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INTRODUCCIÓN.
El enunciado de este tema exige un enfoque general de la cuestión, más que el tratamiento pormenorizado de la obra de las figuras insertas en estos movimientos. Una primera cuestión que me gustaría tratar, y que ha sido muy debatida por la crítica, es la que se refiere al grado de semejanza o divergencia entre ambos movimientos. Se trata de un asunto harto complicado que ha suscitado posturas muy diversas que a continuación trataré de resumir.
- A partir de los trabajos de Pedro Salinas y Díaz Plaja, ha sido lugar común en la crítica considerar el Modernismo y el 98 como movimientos diferenciados casi de un modo dicotómico. Entre ellos, sólo existiría un punto de comunidad que sería el afán de ruptura con la literatura precedente. El afán de ruptura con el realismo decimonónico, el teatro de Echegaray(movilización contra la concesión del Nobel) y la poesía de Núñez de Arce. Aparte de esto, todo lo demás serían diferencias, tanto que Salinas llegaría a hablar de conflicto entre dos espíritus. Un conflicto que se manifestaría en oposiciones como: la mirada hacia París de los modernistas y la mirada hacia Castilla de los jóvenes del 98; el preciosismo estilístico de los modernistas y el antirretoricismo de los 98istas; el escapismo y el compromiso político.
- Sin embargo, con el tiempo los estudiosos han reparado en hechos que contradicen de un modo inequívoco esta supuesta oposición. Una de estas contradicciones es la inclusión por parte de Azorín de Rubén Darío en la generación del 98. Otra, más evidente, es el hecho de que la mayoría de los integrantes de esa generación presenten en algún momento de su trayectoria inclinaciones netamente modernistas. Casos emblemáticos de ello son Machado(Soledades/Campos de Castilla) y Valle(Sonatas/Luces de bohemia). Todas estas contradicciones, unidas al incumplimiento de los conocidísimos ocho requisitos generacionales de Petersen, han llevado a muchos críticos a considerar innecesaria y gratuita la noción de generación del 98. De este modo, JC Mainer habla de la falsificación del 98. Este y los críticos afines a su teoría consideran que en este periodo histórico sólo es legítimo hablar de un amplio movimiento intelectual que es el Modernismo.
- A esta controversia, ofrecen una salida conciliadora Lázaro Carreter y Martínez Cachero. Desde su punto de vista, noventayochistas y modernistas constituyen una misma generación histórica. Cohesionada por el afán de ruptura con la literatura anterior y el descontento con respecto a la sociedad en la que vivieron. Un descontento que presenta dos modulaciones: la modernista que se complace en la transgresión estética, el escapismo, la exaltación de la bohemia y el dandysmo; y la 98ista que se canaliza mediante la militancia política y la preocupación por los problemas concretos de España. Según esto, sería lícito hablar, sin oponerlo al Modernismo, de un grupo del 98 con sus propias peculiaridades y homogéneo sobre todo en su juventud.
En consecuencia, los límites entre 98 y Modernismo no están tan claros como en un principio pudo parecer. Aclaradas estas cuestiones, pasaremos a analizar las características de cada uno de estos movimientos.
EL MODERNISMO.
Orígenes.
El término Modernismo partió de un movimiento de ideas desarrollado entre pensadores católicos, protestantes y judíos de Alemania a mediados del siglo XIX. Su meta era conciliar la fe con los principios del pensamiento moderno.
Posteriormente el término se extenderá a otras disciplinas científicas y artísticas, hasta que un grupo de poetas desterrados en EEUU, entre ellos Martí, fueron definidos así por la novedad de su actitud vital y artística. De este modo, el término se asoció desde sus primeros usos a todo aquello que conllevase una actitud de rebeldía contra las imposiciones sociales y los dogmas de cualquier tipo.
El Modernismo se caracteriza por una profunda transformación espiritual y estética que responde a los cambios de todo tipo ocurridos en Europa occidental en las últimas décadas del XIX. El positivismo, la industrialización, el militarismo y el auge del Capitalismo invalidan los conceptos estéticos anteriores y dieron paso a tendencias renovadoras en todas las artes(parnasianismo, simbolismo, prerrafaelismo, impresionismo), coincidentes en destacar el aspecto sensorial, estético o idealista de las cosas. Tras esta actitud subyace un malestar social y existencial influido por las filosofías de Kierkegard, Nietzsche y Schopenhauer, a las que se suma en el caso de España los críticos acontecimientos históricos de entonces.
El Modernismo literario español brota según Schulman de la conjunción de tres factores.
- La influencia francesa, conformada por el Parnasianismo y el Simbolismo, de los cuales el Modernismo hispánico es una síntesis.
- La influencia americana, introducida por los grandes líricos hispanoamericanos: Darío y Martí. A la cual hay que sumar la admiración que despertaron Poe y Withman.
- La tradición española. Es evidente la influencia ejercida por el pesimismo Barroco, y sobre todo el magisterio de Bécquer.
La implantación de la nueva estética en la cultura española, no fue tarea fácil. Los jóvenes creadores afines al Modernismo encontraron la oposición de figuras intelectuales ya consagradas como Clarín, que tildaba al Modernismo de galomaníaco, inmoral e ininteligible. Aunque hay que decir que las críticas no sólo surgían de entre los viejos intelectuales, hubo también una juventud de la que formaban parte Unamuno y Ortega que mostró radical aversión a los postulados estéticos del Modernismo. En el proceso de introducción y difusión del Modernismo es vital el papel de dos publicaciones que no podemos dejar de mencionar, me refiero al de la revista Helios (fundada por JRJ, Pérez de Ayala). Y a la primera antología de poesía modernista editada por Emilio Carrere La corte de los poetas.
Características del Modernismo.
La literatura modernista presenta unos rasgos peculiares que podemos resumir del siguiente modo:
- Su actitud ante la vida es como ya hemos reiterado de rebeldía y descontento con la realidad, a esta desazón se le da salida habitualmente mediante la práctica del escapismo que se lleva a cabo de la siguiente manera: esteticismo(refugio en la belleza), exotismo(temporal y espacial), en ocasiones, se manifiesta mediante un pesimismo existencial(pensemos en el poema Lo fatal).
- Otra constante de la literatura Modernista, que podemos explicar por influjo de las artes plásticas(prerrafaelismo), es la potente carga de sensualidad y sensorialidad(literatura para los sentidos) que encierra tanto en su forma como en su contenido. La presencia del erotismo es algo casi constante y les granjeará el calificativo de amorales y decadentes, podemos interpretar este rasgo como otra expresión de la rebeldía que subyace al movimiento.
- Desde el punto de vista formal el Modernismo presenta como rasgos característicos un inequívoco carácter culturalista, con abundancia de referencias a la mitología clásica y a otras mitologías como las precolombinas, referencias a otras artes. La búsqueda del preciosismo formal es una constante casi obsesiva que conduce a todo tipo de experimentaciones y audacias verbales: profusión de tropos, sinestesias, introducción de arcaísmos, cultismos y neologismos. En el campo de la métrica el Modernismo también puede considerarse una revolución: pies acentuales, revitalización de formas caídas en desuso. En definitiva, el Modernismo supuso una auténtica revolución del lenguaje literario.
Los géneros literarios.
Como veremos los presupuestos ideológicos y estéticos subyacentes al Modernismo que hemos apuntado, influyen de un modo determinante en el tratamiento que se les da a los géneros literarios. Una cuestión que no extraña, teniendo en cuenta su carácter marcadamente esteticista, es la mayor dedicación que consagra el Modernismo a la poesía. Fue, con diferencia, el género más cultivado. En las filas modernistas militaron algunos de los máximos poetas del siglo XX, Rubén Darío, un jovencísimo JRJ(Ninfeas, Almas de violeta, Sonetos espirituales) que luego emprendería su propio camino, y también el estandarte poético de la generación del 98: Machado, claramente afecto al movimiento en sus Soledades. Otras figuras de la poesía modernista, hoy menos valoradas, fueron Villarespesa, Manuel Machado y Salvador Rueda.
En el teatro, el Modernismo se manifiesta a través del teatro poético, deudor del drama romántico y de carácter histórico, un teatro que hoy resulta totalmente anacrónico y cuyos máximo exponentes fueron Marquina y Villaespesa. Otra creación dramática modernista mucho más interesante es el teatro de ensueño influido por Maeterlinck y plagado de simbolismo y valores poéticos, en él, se expresa al desnudo el pesimismo que consideramos consustancial al Modernismo y que casi siempre se encubre mediante el evasionismo. Son piezas de temática existencial en la que la muerte es un personaje constante. Exponentes del mismo son Pérez de Ayala y G. Martínez Sierra.
En lo que se refiere a la prosa, el Modernismo, como no podía ser menos, presenta como géneros más característicos el poema en prosa y la prosa poética.
El primero presenta, como sabemos, una rigurosa selección del lenguaje y un predominio claro de lo subjetivo sobre lo objetivo, alcanzando la intensidad del poema pese a no presentar rima ni medida de versos. Epitalamio.
La prosa poética se diferencia del anterior en una mayor presencia de elementos narrativos y descriptivos, con todo, su elaboración formal le confiere valores que lo acercan a la poesía. Sonatas, Miró.
En conclusión, podemos decir que en el tratamiento de los géneros el Modernismo se caracteriza, de acuerdo con su talante esteticista, por un profuso cultivo de la poesía que llega a contagiar e invadir otros géneros.
EL GRUPO DEL 98.
Ya hemos hecho referencia a la cautela que se impone a la hora de hablar de generación del 98. En primer lugar, la propia existencia de una generación del 98 ha sido puesta en entredicho en muchas ocasiones. Las razones son el incumplimiento por parte de sus integrantes de los 8 requisitos generacionales establecidos por Petersen, y, lo que es más importante, la reticencia por parte de muchos de sus integrantes a ser incluidos en ella: Unamuno, Baroja. Estas cuestiones han llevado a la crítica a considerar más acertado hablar de grupo generacional. Con todo, esta no es la cuestión que más nos interesa, lo que más ocupados ha mantenido a los estudiosos ha sido el trazado de los límites entre la generación o grupo del 98 y el Modernismo. Esta es una cuestión más complicada que la anterior discusión terminológica, puesto que todos los que conforman la nómina de 98, (*Unamuno), participaron en algún momento del movimiento modernista, incluso Baroja publicó algunos artículos acerca del simbolismo cromático de las letras. Más evidente es aún la vinculación modernista de Valle y Machado. De todo esto se desprende la conclusión de que Modernismo y 98, con todas sus diferencias, no dejan de ser dos canciones sobre el mismo tema: el malestar hacia la realidad circundante. Un malestar que en el caso de las manifestaciones 98istas presenta una modulación mucho más explícita, que lo encamina a la denuncia y al intento de buscar soluciones prácticas mediante la política e iniciativas como el Grupo de los tres, mediante cuya actuación pretendían cambiar la mentalidad del pueblo español Maeztu, Baroja y Azorín. No hablaremos más de estas cuestiones, que ya han sido tratadas al principio de la exposición. Nos centraremos en las características peculiares que nos permiten seguir hablando, a pesar de las salvedades hechas, del 98ismo como categoría literaria con una entidad peculiar.
Características del 98.
La principal seña de identidad del grupo del 98 es su preocupación por España. Una preocupación por el estado de crisis generalizada en el que nuestro país se hallaba sumido tras el desastre del 98, una preocupación que se manifestaba de un modo explícito en escritos críticos, la militancia política y en iniciativas como el grupo de los tres. Su pensamiento debe mucho al de sus predecesores los regeneracionistas. Rastrean en la historia de España las causas de la situación actual. Tratan de definir el carácter hispano.
Es muy presente en sus obras la temática pesimista existencial: el sentido de la vida(El sentimiento trágico de la vida); la religión(La agonía del cristianismo). Es patente, en este sentido, la influencia del pensamiento de Kierkegard, Schopenhauer y Nietzsche.
En lo que se refiere, al plano estético del movimiento se declaran admiradores de El Greco. Consideran su precursor a Larra(son neorrománticos) y muestran especial admiración por Fray Luís, Cervantes, Berceo y Manrique.
Se declaran contenidistas, más interesados en las ideas que en el plano estético de la literatura, su estilo es sobrio y antirretórico. Es emblemático el gran interés que en ellos suscitó el paisaje castellano. En su captación predomina el subjetivismo. Se interesan por rescatar palabras y giros del lenguaje popular español. Debemos considerar todos estos extremos estilísticos como una manifestación de su interés por captar la esencia hispana.
Es evidente, al igual que lo era en el Modernismo, la influencia de sus supuestos ideológicos y estéticos en el tratamiento de los géneros literarios. Si en el Modernismo prima el cultivo de la poesía y la interferencia de esta con los demás géneros. Los 98istas, de acuerdo con su postura comprometida, cultivan con profusión el género ensayístico. Y los resortes estilísticos de dicho género se trasladan a otros como la novela. La narrativa fue objeto de gran innovación por parte del grupo, ejemplos evidentes de ello los presentan: Azorín, Baroja y Unamuno.
El interés por España se canaliza en el cultivo de un género emblemático del 98: la literatura de viajes.
- Surge como manifestación de un afán patriótico de corregir los testimonios deformados de los viajeros foráneos.
- Se convierten en testimonios informativos y de denuncia.
- Elegancia y comedimiento, los hechos hablan no hay una intervención obvia.
- Se da entrada a la digresión personal. Unidad por el espacio y el tiempo.
- La ruta de Don Quijote, Por tierras de España y Portugal, Viaje por las escuelas de España(Luís Bello).