Poesía lírica tradicional
Endechas de Guillén Peraza
Guillén Peraza fue un caballero sevillano muerto en 1443 en la conquista de La Palma. Esta historia comenzó a difundirse poco después pero no se recogen por escrito hasta dos siglos después en cancioneros usando pentasílabos asonantados en los pares aunque suele escribirse en trísticos monorrimos.
Se considera este poema como la primera manifestación literaria de Canarias y tiene un marcado tono elegiaco: empieza con la exhortación al llanto por parte de un yo poético desconocido que se dirige a las damas tras la muerte de Guillén Peraza; posteriormente sigue una imprecación a la isla donde encontró la muerte que abarca la 2ª y 3ª estrofas y finalmente, en la 4ª estrofa encontramos un doble vocativo y el tópico del ubi sunt que se centra en el escudo y la lanza como símbolos de la defensa y el ataque; en el último verso sentencia con una oración que simboliza la muerte.
El “ubi sunt” es un tópico de origen bíblico y grecolatino ligado al del “sic tansit gloria mundi”; la fuente de este tópico en Europa fueros los plantos clericales latinos, muy abundantes en los siglos XI y XII que era composiciones de circunstancias en homenaje de algún difunto de relevancia social.
La formulación clásica se recogía en la frase “Ubi sunt que ante nos in hoc mundo fuere” y se encuentra en un canto medieval de estudiantes goliardescos de origen germánico que hoy forma parte del himno académico universitario Gaudeamus, igitur.
Llorad las damas, si Dios os vala,
Guillén Peraza quedó en la Palma,
la flor marchita de la su cara.
No eres palma, eres retama,
eres ciprés de triste rama,
eres desdicha, desdicha mala.
Tus campos rompan tristes volcanes,
no vean placeres, sino pesares,
cubran tus flores los arenales.
Guillén Peraza, Guillén Peraza,
¿dó está tu escudo?, ¿dó está tu lanza?
Todo lo acaba la malandanza.
Ya cantan los gallos
La albada es una modalidad poética de gran éxito tanto en la lírica popular como en la culta. El amante, tras una noche de amor, ha de abandonar la casa de la amada para evitar ser descubierto con la llegada del día.
Ya cantan los gallos,
amor mío, y[1] vete,
cata[2] que amanece.
Vete, alma mía,
más tarde no esperes,
no descubra el día
los nuestros placeres.
Cata que los gallos,
según me parece,
dicen que amanece.
Al alba venid
Contraria a la albada. La chica reclama la presencia del amado al amanecer. Este papel de la mujer en la lírica tradicional es una de sus características más destacables.
Al alba venid, buen amigo,
al alba venid.
Amigo el que yo más quería[3],
venid al alba del día.
Amigo el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Venid a la luz del día,
non trayáis compañía.
Venid a la luz del alba,
non traigáis gran compañía.
Llaman a la puerta
No es extraño que estos poemillas cortos fascinaran por igual a todos los poetas de nuestro siglo de oro y que su admiración llegue hasta nuestros días.
Llaman a la puerta
y espero yo al mi amor.
¡Ay, que todas las aldabadas[4]
me dan en el corazón!
En la fuente del rosel
En la poesía popular la fuente es lugar de encuentro amoroso muy frecuente, dadas las connotaciones eróticas del agua. El acto de lavar, por otro lado es un claro símbolo del juego amoroso de este poema.
En la fuente del rosel[5]
lavan la niña y el doncel[6].
En la fuente de agua clara,
con sus manos lavan la cara
él a ella y ella a él:
lavan la niña y el doncel.
….En la fuente del rosel,
lavan la niña y el doncel.
[1] No es copulativa sino que pretende apremiar; es consecutiva.
[2] Mira
[3] Debemos considerar este verbo en presente pese a estar en imperfecto.
[4] Golpes a la aldaba o llamador.
[5] Rosal.
[6] Adolescente.