El cantar de Mío Cid. 2025

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By Víctor Villoria

El Cantar de Mío Cid: obra cumbre de la épica castellana

El Cantar de Mío Cid constituye la obra maestra de la épica castellana medieval y uno de los monumentos literarios más importantes de la literatura española. Esta composición anónima, compuesta hacia el año 1200 según la crítica más reciente, narra las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, basándose en hechos históricos de finales del siglo XI.

El manuscrito y la tradición textual

El texto del Cantar de Mío Cid se conserva en un único manuscrito conocido como Códice de Vivar, copiado en el siglo XIV por Per Abbat y custodiado actualmente en la Biblioteca Nacional de España. Se trata de un códice único (codex unicus) que presenta algunas lagunas: faltan la primera hoja del original y otras dos en el interior, aunque el contenido perdido puede reconstruirse a partir de las prosificaciones cronísticas, especialmente de la Crónica de veinte reyes.

La relevancia del manuscrito trasciende lo puramente literario, ya que su estudio por parte de Ramón Menéndez Pidal a finales del siglo XIX dio inicio a la filología moderna en España. Menéndez Pidal aplicó por primera vez el método histórico-crítico al estudio de este texto, inaugurando así los estudios filológicos españoles contemporáneos.

Estructura y argumento

El poema se divide modernamente en tres partes o cantares, que corresponderían a las sesiones de recitado del juglar, con aproximadamente 1.200 versos cada una:

Cantar del Destierro (versos 1-1.084)

El primer cantar narra el destierro del Cid tras ser acusado de haberse apropiado de parte de los tributos que debía entregar al rey Alfonso VI. El héroe abandona sus tierras de Vivar acompañado de un pequeño grupo de fieles vasallos. Durante esta primera parte, el Cid conquista los territorios de Castejón y Alcocer, demuestra su astucia al obtener dinero de los judíos Raquel y Vidas mediante el engaño de las arcas llenas de arena, y vence al conde de Barcelona, ganando la espada Colada.

Esta primera parte establece el tema central del honor perdido y la necesidad de recuperarlo. El Cid, despojado de su honra política y social por el destierro, inicia un proceso de rehabilitación basado en sus propios méritos y hazañas.

Cantar de las Bodas (versos 1.085-2.277)

El segundo cantar relata la conquista de Valencia y la progresiva recuperación del favor real. El Cid conquista importantes plazas como Jérica, Onda, Almenar y Murviedro, culminando con la toma de Valencia. Envía ricos presentes al rey Alfonso VI a través de Minaya Álvar Fáñez, lo que le permite recuperar el favor real y que su familia —doña Jimena y sus hijas doña Elvira y doña Sol— se reúna con él en Valencia.

La riqueza obtenida por el Cid despierta la codicia de los infantes de Carrión, Diego y Fernando González, quienes solicitan en matrimonio a las hijas del héroe. El rey y el Cid se reconcilian públicamente a orillas del río Tajo, y se celebran en Valencia las bodas de las hijas del Campeador con los infantes.

Cantar de la Afrenta de Corpes (versos 2.278-3.730)

El tercer cantar desarrolla la segunda pérdida y recuperación del honor. Los infantes de Carrión demuestran su cobardía en diversas ocasiones: huyendo ante la aparición de un león escapado y mostrando pavor en el combate contra el rey de Marruecos Búcar. Humillados por las burlas de los vasallos del Cid, los infantes deciden vengarse maltratando y abandonando a las hijas del héroe en el robledo de Corpes.

El Cid solicita justicia al rey Alfonso VI, quien convoca Cortes en Toledo. En el juicio, el Campeador recupera sus espadas Colada y Tizona y la dote entregada, y sus representantes —Pero Bermúdez, Martín Antolínez y Muño Gustioz— vencen en duelo judicial a los infantes y a su hermano Asur González. El poema concluye con el anuncio de las nuevas bodas de las hijas del Cid con los infantes de Navarra y Aragón.

Tema central: la recuperación del honor

El tema fundamental del Cantar de Mío Cid es la recuperación del honor a través del esfuerzo personal y el mérito individual. La estructura interna se organiza en torno a un doble proceso de pérdida y recuperación de la honra, creando lo que Alberto Montaner denomina una trayectoria en forma de “W”: descenso-ascenso-descenso-ascenso.

El honor en el poema presenta una doble dimensión: pública y privada. La honra pública se relaciona con la posición social, los bienes materiales, el reconocimiento real y el prestigio militar. La honra privada se vincula con la dignidad familiar y el respeto debido a la esposa e hijas del héroe.

La originalidad del Cantar radica en presentar un modelo de ascensión social basado en el mérito personal frente a los privilegios de nacimiento. El Cid representa al caballero de frontera que conquista su posición a través de sus propias hazañas, contrastando con la nobleza cortesana representada por los infantes de Carrión.

Los personajes principales

El Cid Campeador

Rodrigo Díaz de Vivar constituye el centro absoluto de la narración. El poeta lo presenta como el modelo perfecto del caballero medieval, que reúne todas las virtudes caballerescas: prudencia (sapientia), fortaleza (fortitudo), justicia, templanza, piedad religiosa y amor familiar.

El Cid posee una dimensión humana que lo diferencia de otros héroes épicos. Llora al abandonar sus tierras, demuestra ternura hacia su familia, muestra clemencia con los vencidos y actúa siempre con mesura y prudencia. Esta humanización del héroe épico constituye una característica distintiva del Cantar.

Como guerrero, el Cid demuestra ser invencible en el combate individual y hábil estratega en las campañas militares. Su astucia se manifiesta tanto en el campo de batalla como en sus relaciones políticas, siempre orientadas a la recuperación de su honor perdido.

El rey Alfonso VI

Alfonso VI representa la autoridad real y encarna el poder político legítimo. Aunque inicialmente injusto al desterrar al Cid, el rey nunca es criticado directamente por el poeta, que mantiene el principio medieval de respeto a la autoridad monárquica. La frase “¡Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor!” constituye una crítica indirecta que responsabiliza a los consejeros reales más que al propio monarca.

La evolución de las relaciones entre el Cid y Alfonso VI estructura gran parte del poema. El perdón real y la reconciliación final simbolizan la restauración del orden social y la reintegración del héroe en la comunidad política.

La familia del Cid

Doña Jimena representa el modelo de la esposa medieval: fiel, sufrida y completamente subordinada a su marido. Sus apariciones son escasas pero significativas, especialmente en la escena del reencuentro en Valencia.

Doña Elvira y doña Sol, las hijas del Cid, encarnan el papel de la mujer como objeto de intercambio matrimonial en la sociedad feudal. Su caracterización es muy limitada, subordinada completamente a su función en la trama como víctimas de la afrenta y como instrumentos del ascenso social del héroe.

Los vasallos del Cid

Minaya Álvar Fáñez destaca como el brazo derecho del héroe, encarnando la fidelidad vasallática perfecta. Su lealtad inquebrantable y su eficacia como guerrero y diplomático lo convierten en el alter ego del protagonista.

Otros vasallos importantes incluyen a Pero Bermúdez (alférez del Cid), Martín Antolínez (el “burgalés complido”) y Muño Gustioz, todos ellos modelos de la caballería medieval que encuentra en el servicio al Cid su realización personal.

Los antagonistas

Los infantes de Carrión —Diego y Fernando González— representan la anti-caballería: son cobardes, codiciosos, vanidosos y crueles. Su caracterización enteramente negativa sirve para resaltar por contraste las virtudes del héroe y sus vasallos.

La nobleza leonesa —representada por el conde García Ordóñez y Asur González— encarna la envidia cortesana y la oposición a los valores meritocráticos que representa el Cid.

Métrica y estilo

El Cantar de Mío Cid se compone de 3.730 versos anisosilábicos (de medida irregular), aunque predominan los de catorce a dieciséis sílabas métricas. Los versos se dividen en dos hemistiquios separados por cesura, siendo el hemistiquio la unidad mínima de la prosodia épica.

La métrica se basa en el ritmo acentual más que en el cómputo silábico, con determinados acentos tónicos que actúan como apoyos rítmicos. La rima asonante caracteriza el mester de juglaría, agrupándose los versos en tiradas monorrimas de extensión variable.

El estilo del poema presenta características específicas que revelan su origen oral y su destinación popular:

La lengua arcaizante conecta conscientemente con la tradición épica anterior, creando un efecto de solemnidad y antigüedad heroica.

Las fórmulas épicas incluyen epítetos caracterizadores (“el que en buena hora nació”, “el Campeador contado”), apelaciones al auditorio (“dirévos de los cavalleros”), transiciones narrativas (“aquí veríades”) y fórmulas temporales (“cuando esto ovo fecho”).

El realismo descriptivo se manifiesta en la precisión geográfica, la exactitud en la descripción de costumbres y la verosimilitud psicológica de los personajes.

Los recursos dramáticos incluyen monólogos, diálogos vivaces, uso del estilo directo y técnicas de suspense que mantienen la atención del auditorio.

Valores y cosmovisión medieval

El Cantar de Mío Cid constituye un documento excepcional sobre la mentalidad y los valores de la sociedad castellana de los siglos XII y XIII:

La religiosidad impregna toda la obra. El Cid aparece como un caballero cristiano que combate contra los infieles, pero que también demuestra clemencia y tolerancia hacia los musulmanes vencidos. La providencia divina interviene constantemente en favor del héroe justo.

Las relaciones feudales se presentan idealizadas a través de la fidelidad vasallática perfecta que caracteriza a los hombres del Cid. El honor se concibe como un bien supremo, más valioso que la propia vida.

La vida de frontera se refleja en la importancia del botín de guerra, la supervivencia en territorio enemigo y la convivencia entre cristianos y musulmanes. El poema testimonia el espíritu de frontera característico de la Reconquista castellana.

La movilidad social se presenta como posible a través del mérito militar. El Cid encarna al caballero que conquista su posición social mediante sus propias hazañas, representando los ideales de la pequeña nobleza y los caballeros villanos.

Autoría y datación

La autoría del Cantar permanece anónima, aunque la crítica ha propuesto diversas teorías. Ramón Menéndez Pidal defendía la autoría de un juglar de Medinaceli hacia 1140, basándose en el conocimiento geográfico que demuestra el poema de esa zona y en la mención del Cid en el Carmen de expugnatione Almariae urbis (1147-1149).

Colin Smith propuso una autoría culta posterior, situando la composición hacia 1207 y defendiendo la existencia de un único autor letrado. Más recientemente, algunos estudios han sugerido incluso una autoría árabe, como la teoría de Dolores Oliver Pérez, que atribuye el poema a Abu l-Walid al-Waqqashi en 1095.

La datación más aceptada actualmente sitúa la composición del poema conservado hacia el año 1200, aunque es probable que existieran versiones anteriores perdidas que sirvieron de base al texto que conocemos.

Significación histórica y literaria

El Cantar de Mío Cid inaugura la literatura española en lengua romance y constituye el único cantar de gesta castellano conservado prácticamente completo. Su importancia trasciende lo puramente literario para convertirse en documento histórico de primer orden sobre la mentalidad medieval castellana.

La pervivencia del Cid en la cultura española se manifiesta en su prosificación en las crónicas medievales, su fragmentación en el romancero viejo, su recreación en el teatro del Siglo de Oro y su continua reelaboración hasta nuestros días.

El poema representa la síntesis perfecta entre tradición oral y elaboración artística, entre realismo histórico y idealización heroica, entre localismo castellano y valores universales. Estas características lo convierten en obra fundamental para comprender tanto la literatura medieval europea como la formación de la identidad cultural española.

En conclusión, el Cantar de Mío Cid constituye la culminación de la épica medieval castellana y uno de los monumentos literarios más significativos de la Edad Media europea. Su estudio permite comprender los valores caballerescos, la cosmovisión medieval y los ideales sociales de la España de la Reconquista, ofreciendo una perspectiva única sobre la mentalidad de frontera que caracterizó la formación histórica de Castilla.

Si quieres saber más sobre este tema:

  1. La sociedad medieval para Bachillerato
  2. La lírica tradicional para Bachillerato
  3. La épica medieval para Bachillerato
  4. El cantar de Mío Cid para Bachillerato.
  5. Lo que se sabe de El Cid.

Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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