Ángel González. Discurso a los jóvenes

De vosotros,

los jóvenes,

espero

no menos cosas grandes que las que realizaron

vuestros antepasados.

Os entrego

una herencia grandiosa:

sostenedla.

Amparad ese río

de sangre,

sujetad con segura

mano

el tronco de caballos

viejísimos,

pero aún poderosos,

que arrastran con pujanza

el fardo de los siglos

pasados.

 

Nosotros somos estos

que aquí estamos reunidos,

y los demás no importan.

 

Tú, Piedra,

hijo de Pedro, nieto

de Piedra

y biznieto de Pedro,

esfuérzate

para ser siempre piedra mientras vivas,

para ser Pedro Petrificado Piedra Blanca,

para no tolerar el movimiento

para asfixiar en moldes apretados

todo lo que respira o que palpita.

 

A ti,

mi leal amigo,

compañero de armas,

escudero,

sostén de nuestra gloria,

joven alférez de mis escuadrones

de arcángeles vestidos de aceituna,

sé que no es necesario amonestarte:

con seguir siendo fuego y hierro,

basta.

Fuego para quemar lo que florece.

Hierro para aplastar lo que se alza.

 

Y finalmente,

tú, dueño

del oro y de la tierra

poderoso impulsor de nuestra vida,

no nos faltes jamás.

Sé generoso

con aquéllos a los que necesitas,

pero guarda,

expulsa de tu reino,

mantenlos más allá de tus fronteras,

déjalos que se mueran,

si es preciso,

a los que sueñan,

a los que no buscan

más que luz y verdad,

a los que deberían ser humildes

y a veces no lo son, así es la vida.

 

Si alguno de vosotros

pensase

yo le diría: no pienses.

 

Pero no es necesario.

 

Seguid así,

hijos míos,

y yo os prometo

paz y patria feliz,

orden,

silencio.

 

Ángel González, Sin esperanza, con convencimiento, 1961

Autor del audio: Ángel González

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