Anónimo. Calila y Dimna

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Calila e Dimna es una colección de unos setenta relatos morales o apólogos de origen hindú fechada hacia 1251, y probablemente traducida por orden de Alfonso X el Sabio al castellano cuanto todavía era un infante.

Capítulo VIII

Del religioso e del can; es el capítulo del home que face las cosas rabiosamente, e a que torna su facienda

Dijo el rey al filósofo: “Ya oí este ejemplo e entendí lo; pues dame agora ejemplo del homne que face las cosas sin albedrío e sin pensamiento e a qué torna su facienda e cima”. Dijo el filósofo: “El que non face sus cosas de vagar, siempre se arrepiente, et esto semeja al ejemplo del religioso e del can e del culebro”. Dijo el rey: “¿E cómo fue eso?”

Dijo el filósofo: “Dicen que en tierra de Jorgen, había un religioso que había su muger, e estovo ella que se non empreñó un tiempo, desí empreñóse, e fue su marido muy gozoso, et díjole: “Alégrate, ca fío por Dios que parirás fijo varón, complido de sus miembros, con que nos alegremos e de que nos aprovechemos; et quiero le buscar ama que lo críe, e buen nombre que le ponga”. Et dijo la muger: “¿Quién te pone en fablar en lo que non sabes si será o non? Calla e sei pagado con lo que Dios te diere; que el homne entendido non asma las cosas non ciertas, nin judga las aventuras, ca el querer e el asmar en solo Dios es, et sepas que quien quiere contrastar las aventuras e judgar las cosas antes que sean, acaescer le ha lo que acaesció al religioso que vertió la miel e la manteca sobre su cabeza”. Dijo el marido: “¿Cómo fue eso?”

El religioso que vertió la miel y manteca sobre su cabeza

Dijo la muger: “Dicen que un religioso había cada día limosna de casa de un mercador rico, pan e miel e manteca e otras cosas de comer. Et comía el pan e los otros comeres, e guardaba la miel e la manteca en una jarra, e colgóla a la cabecera de su cama, fasta que se finchó la jarra. Et acaesció que encaresció la miel e la manteca, et estando una vegada asentado en su cama, comenzó a fablar entre sí et dijo así: “Venderé lo que está en esta jarra por tantos maravedís, e compraré por ellos diez cabras, e empreñar se han, e parirán a cabo de cinco meses”. Et fizo cuenta desta guisa, e falló que fasta cinco años montaban bien cuatrocientas cabras. Desí dijo: “Vender las he e compraré por lo que valieren cient vacas, por cada cuatro cabras una vaca, et habré simiente, e sembraré con los bueyes, et aprovechar me he de los becerros e de las fembras e de la leche, et antes de los cinco años pasados habré dellas e de la leche e de las mieses algo grande, et labraré muy nobles casas, e compraré esclavos e esclavas; et esto fecho, casarme he con una muger muy fermosa e de grant linaje e noble, e empreñar se ha de un fijo varón complido de sus miembros, e poner lo he muy buen nombre, e enseñar le he buenas costumbres, e castigar lo he de los castigos de los reyes e de los sabios, et si el castigo e el enseñamiento non rescibiere, ferir lo he con esta vara que tengo en la mano muy mal”. Et alzó la mano e la vara, en diciendo esto, e dio con ella en la jarra que tenía a la cabecera de la cama, e quebróse, e derramóse, la miel e la manteca sobre su cabeza.

Et tú, homne bueno, non quieras fablar nin asmar lo que non sabes que será”. Desí parió la muger un fijo complido de sus miembros, e fueron muy gozosos con él. Et acaesció un día que se fue la madre a recabdar lo que había menester, e dijo al marido: “Guarda tu fijo fasta que yo torne”, e fuese ella. Et estovo él y un poco, e antojóse le de ir a alguna cosa que hubo menester, que non podía escusar, e fuese dende, e non dejó quien guardase el niño, si non un can que había criado en su casa. Et el can guardó lo cuanto pudo, ca era bien nodrido. Et había en la casa una cueva de un culebro muy grande negro. Et salió e veno para matar al niño. Et el can cuando lo vido saltó en él e matólo, e ensangrentó se todo dél.

Et tornóse el religioso de su mandado. Et en llegando a la puerta, salió lo a recibir el can con grant gozo, mostrando le lo que ficiera. Et él, cuando vido el can todo ensangrentado, perdió el seso pensando que había muerto a su fijo, et non se sufrió fasta que lo viese, et dio tal golpe al can fasta que lo mató e lo aquedó, e non lo debiera facer. Et después entró e falló al niño vivo e sano, e al culebro muerto e despedazado, e entendió cómo acaeciera, et comenzóse a mesar e a llorar e a carpirse e a decir: “Mandase Dios que este niño non fuese nascido, e yo non hobiese fecho este pecado e esta traición”. Et estando en esto entró su muger et falló lo llorando. Et díjole: “¿Por qué lloras et qué es este culebro que veo despedazado e este can muerto?” Et él fizo gelo saber todo como acaesciera, et dijo la muger: “Éste es el fruto del apresuramiento, e del que non comide la cosa antes que la faga, e que sea bien cierto della: arrepentir se cuando non le tiene pro”.

Texto procedente de cervantesvirtual.com