ARGUIJO, JUAN DE
Este es uno de los autores que con más fuerza reaccionó contra el culteranismo que sedujo a la mayoría de sus contemporáneos, pertenecientes también a la escuela sevillana. Opuso a la estética culterana un clasicismo que nos pueden hacer pensar en una poesía demasiado culta y fría; sin embargo, como pueden ver en el primer poema alcanza la perfección forma y el equilibrio clásico y nos acerca a la siguiente etapa literaria.
La constancia.
Aunque en soberbias olas se revuelva
el mar, y conmovida en sus cimientos
gima la tierra, y los contrarios vientos
talen la cumbre en la robusta selva;
aunque la ciega confusion envuelva
en discordia mortal los elementos,
y con nuevas señales y portentos
la máquina estrellada se disuelva,
no desfallece ni se ve oprimido
del varón justo el ánimo constante,
que su mal como ajeno considera;
y en la mayor adversidad sufrido,
la airada suerte con igual semblante
mira seguro y alentado espera.
A Ariadna dejada de Teseo
¿A quién me quexarè del cruel engaño,
árboles mudos, en mi triste duelo?
¡Sordo mar, tierra extraña, nuevo cielo!
¡fingido amor, costoso desengaño!
Huye el pérfido autor de tanto daño,
i quedo sola en peregrino suelo,
do no espero a mis lágrimas consuelo;
que no permite alivio mal tamaño.
Dioses, si entre vosotros hizo alguno
de un desamor ingrato amarga prueva,
vengadme, os ruego, del Traidor Teseo.”
Tal se quexa Ariadna en importuno
lamento al cielo, i entretanto lleva
el mar su llanto, el viento su deseo.
La Tempestad y la Calma
Yo vi del rojo sol la luz serena
turbarse, y que en un punto desparece
su alegre faz, y en torno se oscurece
el cielo con tiniebla de horror llena.
El Austro proceloso airado suena,
crece su furia, y la tormenta crece,
y en los hombros de Atlante se estremece
el alto Olimpo y con espanto truena;
mas luego vi romperse el negro velo
deshecho en agua, y a su luz primera
restituirse alegre el claro día,
y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
igual mudanza a la fortuna mía?