La narrativa hispanoamericana en el siglo XX

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1.- Introducción

La novela hispanoamericana se independizó tarde de la literatura peninsular y tuvo una evolución lenta y un cultivo escaso, si se compara con la lírica; comienza a destacar a partir del siglo XIX, cuando el Romanticismo está en pleno auge en Europa, y alcanza su cenit en la segunda mitad del siglo XX con lo que se ha dado en llamar “boom” de la literatura Hispanoamericana.

El fenómeno del “boom” literario es, en parte, una consecuencia de la situación político-editorial de países como España o Argentina, que en aquellos momentos vivían una dictadura y buscaban publicaciones de calidad, preferentemente en español, y no sujetas a la censura editorial que en dichos países existía, pero también supone una toma de conciencia (a favor) de la revolución cubana; por otra parte, creció el interés cultural y se crearon varios premios a los que concurrieron autores latinoamericanos jóvenes que demostraron su calidad y actualmente están totalmente consagrados.

No se logró tanta calidad partiendo de la nada, las décadas anteriores (años 40 y 50) fueron de una intensa experimentación lingüística, propiciada por la influencia vanguardista europea, que se halla en la base de todos los grandes autores del realismo mágico.

2.- Primera mitad del siglo XX

2.1.- Novela esteticista o de influencia modernista

A principios del siglo XX los autores hispanoamericanos reciben la influencia clara del modernismo europeo, en sus dos vertientes, la esteticista y la de compromiso político; dentro de la primera tendencia, caracterizada por su preciosismo, destacan:

México.

Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) Escritor y poeta dedicado intensamente a la labor periodística desde su juventud, a través de la cual estuvo en contacto con las novedades culturales europeas, principalmente francesas. Autodidacta, de formación básicamente romántica y postromántica (Bécquer y Musset), fue decantándose hacia el parnasianismo y el simbolismo, siendo considerado precursor del modernismo esteticista que surgiría en Hispanoamérica pocos años después de su muerte.

Excelente prosista, fundador de la Revista Azul (1894), donde publicó gran parte de su producción, del que destacan, en prosa, las colecciones de cuento: Hojas sueltas, Cuentos frágiles (1883), Cuentos de color de humo (1890) y Cuentos completos. Su novela más brillante es La novela del tranvía (1882), relato costumbrista, donde realiza una típica interpretación de la sociedad, en primera persona, basándose en las sugerencias de dos personas que comparten recorrido con él en un tranvía de México.

Este genial autor solía introducirse en sus textos para opinar y tomar contacto directo con el lector a través del monólogo interior, de sintaxis ágil, mientras en otras ocasiones concedía la palabra, y el grado de personaje de sus textos, incluso a objetos inanimados. Es capaz de llevar a lector, a través de sus textos, tanto a mundos fantásticos como reales, a ambientes urbanos o rurales, demostrando un cosmopolitismo que no practicó en la realidad, sin que por ello se resientan sus textos.

A pesar de la genialidad de su prosa, es más conocido por la renovación que su lírica supuso en las letras hispanoamericanas.

Guatemala.

Enrique Gómez Carrillo (1873- 1927) Pseudónimo de Enrique Gómez Tible, hijo de español y francesa, nacido en Guatemala, pero muy vinculado a Madrid y a París, donde comenzó su carrera artística. Puede considerarse el paradigma de escritor modernista.

Desde muy joven colaboró con El Correo de la Tarde, dirigido por Rubén Darío, y más tarde dirigió él mismo El Liberal (Madrid) y mantuvo corresponsalías con ABC, La Nación (Buenos Aires) y El diario de la Marina (La Habana), entre otros.

Antes de cumplir 20 años publicó en Madrid su primera obra Esbozos que puede entenderse como una anticipación a Los raros,  de Rubén Darío, pero su maestría se manifiesta claramente en sus crónicas de viajes: La sonrisa de la Esfinge (1913), El Japón heroico y galante (1912), La Grecia eterna, La Rusia actual (1920), Vistas de Europa, donde transmite una intensa sensación decadentista.

Son también dignos de mención los ensayos de crítica literaria: Literatura extranjera (1894), Notas y estudios (1895), El modernismo (1905), Literaturas exóticas, La nueva literatura francesa (1927)

Como novelista ha ido perdiendo frescura con el tiempo, quizá la más representativa de sus novelas sea El Evangelio del amor (1922) donde se mezcla lo místico con lo erótico, características ambas propias del modernismo.

Nicaragua

Rubén Darío (1867-1916) Félix Rubén García Sarmiento es el verdadero nombre de este poeta que todo el mundo conoce como representante máximo del modernismo. La gran importancia de su obra poética ha empañado el brillo de su prosa.

Su primera gran creación en prosa aparece en la colección de cuentos Azul publicada en Chile en 1888, donde se distingue claramente la influencia parnasianista francesa, pero ya un año antes (1887) tenía escritas las novelas Emelina y El hombre de oro, la primera un folletín de corte romántico y rasgos cosmopolitas y la segunda, aunque inacabada, una recreación evasiva sobre el mundo romano; lo cierto es que no se volverá a interesar por la novela hasta 1913 cuando un viaje a Mallorca le sugiera El oro de Mallorca, que quedará incompleta.

Cultiva también la crítica literaria, en 1896 publica su primer texto de este tipo, con el sugerente título de Los raros; a través de este género dará a conocer en Hispanoamérica el movimiento simbolista y a autores como Poe, Leconte de Lisle, Verlaine, Lautreamont e Ibsen, entre otro, tanto en ensayos como en crónicas periodísticas, colaborando con varias publicaciones entre las que destaca La Nación de Buenos Aires.

Un hecho fundamental dentro de su vida y su obra es la visita a España en 1892 para la conmemoración del 4º centenario del descubrimiento de América, puesto que estuvo en contacto con la generación de intelectuales de la Restauración (Valera, Pardo Bazán, Campoamor, etc.) y fue recibido y tratado como uno de los nuevos valores de las letras hispanoamericanas. Tras esta celebración vuelve a Nicaragua y pronto es nombrado cónsul de Colombia en Buenos Aires, a donde llega tras un viaje a Paris durante el cual estuvo en contacto con uno de sus ídolos, Paul Verlaine.

En Buenos Aires, aparte de colaborar con La Nación, se integró en los círculos intelectuales y fundó la Revista de América, de la que sólo se publicaron tres números, donde demostró gran interés por la literatura del momento, representada por autores como  O.Wilde y G. D’Annunzio. Su estancia en Buenos Aires acaba al ser enviado como corresponsal de La Nación a España, a raíz de los sucesos de 1898.

En esta segunda visita a España las cosas le resultarán muy distintas ya que la generación de intelectuales con la que estuvo en contacto ha dejado paso a otra más moderna, la del ’98, con una actitud mucho más renovadora que la generación de la Restauración. Salvo Unamuno, que lo consideraba decadente, la generación en pleno le recibió con los brazos abiertos. Hasta su muerte, en 1916, Rubén Darío estuvo vinculado a España, esta vez fascinado por su gente humilde y su cotidianeidad, que le moverán a escribir el estudio social España Contemporánea (1901) y Tierras solares (1904), dedicado a Andalucía, a los que seguirán otros textos de carácter también costumbrista y sociológico como Peregrinaciones, Diario de Italia, La caravana pasa (1903), Parisina (1908), Opiniones (1906), Juicios, Semblanzas (1912) Novelas y novelistas, José Martí poeta (1926), Historias de mis libros (1909), imprescindible para conocer con detenimiento su obra lírica y a sí mismo, Autobiografía (1911), escrita con prisa por necesidades económicas, y el más circunstancial Viaje a Nicaragua (1909)

No saldrá de España hasta 1906, en que acude al Congreso Panamericano celebrado en Brasil, donde apoya el panamericanismo planteado por Estados Unidos, aunque con el tiempo dejará de lado dicha idea, en 1910 acudirá también al primer centenario de la libertad e independencia de México. Finalmente volverá a Nicaragua, ya enfermo y alcohólico, donde morirá en  1916.

Colombia

José Asunción Silva (1865-1896) Escritor y poeta cuya obra desapareció casi por completo en un naufragio al regresar desde Venezuela, donde ejerció labores diplomáticas, a Colombia. Su corta y acelerada vida (se suicidó por motivos económicos) puede considerarse el prototipo de existencia modernista en Hispanoamérica, al mantener un constante enfrentamiento entre la realidad de la tienda familiar y las penurias económicas con la “torre de marfil” donde el artista se refugia.

Autor autodidacta, formado en la corriente Romántica representada por Bécquer y Campoamor, en 1883 realiza un viaje a París (representativo de los autores de esta corriente estética) a partir del cual se verá fascinado por el Parnasianismo francés y las primeras tendencias Modernistas, que plasmará sobre todo en la poesía, de mayor calidad que su prosa.

Dejó, junto a otras prosas menores, una novela titulada De sobremesa, rehecha tras la pérdida del manuscrito original, y publicada en 1925. Este texto resulta ser un diario autobiográfico sobre su vida en Europa, centrado principalmente en su vida amorosa y sus relaciones con las mujeres, y en especial con una (Helena de Scilly) que seguirá por las principales capitales europeas y que sólo hallará, ya muerta, en París. Este personaje femenino se convertirá en el símbolo de la decadencia, prototipo de personaje protagonista de las novelas modernistas hispanoamericanas.

Venezuela:

Manuel Díaz Rodríguez (1871-1927) Escritor modernista e incansable viajero, de influencias francesas.

Su primera obra es la colección de artículos sobre sus viajes por Italia y Turquía Sensaciones de viaje (1896), donde demuestra tener un gran estilo; a esta obra le sigue Confidencias de Psiquis (1897), colección de cuentos en la que también demuestra su maestría, siendo su obra cumbre en el género la colección de 9 cuentos (cada uno relacionado con un color determinado) Los cuentos de color (1898), de título simbolista. En este mismo año publicará otro libro de viajes De mis romerías.

La primera novela surge en 1901, con el título de Ídolos rotos, en ella se ponen en práctica muchos de los aspectos que habían sido ensayados en los cuentos y libros de viajes anteriores; su protagonista, Alberto Soria, es un joven venezolano que vuelve de París tras haberse convertido allí en artista, y que se encuentra en su patria con un montón de problemas, surgidos del ambiente mediocre que le rodea y que al final repudia (evidentemente es un texto de tono decadentista, muy propio del modernismo)

En 1902 aparecerá Sangre patricia, novela de estilo más cuidado que el de la anterior, si cabe, en la que se exalta la aristocracia más “espiritualista” que conduce al protagonista al suicidio. En 1922 publicará Peregrina o el pozo encantado, situada en Caracas y con personajes místicos, más que intelectuales; esta novela puede incluirse ya en la tendencia criollista, aunque el tratamiento del tema es todavía muy artístico, muy esteticista.

Uruguay

José Enrique Rodó (1872-1917) Filósofo, ensayista, periodista y político. Modernista moderado, ejerció el periodismo durante toda su vida e incluso ocupó un escaño de diputado en su  país, viajó a Europa en 1916 como corresponsal de la revista argentina Caras y Caretas, y visitó Portugal, España, Francia e Italia, donde le sorprendió la muerte.

Su primera obra reseñable es el estudio sobre Prosas profanas de Rubén Darío, titulado Rubén Darío. Su personalidad literaria. Su última obra. (1889), en el cual hace un profundo análisis del valor y representatividad del movimiento modernista a la vez que se atreve a criticar el excesivo esteticismo del autor nicaragüense.

En 1900 publicó su obra maestra, Ariel, una de las obras más importantes del pensamiento hispanoamericano moderno, donde defiende el concepto espiritual de Hispanoamérica frente a la tecnocracia norteamericana; sin embargo se le ha reprochado falta de sensibilización con respecto al problema indígena.

Entre sus restantes escritos podemos destacar Liberalismo y jacobinismo (1906) sobre el conflicto religioso, Motivos de Proteo (1909) que continua el tema de Ariel, El mirador de Próspero (1913), más tarde ampliado bajo el título de Los últimos motivos de Proteo (publicado póstumamente en 1932), y El camino de Paros (póstumo 1918), que describe su viaje por Europa.

Argentina

Leopoldo Lugones (1874-1938) Periodista y poeta que sorprendió a todos con su maestría lírica, equiparable a la de Víctor Hugo, lo cual le permite ser considerado una de las figuras capitales del modernismo hispanoamericano, junto con Rubén Darío a la par que un iniciador de las tendencias posteriores.

Su extensa obra en prosa alberga textos de toda índole, desde los más realistas o regionalistas que podrían clasificarle dentro del grupo de novelistas de compromiso político, hasta las más esteticistas o incluso las precursoras del realismo mágico. Es fundador, con José Ingenieros, de la revista La montaña de temática política, social y literaria.

El primer libro en aparecer es Imperio jesuítico (1904), donde realiza una implacable crítica de la acción de la Compañía en el Paraguay y en la provincia argentina de Misiones, a éste le sigue La guerra gaucha (1905) también de temática histórica, pero esta vez muy mezclada con lo literario puesto que narra una serie de estampas, a modo de cuentos, pero el más destacado de sus textos sociológicos es El payador (1916) donde analiza el fenómeno gauchesco y reivindica la figura de Martín Fierro como héroe nacional; cierra esta tendencia histórica La historia de Sarmiento (1911), una biografía singular del discutido prohombre argentino.

Lugones estuvo fascinado por la cultura clásica hasta tal punto que tradujo partes de la Iliada y la Odisea e incluso hizo análisis serios de las mismas en algunas de sus obras como Prometeo (1910) Las industrias de Atenas (1924), Estudios helénicos (1924) y Nuevos estudios helénicos (1928)

En el terreno de lo imaginario destacan las colecciones de cuentos Las fuerzas extrañas (1906) y Cuentos fatales (1924), en los cuales se desvincula de cualquier atisbo de realidad; siguiendo la influencia de Poe para plantear temas de tinte ocultista y cierto regusto de protociencia, muy en la línea del exotismo modernista, con temas de muy variada procedencia. Menos calidad dentro de esta línea temática presenta la novela El ángel de la sombra (1926)

La relativa larga vida de este autor (64 años), en comparación con otros miembros de su entorno intelectual e histórico, le permitieron pasar por varias etapas artísticas, ya señaladas, pero quizá fue este peregrinaje lo que al final de su vida le llevó a considerarse aislado y suicidarse en 1938.

Enrique Larreta (1875-1961) Nombre por el que se conocía a Enrique Rodríguez Larreta, autor actualmente casi totalmente olvidado a pesar de la fama de la que gozó durante el Modernismo, principalmente a través de su novela La gloria de Don Ramiro (1908) de tema español (localizada en el siglo XVI), pero también en otras novelas de tema argentino (por presiones nacionalistas, en algún caso) como Zogoibi (1926), El Gerardo o la torre de las damas(1953), En la pampa (1955), estas dos últimas refundidas más tarde en El Gerardo con la que vuelve al tema realista. Con Orillas del Ebro (1949) vuelve al tema español, con tintes psicológicos, esta vez.

Cultivó también la poesía de corte modernista.

Cuba

José Martí (1853-1895) Poeta de origen humilde, que concibe su poesía y sus escritos (por los que es menos conocido) como una actividad más su lucha política, por lo que en realidad no debería clasificarse entre los autores modernistas, aunque sí presenta características afines, que lo colocarían en la encrucijada entre el parnasianismo, el postromanticismo y el modernismo incipiente, aunque para otros críticos estas y otras características vitales le convertirían en el precursor del movimiento, junto a Nájera.

Se mire como se mire, Martí es una figura estelar, que conjuga al creador literario con el hombre de acción. Como Nájera sintió pronto la fascinación por el parnasianismo francés con el que mantuvo ciertos contactos durante sus destierros en España, y que tomó como base para renovar el lenguaje lírico.

El primero de sus destierros se produjo entre 1771 y 1773, como conmutación de la pena a trabajos forzados por, supuesta participación en la revuelta de 1868, de esta situación surgió su compromiso social y el ensayo El presidio político de Cuba (1871) A su regreso residirá en varios países Centroamericanos e incluso pasará una temporada de destierro en Estados Unidos.

La lucha por la justicia es constante a través de sus obras, con el único fin de liberar a Cuba, ello explica que estando especialmente dotado para la poesía, tomara ésta como vehículo de transmisión, más que como vehículo estético, lo mismo puede decirse de su prosa, salvo excepciones (una novela inacabada y unos cuentos)

Lo mejor de su prosa son los ensayos sobre personajes históricos hispanoamericanos como Bolívar, San Martín, los generales Páez y Gómez o autores como Walt Whitman, que venera con idealismo romántico; destaca también por su producción literaria para niños, una de las primeras en las letras hispanoamericanas. Su primer texto de este tipo fue el poema Ismaelillo. Creó la revista literaria infantil La edad de oro en la que publicaba artículos, relatos y poemas aleccionadores a la par que atrayentes, pero está incluido en este apartado por sus dotes como autor estilista, ampliamente demostradas con Amistad Funesta (1885), novela cuya estructura responde a un preciosismo virtuosista, que sorprendentemente logró en sólo 6 días.  El miedo del propio autor a caer en el manierismo le llevó a despreciar esta novela.

Participó en la expedición libertadora de Cuba bajo el mando del general Máximo Gómez, y murió en mayo de 1895.

2.2.- Novela de compromiso político

2.2.1.- Realismo/ Naturalismo

El concepto “Realismo” es bastante ambiguo ya que puede aplicarse incluso a las novelas contemporáneas, por eso suele complementarse mediante adjetivos, tanto en la literatura hispanoamericana como en la española, como regionalista o naturalista. En el primer caso entramos en el campo de la preocupación política o social, de la que se ocupa el siguiente apartado, en el segundo, se muestra un género cuyo principal personaje es la naturaleza característica de todo el continente, llena de exotismo y de injusticias sociales, y sobre todo determinista, que ahora nos parecen de poca calidad, pero que en su momento eran lo más interesante para el lector europeo, hasta el punto de poder hablar de un realismo de orientación didáctica.

Con el tiempo estas novelas evolucionarán en su carácter para acercarse al realismo más comprometido socialmente o “criollista”, en lo que recibe el nombre de novelas de la tierra o de la selva.

Muchos de los autores citados bajo el epígrafe de esteticistas o modernistas cultivaron también la novela de compromiso político o social de corte realista.

2.2.2.- Regionalismo/ Criollismo

2.2.2.1.- Novela de la revolución mexicana

Propia, evidentemente, de México. Sus representantes más destacados forman parte de la generación del Ateneo de la Juventud: Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, Rafael, F. Muñoz, Gregorio López Fuentes, Mauricio Magdaleno, Nellie Campobello, José Vasconcelos, José Rubén Romero y Agustín Yánez, y de entre ellos el primero el más brillante.

Estos textos surgen a raíz del primer levantamiento revolucionario del siglo XX (siete años antes de la revolución Rusa), que, de haber cuajado, hubiese guiado a Hispanoamérica por caminos bien diferentes a los que ahora sigue. La crisis al finalizar el mandato presidencial de Lázaro Cárdenas en 1940 supuso el fin del levantamiento, que había surgido condenado a fracasar desde sus inicios.

Mariano Azuela (1875-1952)

Fue el iniciador de la corriente con Andrés Pérez, maderista en 1911 (historia de un periodista comprometido con el ideal revolucionario de Madero), pero ya antes había publicado varias novelas, adscritas al Realismo naturalista: María Luisa (1907), Los fracasados (1908) y Mala yerba (1909)

Sus profundos conocimientos en torno a la revolución proceden de su participación en ella, la cual le condujo al exilio en El Paso (E.E.U.U.) , donde escribió y publicó (primero como folletín en 1915 y en 1916 como libro) su obra más significativa dentro de esta corriente, Los de abajo. En esta novela nos relata pequeños hechos, más que grandes episodios históricos, como también hiciera El resplandor en la hoguera de Valle-Inclán; su ritmo podría considerarse cinematográfico, cargado de contrastes. Obra estructuralmente determinista, con un estilo conciso, propio de su autor.

El tema revolucionario vuelve a aparecer en Los caciques (1917), esta vez en un entorno urbano, en los días del asesinato de Madero; la revolución sirve aquí de telón de fondo a la acción de los personajes, cuyo tratamiento es similar al de la obra anterior, salvo por la ironía añadida, con esta obra Azuela no busca la denuncia social.

Las moscas (1918) satiriza la burocracia cesante que espera mantenerse en el puesto a pesar de los cambios políticos. Domitilo quiere ser diputado (1918) será su último texto sobre la revolución, a partir de éste cultivará la novela siguiendo los nuevos influjos narrativos, aunque sin la calidad alcanzada con la temática revolucionaria.

            La malhora (1925) y La luciérnaga (1932), de carácter vanguardista; Pedro Moreno, el insurgente (1935), Nueva burguesía (1941), La marchanta (1944), La maldición (1955) y Esa sangre (1954) suponen el regreso a la novela de corte realista.

Martín Luis Guzmán: (1887-1976)

También miembro del Ateneo de la Juventud y protagonista activo de la revolución, bajo las ordenes de Pancho Villa; vivió el exilio en E.E.U.U. y en España, donde publicó sus dos mejores obras, ambas en torno al caudillo revolucionario Pancho Villa, que aparece por primera vez en la literatura: El águila y la serpiente (1928), donde desarrolla sus dotes periodísticas en una serie de crónicas relatadas con viveza y objetividad y La sombra del caudillo (1929), cuya estructura fue mucho más calculada. A su regreso del exilio publicó Memorias de Pancho Villa en 1951.

Aparte de sus novelas también destaca su labor periodística: fundador del diario El Mundo, y del semanario Tiempo (1942), colaboró con los diarios El Sol y La Voz  entre 1923 y 1938. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1958.

Rafael F. Muñoz (1899-1971)

Trata también de forma idealizada, movido por la fascinación, a los líderes revolucionarios, destacando Vámonos con Pancho Villa, mientras Gregorio López Fuentes (1897-1966) se ocupa en  Tierra (1932) la figura de algunos líderes revolucionarios, desde Porfirio Díaz hasta Emiliano Zapata; este último autor tratará también el problema de la tierra y la represión campesina (en un acercamiento a la novela indigenista) en Los peregrinos inmóviles (1944), e incluso la anterior El indio (1935), aunque desde un punto de vista todavía paternalista, que la aleja de la auténtica novela de reivindicación. Mauricio Magdaleno (1906-) trató también el tema del problema agrario en El resplandor (1937) y llevó al teatro la figura de Zapata.

Otro de los “lugares comunes” en la novela de la revolución mexicana es la presencia del niño o el adolescente, como en Cartucho (1931) de Nellie Campobello que relata sus impresiones de infancia durante la revolución, tal como años más tarde A. Bryce Echenique (Perú) lo hará en Un mundo para Julius. José de Vasconcelos nos hará un retrato de artista adolescente durante la época revolucionaria en Ulises criollo (1935), en este caso el artista hallará su ítaca en el Ateneo de Juventud primero y más tarde en el alzamiento Maderista; este mismo personaje protagonizará La tormenta (1936), El preconsulado (1939) y La flama (1959)

José Rubén Romero (1890-1952)

Destaca por su diestra creación de tipos humanos en Apuntes de un lugareño (1932) donde relata su infancia, La vida inútil de Pito Pérez (1938) donde se centra en un personaje de características picarescas y en Rosenda (1946) donde describe una de las figuras femeninas más destacadas de todo el período. Agustín Yáñez (1904-1980) da una visión general de la sociedad mexicana de la revolución en Al filo del agua (1947)

2.2.2.2.- Novela indianista      

El desconocimiento que el latinoamericano blanco o mestizo tiene del indio le lleva a interesarse por sus mitos, y cultura como forma de exotismo literario; a lo largo del siglo ha sido tratado desde diferentes puntos de vista, si en los años 20 se insistía en su educación para librarle de las supersticiones, en la década siguiente se le consideraba una fuerza política de primer orden, tanto en uno como en otro caso desde posturas regeneracionistas, ya a partir de los años 40 se intenta revalorizar la cultura indígena frente a la forma de vida europea a través de la novela neoindigenista.

Dentro de este tipo de novela puede distinguirse la indigenista y la gauchesca, ésta última concentrada en un grupo social concreto de Argentina.

Novela indigenista:
Alcides Arguedas

En Pueblo enfermo (1909) analiza la situación de Bolivia, intentando buscar soluciones y preocupándose entre otros temas por la educación y los problemas étnicos (negros ignorados, indios reducidos a la pobreza en zonas áridas del altiplano, mestizo o cholo con posibilidades pero vencido por su tendencia a la desgana) La obra concluye citando el programa regeneracionista de Joaquín Costa, al que parece conceder la posibilidad de aliviar los problemas nacionales antes descritos con profusión. La obra sufrió modificaciones en la edición de 1937, al incorporar la obra La dama de las sombras (1934) al capítulo final.

Historia de Bolivia (1922), del mismo autor, continua el tema; dicha obra será prolongada por Los caudillos letrados  y Los caudillos bárbaros (1929) Las reflexiones hechas sobre su país en estos escritos le servirán de base ideológica para su novela más brillante, Raza de bronce (1919)

Aparte de estos ensayos y novelas sobre tema indigenista, escribió también Pisagua (1903), Wata wara (1904), donde ya apunta lo que más tarde sería Raza de bronce al presentar a algunos de los que serán sus personajes, y Vida criolla (1905), de carácter autobiográfico y tintes modernistas, que pueden considerarse menores.

Ciro Alegría

Participó en su juventud, a través de su militancia política, en luchas y reivindicaciones sociales a favor del indio, conoció la cárcel y el exilio por este motivo y su narrativa se convirtió en vehículo de transmisión de sus ideales y de lucha política regeneracionista. Su maestría llevó a la novela de este subgénero a las cotas más altas, abriendo el camino para la novela neoindigenista a partir de la década de los 40 al plantear que la mezcla de razas es la mejor representación del hombre nuevo de América.

Su primera obra La serpiente de oro (1935) ha sido menospreciada en ocasiones por su frágil estructura, que le otorga sin embargo, gran efectismo y modernidad. Podría ser clasificada dentro de las novelas de la selva o de la tierra; con su segunda novela, Los perros hambrientos (1939) adelanta el tema de su novela más brillante El mundo es ancho y ajeno (1941) sobre la expulsión de las comunidades indígenas de sus tierras.

La última de sus novelas fue publicada, inconclusa y póstumamente en 1973, bajo el título de Lázaro, en ella se insiste en el tema indigenista. Tienen gran interés también sus colecciones de cuentos como Duelo de caballeros (1963), Panki y el guerrero (1968), La ofrenda de piedra (1969) y su reedición Fábulas y leyendas americanas (1982)

Jorge Icaza: (1906-1978)

Ecuador. Su primer texto de temática indigenista fueron los cuentos de Barro de la sierra (1933), donde aparecen aspectos que tratará con detenimiento en su más importante novela Huasipungo (1934), cuyo nombre hace referencia a la parcela de terreno que los latifundistas cedían a sus trabajadores indios a cambio del trabajo en la hacienda.

El resto de la producción narrativa de este autor se dedica al cholo, un arquetipo muy frecuente en la sociedad ecuatoriana, En las calles (1935) y Cholos (1938) son buena muestra de ello, auque esta última aventura un cambio social, la del advenimiento del cholo al poder y sus consecuencias negativas. Otras obras son Media vida deslumbrados (1942),  Huaripamushcas (1948), El Cholo Romero y Flores (1958) y Atrapados (1972)

Novela gauchesca:

El gaucho es el personaje típico de la novela criollista/ indianista argentina. Los autores más destacados de esta corriente son

Benito Lynch (1885-1951)

Perteneciente a una familia de hacendados, y por tanto buen conocedor de los ambientes y problemáticas, publica un clásico sobre el tema Los caranchos de Florida (1916), título que hace referencia a unas aves carroñeras (caranchos) que sirven para designar en este caso al patrón de la estancia y a su hijo, educado en Europa, cuyos caracteres encontrados les conducen al enfrentamiento mortal con el que acaba la novela.

En 1924 publicará El inglés de los huesos, con algunos tintes románticos, y el resto de su producción serán novelas cortas: El romance de un gaucho (1930) donde emplea el lenguaje gauchesco y De los campos porteños (1931)

Ricardo Güiraldes (1886-1927)

Es el máximo exponente de este género. Como hijo de terrateniente que era, conoció de primera mano el mundo del gaucho, pero además viajó por toda Europa y Oriente, fue un elemento intelectual y literario destacado, interviniendo en el movimiento vanguardista a través de la fundación de la revista Proa junto a Borges, Rojas, Paz y Brandáu Caralta, además de relacionarse con primeras figuras literarias europeas.

Su primer texto es una colección de estampas de carácter costumbrista y anecdótico bajo el título Cuentos de muerte y de sangre (1915), año en que también publica el poemario El cencerro de cristal dentro de la estética vanguardista de la que es pionero en Argentina.

En 1917 publicará Raucho, una novela corta con tintes autobiográficos, en donde París se contrapone a la Pampa, lugar donde consigue hallar la salud corporal y espiritual, y en 1922 Rosaura también novela sentimental breve, dará una visión acertada del provincianismo, pero no será hasta 1926 cuando publique su obra maestra, y una de las más conocidas en Europa Don Segundo Sombra, creada sobre algunos personajes reales, donde expone el amor a la Pampa, el estoicismo del hombre del campo, el rechazo a la modernidad y el apego a la tradición, que vertebran sus obras y caracterizan a la novela gauchesca.

2.2.2.3.- Novela de la tierra o de la selva:
José Eustasio Rivera (1889-1928)

Este colombiano establece con su obra La vorágine (1924) el prototipo de novela de la selva, pues en ella la naturaleza, en su faceta hostil al hombre, adquiere gran importancia. Este maestro, abogado y poeta parnasiano maneja un estilo narrativo influido tanto por los románticos como por los parnasianos. Esta novela, producto en parte de sus experiencias en la comisión de límites entre Venezuela, Colombia y Brasil (plena selva amazónica) rompe con el concepto romántico que Europa tenía sobre la naturaleza Hispanoamericana, lo cual justifica su fama y éxito.

Rómulo Gallegos (1884-1969)

Venezolano de origen humilde, e ideales regeneracionistas, se hizo maestro y empleó sus escritos como vehículo para la expansión de su ideología, que le llevó a breves cargos políticos como ministro de Educación y como presidente de la República, no alcanzando fama hasta la publicación de su tercera novela, Doña Bárbara (1929), que junto con Cantaduro (1934) y Canaima (1935), novela de la selva del Orinoco que en algunos momentos recuerda a La vorágine de J. Eustasio Rivera; suponen, por fin, la superación del esquema fatalista en la novela hispanoamericana. La primera de estas obras citadas, Doña Bárbara, plantea el binomio hombre-naturaleza y se adscribe al género de novelas de la tierra, mientras que las siguientes plantean ideales regeneracionistas, aunque muy a largo plazo y más en el plano espiritual que material,  debido a la dictadura política que le tocó vivir.

Su primer libro, un conjunto de relatos, aparece en 1913 con el título de Los aventureros, pero su primera novela es Reinaldo Solar (1920) donde realiza un intento de armonizar la acción privada y la pública mediante un personaje que pretende regenerarse a sí mismo y a su país, fracasando en ambos intentos.

Horacio Quiroga (1878-1937) 

Autor uruguayo que comienza siendo poeta modernista, integrado en la bohemia parisina pero cuya peripecia vital colma de originalidad su obra. A raíz de un accidente de caza en Uruguay, donde mata a un amigo, su vida dará un vuelco, participará en una expedición arqueológica en Argentina que le permitirá conocer el trópico y después el departamento de Misiones, escenario de muchos de sus cuentos.

La tragedia continua hasta el fin de sus días ya que su primera esposa se suicidó y él mismo, al saber que tenía cáncer.

Escribió novelas, pero lo más destacado de su producción son los cuentos: Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), Cuentos de la selva (1918), El salvaje (1920), Anaconda (1921), El desierto (1924) y Los desterrados (1925), la mayoría de ellos localizados en el trópico, donde los personajes deben demostrar su valía frente al peligro y la imprevisible naturaleza que siempre vence sobre la razón y la voluntad humanas.

Sus últimas obras son un anticipo del realismo mágico, al dar entrada a lo extraordinario en el relato, como en Los desterrados.

3.- Renovación narrativa

3.1.- Superación del realismo localista o lo real maravilloso

Entre los años 20  y 40 del siglo los autores hispanoamericanos, espoleados por las tendencias de vanguardia, llevaron a cabo una revolución estilística para liberarse del realismo característico de las obras anteriores (naturalista, de compromiso político, regionalista, etc.) Los modelos a seguir en este cambio narrativo fueron Joyce y Proust o lo que es lo mismo, la vanguardia europea.

Contribuyó a este cambió, ya en la década de los 20 la privilegiada situación intelectual de Buenos Aires, en la que se forja una bohemia de artistas, tertulias, vida nocturna, polémicas literarias y revistas como Proa, Prisma y Martín Fierro. En este caldo de cultivo surgen novelistas como Oliveiro Girondo, Macedonio Fernández, Roberto Arlt, precursores de figuras como J. L. Borges en la propia Argentina, J. Lezama Lima, A. Carpentier y Miguel Ángel Asturias, entre otros.

Jorge Luis Borges (1899-1986)

Poeta vanguardista durante la década de los 20, colaborador en la fundación de las revistas literarias más destacadas del momento y representante del Ultraísmo argentino, primero en verso y más tarde en una prosa caracterizada por la intemporalidad, la precisión y la claridad.

No puede decirse que sea un novelista, salvo por un relato policial Un modelo para la muerte (1946) que escribió en colaboración con Bioy Casares, lo cual no quiere decir que no tenga un lugar destacado entre los prosistas, puesto que sin sus obras y sobre todo sin su influjo sobre otros autores, las letras hispanoamericanas contemporáneas serían totalmente distintas.

Su primer texto en prosa, Inquisiciones, se publicó en 1925, y desde entonces no abandonó ya la prosa hasta su muerte, siendo sus últimas obras Siete noches (1980), Nueve ensayos dantescos (1982) y Veinticinco agosto 1983 y otros cuentos (1983)

Inquisiciones (1925), su primera obra, plantea ya los temas que no le abandonarán a lo largo de su larga carrera como prosista: la naturaleza del yo y del tiempo y la atracción del subjetivismo más radical (solipsismo), y el estilo que le es característico y que hace de cada uno de sus relatos un ensayo, puesto que es desde éste desde donde irá evolucionando hasta llegar al cuento literario, pero a través de una progresión manipulada conscientemente, mediante una lógica, frecuentemente falsa, que conduce al absurdo.

El idealismo, más que el realismo, es lo que permitirá a este autor dar rienda suelta a su imaginación y su memoria, mundos con los que crea un escape al mundo real.

En la línea de los ensayos que van evolucionando hacia el cuento literario está Discusión (1932) e Historia de la eternidad (1936) entre otras, y se inicia en el relato literario con Historia de la infamia (1935) formada por, según el propio autor en el prólogo, ejercicios de prosa narrativa siguiendo modelos de Stevenson y Chesterton entre otros.

Sus primeros cuentos datan de 1935-36 pero no se publicaron hasta 1942 en El jardín de los senderos que se bifurcan, que más tarde formaría parte de la edición aumentada de Ficciones, pero antes publicará, en 1949 publicará El Aleph. En Ficciones, su colección de cuentos más lograda, se sirve de sus conocimientos de Historia, Filosofía y Matemática para crear una realidad engañosa a través del falseamiento y jugar con el lector en los “laberintos” que no conducen a ninguna parte salvo a la comprensión de la estructura recorrida como también en la vida el único objetivo es la muerte, que suele ser el final de muchos de sus cuentos.

El Hacedor (1960) continua la línea iniciada por Ficciones, pero no logra la misma atmósfera mágica, puesto que su condensación lo convierte en una colección de poemas en prosa. En este libro el espejo es el símbolo clave, como elemento que recoge lo efímero. Otro texto a tener en cuenta es El libro de arena (1975), colección de 13 relatos donde plantea de nuevo las mismas obsesiones temáticas (el mundo como biblioteca o laberinto, la lógica falseada, la naturaleza del yo,…)

Alejo Carpentier (1904-1980)

Cubano hijo de francés y rusa. Sus inicios literarios pueden situarse en el Surrealismo de los cuales es representativa la novela de inspiración negrista Ecue-Yamba-O (1933) que se adscribe al cubismo; fue además uno de los fundadores de la Revista de Avance en Cuba, pero destaca en las letras hispanoamericanas por ser el iniciador de lo real maravilloso en narrativa, el paso previo al realismo mágico.

La búsqueda de lo maravilloso en la realidad hispanoamericana preindustrializada no se halla en las fórmulas vanguardistas, como en la Europa masificada e industrial sino en la vida cotidiana y sus paradojas, y así lo descubrió este autor a raíz de un viaje a Haití en 1943, donde se interesó por la historia de las revueltas de esclavos de finales del siglo XVIII y por el mítico “rey negro” Henri Christophe; de todo esto nacerá la novela El reino de este mundo (1949), que no es una novela histórica propiamente dicha, ya que los hechos históricos sólo sirven de telón y están seleccionados y tratados de forma libre, sino más bien una novela de búsqueda.

Dentro del mismo apartado podría clasificarse Los pasos perdidos (1953), al ser una búsqueda del paraíso perdido, destruido por siglos de civilización. En ésta, como otras de las novelas de Carpentier, la música ocupa un lugar importancia, y no es de extrañar, es un excelente musicólogo, muy interesado en las tendencias afrocubanas;  así en El acoso (1956) todo transcurre durante lo que dura la interpretación de la sinfonía Heroica de Beethoven, en esta novela se reflejan las frustraciones y el rechazo al régimen dictatorial de Batista y al hecho de que La Habana era una imitación de las formas de vida americanas y europeas; como vía de escape ante estos problemas el autor planteó en su obra anterior la vuelta a la creatividad del arte y forma de vida del afrocubano.

En 1958 publica Guerra al tiempo, edición de tres relatos cortos: El camino de Santiago, Viaje a la semilla, y Semejante a la noche a los que se añade una reedición de El acoso; sin embargo su obra cumbre es El siglo de las luces (1962), también novela de búsqueda y con trasfondo revolucionario (esta vez la Revolución Francesa y su relación con una familia cubana) En 1974 publicará Concierto barroco, con claras reminiscencias musicales no sólo en su título sino en el ritmo narrativo que equivaldrá al allegro, adagio, vivace y cierre de una pieza musical y más tarde La consagración de la primavera (1978), una reflexión sobre las revoluciones en la historia -desde la Rusa hasta la Castrista-, y El arpa y la sombra (1979) son sus últimas novelas.

En general las obras de Carpentier analizan un momento histórico a través de arquetipos más que de seres humanos concretos, y muestra gran interés por las etapas revolucionarias y confusas, como forma para reflexionar sobre la situación política e histórica de Cuba.

Miguel Ángel Asturias: (1899-1974)

Premio Nobel. Guatemalteco que, como Carpentier, plantea sus obras en torno al mito, aunque esta vez inspirado en mitos indios precolombinos, población por la que siempre estuvo interesado (no en vano estudio antropología en París) 

Su primera incursión literaria es una colección de relatos poéticos sobre relatos populares mayas de la época colonial, que publicó con el título Leyendas de Guatemala (1930), pero su obra maestra es El señor Presidente, que comenzó durante la dictadura de Jorge Ubico pero que no publicó hasta su caída en 1946; esta obra está inspirada tanto en la dictadura de Ubico como en la de su predecesor Estrada Cabrera, por lo que más que un personaje lo que presenta es un arquetipo, el dictador-demiurgo y un género “la novela de la dictadura” en la que muestra las consecuencias de esta forma de gobierno sobre la sociedad hispanoamericana. De nuevo estructura el relato tomando como base leyendas mayas, para plasmar la lucha entre el bien y el mal (luz y tinieblas), con el que logra el efecto de pesadilla grotesca, y la reducción del ser humano a mero animal a través de la caricatura, y frente a estos efectos negativos sitúa el campo, la naturaleza y la selva, como paradigmas de lo idílico y libre.

Su otra gran novela es Hombres de maíz (1949) bien distinta que la anterior, aunque su estructura se base también en leyendas, puesto que se centra en la problemática social en torno a la comunidad indígena que se ve desplazada de sus tierras comunales, también escribió una trilogía sobre las plantaciones de bananas Viento fuerte (1950), El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960), además de Mulata de tal, que corresponde a un intento de crear un mito moderno.

José Lezama Lima (1910-1976)

Novelista del período prerrevolucionario cubano y poeta formado en los años 40, de estética cerrada e impregnada en el misticismo católico. Su obra narrativa se sustenta sobre el mito como único campo libre para el ser humano en un momento político-social en el que la mayoría de los intelectuales emigran de Cuba.

Su obra Paradiso, aparecida después de la revolución, es una alusión a las creencias sustentadas en la Biblia y a Dante, y narra sin solución de continuidad cronológica su infancia y adolescencia, con un estilo denso y poético. El salto entre realidad y fantasía es constante a lo largo de toda la obra, con tal facilidad que puede afirmarse que lo fantástico está en la superficie misma de la novela.

Augusto Roa Bastos (1917-2005)

Autor paraguayo ocupado en narrar la realidad social que vivió, con las dosis justas de lirismo, derivado del uso de vocablos indígenas y del ritmo de las lenguas indias, para mitigar la crudeza de los hechos.

Su obra más destacable es Hijo de hombre (1960) donde refleja un siglo de resistencia paraguaya a la dictadura, tomando como hilo conductor del relato a figuras o acontecimientos destacables y centrándose en dos símbolos: un Cristo tallado por un leproso y el ferrocarril. A pesar de su tema no es una novela de reivindicación política.

Su segunda novela, Yo el supremo (1974) supone un cambio de rumbo con respecto a la anterior, ya que está dirigido a crear un mito no sobre la redención futura sino sobre el Dictador supremo (construido sobre la figura de dictador doctor Francia) a la vez que analiza la intrahistoria del Paraguay y por extensión, de toda Hispanoamérica.  Estructuralmente es una novela más compleja que la anterior, podría decirse que está escrita para ser descifrada por el lector.

José María Arguedas (1911-1969)

Novelista peruano de notables semejanzas con Roa Bastos, puesto que como él se apoya en el mito popular y emplea vocablos quechuas en sus textos.

Su primera obra es la colección de cuentos Agua (1935), seguida de las novelas Yawar fiesta (1941), Los ríos profundos (1958), de línea autobiográfica, y Todas las sangres (1964)

Ernesto Sábato (1917-2011)

Escritor argentino que con su corta producción (sólo tres novelas, que pueden considerarse incluso aspectos de una misma novela) es el cierre del realismo maravilloso y la puerta de acceso a tendencias posteriores como el realismo mágico.

Para conocer su novelística y las obsesiones que la pueblan, es útil su ensayo El autor y sus fantasmas (1963), entre las obsesiones más destacables está la del enfrentamiento bien-mal, el antihéroe como personaje central, el sexo, la incomunicación humana y la locura.

En su primera novela, germen para la corriente del realismo mágico, El túnel (1948) parece realizar un ensayo de la posterior Sobre héroes y tumbas (1961), que puede calificarse de novela total, con una inmensa galería de personajes, entre los cuales destaca la protagonista, Alejandra, atormentada por tradiciones y tendencias decadentes.

Abaddón el exterminador (1974) no puede entenderse sin conocer la novela anterior, a la que en ocasiones hace mención, y se caracteriza por un buscado desorden estructural que permite plasmar cómo el autor ha vertido sobre el texto todas sus obsesiones, por lo que puede calificarse de libro semiautobiográfico (incluso el autor aparece como personaje)

3.2.- El realismo mágico

Juan Rulfo (1918-1986)

Autor mexicano que ha publicado sólo una colección de cuentos El llano en llamas (1953) y una novela Pedro Páramo (1955), que sitúa en un pueblo mítico, donde no hay determinación espacio temporal clara y los personajes pueden perderse entre el presente, pasado y futuro  o situarse en varias perspectivas temporales a la vez, como en una pesadilla en donde siempre son perseguidos o perseguidores, en ambientes fantasmales.

Son característicos los monólogos de sus personajes, siempre solitarios, en los que muestra su tortura interior, a modo de vía de escape.

Su única novela es la historia de la búsqueda del Paraíso, que acaba en todo lo contrario, al entrar el pueblo mítico de toda su obra en el Infierno; la estructura tradicional en capítulos se rompe, puesto que el autor intercala fragmentos cortos, a veces sin relación unos con otros, de diálogos, monólogos, voces del pueblo, etc. creando un ritmo y una estructura muy poética (a veces la vinculación entre fragmentos se basa en una palabra repetida, un tono o unos recuerdos asociados)

El autor funde magistralmente distintos planos, de la imaginación, del recuerdo, de la realidad, a través de continuos cambios de enfoque y saltos de un personaje a otro.

Juan Carlos Onetti (1909)

Las obras de este novelista uruguayo presentan unas características análogas a las de Rulfo, identificándose también en una geografía más moral/ mítica que física, en este caso Santa María, lejano puerto fluvial donde todo está determinado por la mediocridad y los sueños de superación de sus personajes, que sin embargo, están condenados al materialismo vulgar y a la desesperación que éste les provoca.

Sus cuentos y novelas pueden clasificarse en dos ciclos:

  • Ciclo de afirmación de los personajes frente a la sociedad: Es una etapa previa a la entrada en el realismo mágico, en ella destacan obras como El pozo (1939), su primer relato, Para esta noche (1943), Tierra de nadie (1941) y La vida breve (1950), que puede considerarse una novela de transición y en la que aparece ya un personaje “tipo” como en lo social será una ciudad “tipo” Santa María.
  • Relatos ambientados en Santa María: Una tumba sin nombre (1959), El astillero (1961), Juntacadáveres (1964), Dejemos hablar al viento (1979), algunas de ellas comparten protagonista, el personaje “tipo” creado en el ciclo anterior.

El estilo de este autor es difícil, de uso indirecto, destacando la acumulación de elementos alejados.

Gabriel García Márquez (1928)

Autor colombiano, creador del mítico Macondo donde tiene lugar una de las novelas más conocidas en la actualidad: Cien años de soledad (1967)

En toda la obra de este autor se aprecian “demonios” tanto personales (vivencias propias) como históricos y culturales (La Biblia, Las mil y una noches, libros de caballerías, Rabelais, Kafka, Joyce, Borges, Virginia Wolf, Hemingway, Faulkner, etc.)

La carrera literaria de García Márquez arranca del periodismo, género que nunca ha abandonado. Su aprendizaje se inicia con La hojarasca (1955), en la que ya aparece Macondo; a esta obra le sigue el cuento Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955), que posiblemente sea un capítulo de la obra anterior, que cobró vida propia; en él aparece la hiperbolización (varios días seguidos lloviendo que acaban desdibujando las cosas), uno de los recursos habituales del autor.

Es enviado a Europa, como corresponsal de El Espectador, en París redacta (entre agobios económicos) El coronel no tiene quien le escriba (1958) donde presenta uno de sus personajes prototipo: individuo auténtico sumido en una sociedad injusta; pero pronto regresa a América para trabajar primero en Caracas y después en Nueva York, en la agencia castrista Prensa latina, después pasa a México donde publica otro de sus mejores cuentos Los funerales de la Mamá Grande (1962), que dará título a una colección de relatos; en este ya aparece la figura de mujer arquetípica de toda la obra de García Márquez, fuerte y longeva, alrededor de la que se organiza el mundo mítico; a partir de esta fecha estará gestando su mejor novela, Cien años de soledad (1967), antes de la cual publicará La mala hora en 1962, donde trata el tema de la hipocresía, que también estará en su novela cumbre.

Después de este gran éxito, vieron la luz algunos relatos breves como Blancamán el bueno, vendedor de milagros (1968), El ahogado más hermoso del mundo (1968), La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972) y Ojos de perro azul (1973), que se limitan a desarrollar los temas y estructuras ya planteados. En 1975 publica El otoño del patriarca, donde insiste en el personaje prototipo de El coronel…, en su patología más que en sus efectos sociales.

Crónica de una muerte anunciada (1981) supone un cambio de estilo, ya no presenta el universo de Macondo y todas sus obsesiones sino que redacta un texto que está a caballo entre la crónica periodística y la novela, y que tiene una base real, más tarde publicará El amor en los tiempos del cólera (1985) donde da una renovada visión del amor cortés, a través de un matrimonio de septuagenarios que se dan cuenta de que el amor era tanto más intenso cuanto más cercano a la muerte. El último texto publicado es El general en su laberinto (1989)

3.3.- La consolidación de la nueva novela: El “Boom” narrativo de los 60’

3.3.1.- La nueva novela

Si bien algunos de los autores citados en el apartado anterior están integrados en esta etapa de “Boom” narrativo, por las características de algunos de sus textos (Cien años de soledad, El otoño del patriarca, de García Márquez; Yo el supremo, de Roa Bastos), se considera iniciador de esta corriente al mexicano Carlos Fuentes.

En opinión de algunos críticos el fenómeno del “boom” narrativo es un producto principalmente editorial, más que literario ya que la calidad de las novelas hispanoamericanas fue siempre alta, pero debido a las dificultades editoriales en España se recurrió a estos textos a partir de la década de los 50 y 60, principalmente a raíz del descubrimiento de novelas innovadoras, de la mano de editoriales como Seix Barral, que abocaron al resto del mundo editorial a publicar todo lo que caía en sus manos procedente de Hispanoamérica, por miedo a dejar pasar otro gran éxito.

Carlos Fuentes (1928) Hijo de diplomático, cuya obra muestra un sentimiento de irritación contra su país natal. Políglota y acostumbrado a los viajes desde su infancia, forjó un carácter muy exigente consigo mismo y con los demás. Destaca como autor de cuentos como Los días enmascarados (1954) y Cantar de ciegos (1964), aunque su aportación más destacada es la ruptura con la linealidad del relato, que le convierte en iniciador de la corriente de la nueva novela; sólo una de sus novelas sigue las estructuras tradicionales de la narrativa: Las buenas conciencias (1959), en el resto, como en La región más transparente (1959), cuyo protagonista es la ciudad de México, mezcla lo diacrónico con lo sincrónico, mostrando analogías técnicas con La Colmena, puesto que el personaje central es el vertebrador de una serie de vidas que se cruzan y que sirven al autor para intentar averiguar quién mató la revolución mexicana.

Su novela más elaborada es La muerte de Artemio Cruz (1962), en ella el protagonista pasa la vida postrado en la cama de un hospital, pero manteniendo la mente lúcida; en esta novela se juega con distintos puntos de vista sobre el mismo personaje (hasta tres distintos), que permite mostrar las tensiones en el alma del protagonista, que es la síntesis del México posrevolucionario. El personaje morirá en el momento en que todos los planos se fusionen en uno solo.

Otras obras: Zona sagrada, Cumpleaños (1970) y Cambio de piel (1967)

 

Mario Vargas Llosa (1936) Novelista peruano, nacionalizado español en 1993 y residente en Londres, que destaca tanto por su técnica como por su originalidad. Es uno de los representantes del “boom” narrativo debido a su compromiso con la experimentación de nuevas formas estilísticas, que convierten a cada una de sus obras en una innovación.

Su primer libro es una colección de cuentos publicada en Barcelona bajo el título Los jefes (1959) y galardonada con el premio Leopoldo Alas; en este texto aparecen algunos de los elementos base para novelas posteriores, como los adolescentes cuya rebeldía y comportamiento prefiguran los personajes de La ciudad y los perros (1962), que recibió el premio Biblioteca breve de la editorial Seix Barral y el de la crítica en 1963 por su originalidad en la disposición técnica y el manejo de la perspectiva múltiple y la mezcla de planos temporales como vehículos para expresar las motivaciones humanas y su conducta. El tema de estas obras será continuado en las novelas posteriores Los cachorros (1967) y Conversaciones en La catedral (1969)

En su segunda novela, La casa verde (1966), se desarrolla en un espacio mucho más extenso que la anterior, pero los contrastes cronológicos se acentúan puesto que en cada capítulo aparecen diferentes niveles cronológicos, que permiten varias perspectivas para ver a los personajes (cómo se ven ellos y cómo los ven los demás El cambio brusco de perspectivas, la fusión del estilo directo, indirecto y el indirecto libre, el significado mítico concedido al espacio, etc. son elementos característicos de esta novela)

El humor, elemento visto con reticencia hasta ese momento por el autor, es uno de los rasgos definitorios de Pantaleón y las visitadoras (1973), que puede considerarse una farsa, aunque con base real, sobre el ejército peruano; y en La tía Julia y el escribidor (1977), en la que se adivinan rasgos autobiográficos, sin abandonar la mordacidad que caracteriza a la novela anterior.

Otra de sus novelas más destacadas será La guerra del fin del mundo (1981), una novela aparentemente realista, con trazos de expresionismo tremendista  al describir los horrores de la guerra, y que recuerda novelas de la etapa de la revolución mexicana. Se basa en un hecho real brasileño que queda desbordado por la fantasía del autor para mostrar el fanatismo de dos instituciones poderosas (Iglesia y Estado) que desemboca en un Apocalipsis. Los tipos humanos que pueblan la novela son muy complejos.

Historia de Mayta (1984), El hablador (1987) y Elogio de la madrastra (1988) son otras de sus novelas, la última de ellas relacionada con el género erótico.

El determinismo característico, provocado por el entorno sobre los personajes, de las novelas de Vargas Llosa es mucho más complejo que el de las novelas decimonónicas, puesto que se basa en oposiciones entre lo individual y lo estructural, entre la evolución y la sincronía; no plantea, por tanto, lugares míticos (como ocurría en el realismo mágico) sino estructuras deterministas en las que los personajes están movidos a vivir una serie de experiencias concretas. Estas estructuras son comunes a algunas de sus novelas (la escuela y la ciudad, el burdel y los barrios bajos, la selva, etc.)

Julio Cortázar (1914-1984) Radicado durante mucho tiempo en Francia, este argentino nacido en Bruselas no perdió nunca sus señas de identidad. Con una obra sólida ya antes del “boom”, se convirtió en uno de los más destacados representantes de dicha etapa a través de la experimentación de técnicas narrativas, al igual que M. Vargas Llosa.

Toda su estética nace del intento de ensayar nuevos caminos para la novela, llegando a crear una “antinovela”, donde no aparece ninguno de los soportes tradicionales del relato. Esta búsqueda técnica se adivina ya en el cuento Las babas del diablo, publicado en 1959 dentro de la colección Las armas secretas.

Al afán de experimentación estética se añade en este autor la preocupación por la autenticidad, como tema central de sus novelas.

La evolución literaria de Cortázar fue lenta, hasta los 37 años residió en Argentina, donde publicaba poesía, ensayo y otras novelas bajo el pseudónimo de Julio Denis, pero a partir de 1951 va redactando textos breves en los que se reconoce la influencia borgeana y que más tarde recopilará en Bestiario (1956)

Tras publicar esta colección de cuentos se instala en París, lo cual le da la perspectiva necesaria para tener una visión más amplia de su país y su literatura, que le permitirá ahondar en lo fantástico dentro de una estructura narrativa realista; a partir de este momento publicará Final de juego (1956) y Las sombras secretas (1959), ambos son colecciones de cuentos en donde juega sutilmente con “este lado” y “el otro lado”.

En 1960 publica su primera novela Los premios, en la que aplica ya la técnica ensayada en los cuentos anteriores, y que perfeccionará en Historias de cronopios y de famas (1962) para alcanzar su cumbre en Rayuela (1963) donde continúa la tradición de la novela intelectual europea (Huxley, Mann, Pérez de Ayala, Hesse, etc.) Este texto podría calificarse de antinovela puesto que rompe con todas las estructuras tradicionales del relato, presenta tres partes: “del lado de acá”, “del lado de allá” y “otros lados” (en este último se recogen los capítulos prescindibles) de manera que hay tres formas de leer la novela.

Además de una innovación técnica Rayuela aporta innovaciones ideológicas, ya que es una enciclopedia al revés, al suponer la desintegración de una cultura y una moralidad y paradójicamente tenerlo que hacer a través del lenguaje, que no es más que una convención; de ahí el continuo análisis crítico sobre la palabra. Cortázar demostrará que se pueden narrar unos hechos sin emplear el lenguaje convencional, sirviéndose de un lenguaje nuevo, inventado para la ocasión.

Si bien la novela no tiene trama argumental ni hechos que señalen una evolución, sí hay un eje vertebrador, dos puntos geográficos donde transcurre la acción, donde la parodia y la ironía sirven para destruir las convenciones y reflejan, de forma incompleta, la realidad.

La experimentación de Rayuela se prolonga por todas las demás novelas salidas de su pluma, como la colección de cuentos Todos los fuegos el fuego (1966), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), 62 modelos para armar (1968) donde lleva hasta el extremo la teoría del lector cómplice de la creación literaria, al presentar una serie de fragmentos de trama que el lector debe ordenar y completar.

El libro de Manuel (1973) es su última novela, la cual muestra una decidida actitud de militancia política contra la violencia institucional en Hispanoamérica y el imperialismo norteamericano, entre otros temas. Otros títulos son: Octaedro (1974), Alguien anda por ahí (1977), Un tal Lucas (1979), Queremos tanto a Glenda (1981), Los autómatas de la cosmopista (1983), Deshoras (1983) y Nicaragua tan violentamente dulce (1984), donde realiza un alegato en pro de la revolución sandinista.

Guillermo Cabrera Infante (1929) La novela Tres tristes tigres publicada en 1967 por este cubano está también en la línea de renovación del lenguaje. Se trata de una parodia de la sociedad, a través de un lenguaje abierto a la innovación, pero basado en la lengua familiar y vulgar cubana hablada en 1959, justo antes de la subida al poder de Castro, para mostrarnos la cultura de la isla, una cultura bastarda donde tanto el dinero como el habla son importados de Norteamérica.

La Habana para un infante difunto (1979) es una novela autobiográfica y lineal, donde el autor narra sus recuerdos de adolescencia en torno a La Habana mitificada por la memoria, a través de un lenguaje cargado de juegos de palabras y de experimentación retórica.

Mario Benedetti (1920) Uruguayo autor de La tregua (1960), diario de un empleado ya maduro, que se ve envuelto en un idilio fugaz e imposible; y Gracias por el juego (1964) además de varias colecciones de cuento; sin embargo, destaca principalmente por introducir la poesía en la novela, como en El cumpleaños de Juan Ángel (1971) que vio la luz tras los años de exilio cubano y desconexión editorial; se trata de una ruptura con los esquemas tradicionales sin recurrir a las innovaciones temáticas o lingüísticas.

Siguiendo los cauces habituales de la narrativa publica los relatos breves de La muerte y otras sorpresas (1968)

José Donoso (1925) Autor chileno, el primero de su país en haber superado los esquemas narrativos previos al “boom”, que se limitaban a la novela realista y de contenido político/ social (criollista) En Historia personal del boom (1972) informa sobre la precaria situación editorial de Chile y la falta de esquemas narrativos nuevos.

Su primera novela, Coronación (1956) se adscribe al realismo social, pero a partir del conocimiento de las obras de C. Fuentes, comenzará su labor innovadora, de tal manera que cambiará la situación de la novela en su país.

La temática de Donoso es la desintegración del individuo y los núcleos sociales y el sistema de valores morales que sustentan la sociedad, si bien Este domingo (1966) puede clasificarse dentro del realismo social por su temática ya apunta innovaciones técnicas y estructurales como el abandono de la cronología narrativa, la condensación temporal, perspectivas múltiples, monólogos interiores, narradores en 1ª y 3ª persona, etc.

El lugar sin límites (1966) será uno de los primeros textos plenamente innovadores, junto con El obsceno pájaro de la noche (1970) donde narra el fracaso irremisible de sus personajes, dominados por el ambiente asfixiante que les impide realizar sus sueños.

Otras obras: Tres novelitas burguesas (1973), Casa de Campo (1978) y La desesperanza (1986), en todas ellas se funden elementos muy diversos como lo autobiográfico, la incomunicación y la degradación humana, la realidad caótica, la falta de fe en el futuro, etc.

3.3.2.   El “boom júnior”

Si bien el “boom” prácticamente se agotó tras el éxito de Cien años de soledad, a su sombra se han estado desarrollando nuevos valores, que han mantenido el éxito, por lo que han recibido la denominación de “boom júnior”.

En México

Fernando del Paso con José Trigo (1966) y Palinuro de México (1975) con un estilo que recuerda en los inicios a Cabrera Infante y que se va consolidando hasta llegar a un alto nivel de barroquismo y experimentación.

Salvador Elizondo con Farabeuf (1965) y El hipogeo secreto (1968) y un estilo inspirado en Borges, innovado a través del intento de narrar el instante, el tiempo congelado.

En Cuba

Severo Sarduy pretende en sus textos dar un significado libre a la escritura, rompiendo con todo orden establecido, como en su momento hizo el Barroco frente al Renacimiento. Su texto más logrado, en este sentido, es Cobra (1972) una novela de absurdo, sin trama ni motivación psicológica de los personajes, con el lenguaje totalmente desvalorizado y una exageración cómica de los detalles.

Reynaldo Arenas con Celestino antes del alba (1967),  el largo monólogo de un niño retrasado mental, nos presenta el triunfo del mundo fantástico y mágico frente a la realidad decepcionante. Su segunda novela, El mundo alucinante (1968) parece ser una alegoría sobre la vida de un santo, que toma influencias tan variopintas como la picaresca y las obras de Quevedo, Rabelais y Gracián.  La estructura del texto se desarrolla mediante una exposición dialéctica (tesis y antítesis), cuyo contenido histórico-político, que podía trasladarse al caso cubano contemporáneo, le supuso varios arrestos domiciliarios por parte del gobierno castrista.

En Venezuela

Salvador Garmendia vive la rápida transformación industrial de su país que tiene como consecuencia el caos social que plasma este autor en Los pequeños seres (1959) Su segunda novela Los habitantes (1961) tiene una temática semejante, aunque esta vez sin llegar a la denuncia social, es solo una novela descriptiva.

En Día de ceniza (1963) aparecen ya algunos aspectos que anuncian la tendencia posterior: la insistencia en el mundo de la podredumbre y la inmundicia, la vida anterior del personaje (recuerdo nostálgico de la infancia o la adolescencia perdidas) y la imprecisión narrativa, que salta de un punto de vista a otro, pero será en La mala vida (1968) donde surja el cambio, que continuará en Los pies de barro (1973) y en la colección de relatos Memorias de Altagracia (1974)

En Perú

Alfredo Bryce Echenique (1939) es el representante arquetípico de la nueva novela peruana, que se escribe desde y para la clase media urbana, sin tener en cuenta para nada el 70% restante del territorio nacional, compuesto por selva y sierra (excepción hecha de M.Vargas Llosa)

Sus obras son Un mundo para Julius (1970), novela de iniciación a la vida, en este caso superficial de la clase alta limeña, que resulta en gran parte caricaturesca al presentar personajes planos (como fantoches) y Tantas veces Pedro (1977)

En Chile

Jorge Edwards (1931) es autor de dos novelas El peso de la noche (1964) y Los convidados de piedra (1978) además de una colección de cuentos Persona non grata (1973) En las novelas muestra la decrepitud moral de la burguesía chilena.

En Argentina

Manuel Puig (1932) toma a sus personajes de la clase social baja, por lo que recupera cierto nivel de vitalismo en sus obras; suelen ser seres de inteligencia mediocre y sueños frustrados que han tomado del cine y de las fotonovelas. La traición de Rita Hayworth (1968) y Boquitas pintadas (1969) son dos ejemplos de ello.

El valor principal de este autor es la agilidad para plasmar modos de expresión, sobre todo el nivel coloquial, que se convierte en hilo conductor de muchas de sus novelas y fuente de la narración misma, habiéndose convertido en un auténtico maestro en su dominio, como en Cae la noche tropical (1988)

En The Buenos Aires Affair (1973) construye una novela sobre trozos de diálogos de películas de grandes divas del cine de los 30 y 40 (Bette Davis, Joan Crawford, Greta Garbo), para crear una parodia que cuente los problemas sexuales de los protagonistas y que tenga cierto aire de novela policíaca.

El beso de la mujer araña (1976) supone un cambio de rumbo, puesto que profundiza en las relaciones del individuo con el medio, haciendo hincapié en la liberación homosexual, tema que también tratará Pubis angelical (1979)

 

Tema hecho por Isabel Roca