporal,
como podemos hazer
el alma tan glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
e tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
descompuesta!

VIII

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.

IX

Dezidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.

X

Pues la sangre de los godos,
y el linaje e la nobleza
tan crescida,
¡por cuántas vías e modos
se pierde su grand alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
por cuán baxos e abatidos
que los tienen;
otros que, por non tener,
con oficios non debidos
se mantienen.

XI

Los estados e riqueza,
que nos dexen a deshora
¿quién lo duda?,
non les pidamos firmeza.
pues que son d’una señora;
que se muda,
que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual non puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.

XII

Pero digo c’acompañen
e lleguen fasta la fuessa
con su dueño:
por esso non nos engañen,
pues se va la vida apriessa
como sueño,
e los deleites d’acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
e los tormentos d’allá,
que por ellos esperamos,
eternales.

XIII

Los plazeres e dulçores
desta vida trabajada
que tenemos,
non son sino corredores,
e la muerte, la çelada
en que caemos.
Non mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.

XIV

Esos reyes poderosos
que vemos por escripturas
ya passadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
assí, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
e perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

XV

Dexemos a los troyanos,
que sus males non los vimos,
ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos e leímos
sus hestorias;
non curemos de saber
lo d’aquel siglo passado
qué fue d’ello;
vengamos a lo d’ayer,
que también es olvidado
como aquello.

XVI

¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d’Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
como truxeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e çimeras?

XVII

¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
d’amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
que traían?

XVIII

Pues el otro, su heredero
don Anrique, ¡qué poderes
alcançaba!
¡Cuánd blando, cuánd halaguero
el mundo con sus plazeres
se le daba!
Mas verás cuánd enemigo,
cuánd contrario, cuánd cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuánd poco duró con él
lo que le dio!

XIX

Las dávidas desmedidas,
los edeficios reales
llenos d’oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
del tesoro,
los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?

XX

Pues su hermano el innocente
qu’en su vida sucesor
se llamó
¡qué corte tan excellente
tuvo, e cuánto grand señor
le siguió!
Mas, como fuesse mortal,
metióle la Muerte luego
en su fragua.
¡Oh jüicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua.

XXI

Pues aquel grand Condestable,
maestre que conoscimos
tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas e sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
al dexar?

XXII

E los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,
c’a los grandes e medianos
truxieron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
qu’en tan alto fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?

XXIII

Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t’ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.

XXIV

Las huestes inumerables,
los pendones, estandartes
e banderas,
los castillos impugnables,
los muros e balüartes
e barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo passas de claro
con tu flecha.

XXV

Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hazer caros,
pues qu’el mundo todo sabe
cuáles fueron.

XXVI

Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d’enemigos!
¡Qué maestro d’esforçados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!

XXVII

En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
e batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
e trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su braço, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.

XXVIII

Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
e buen talante.
Aurelio Alexandre fue
en desciplina e rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el grand amor
de su tierra.

XXIX

Non dexó grandes tesoros,
ni alcançó muchas riquezas
ni vaxillas;
mas fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
e sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros e cavallos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas e los vasallos
que le dieron.

XXX

Pues por su honra y estado,
en otros tiempos passados
¿cómo s’hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos e criados
se sostuvo.
Después que fechos famosos
fizo en esta misma guerra
que hazía,
fizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía.

XXXI

Estas sus viejas hestorias
que con su braço pintó
en joventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos e ancianía
bien gastada,
alcançó la dignidad
de la grand Caballería
dell Espada.

XXXII

E sus villas e sus tierras,
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por çercos e por guerras
e por fuerça de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portogal,
y, en Castilla, quien siguió
su partido.

XXXIII

Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
a que non puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa d’Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,

XXXIV

diziendo: “Buen caballero,
dexad el mundo engañoso
e su halago;
vuestro corazón d’azero
muestre su esfuerço famoso
en este trago;
e pues de vida e salud
fezistes tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta
que vos llama.”

XXXV

“Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
qu’esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dexáis.
Aunqu’esta vida d’honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
peresçedera.”

XXXVI

“El vivir qu’es perdurable
non se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
contra moros.”

XXXVII

“E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperança,
qu’estotra vida tercera
ganaréis.”

[Responde el Maestre:]

XXXVIII

“Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura.”

[Del maestre a Jesús]

XXXIX

“Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
e baxo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
en tu persona,
non por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona”.

FIN

XL

Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
su memoria.

Jorge Manrique
Voz: Manuel López Castilleja
Música: Music of the early baroque

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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