El poema retrata la experiencia del autor en Madrid a mediados de los años 50, presentándose como “un hombre solo” en la capital española. González describe el paso del tiempo a través de los meses, desde febrero hasta agosto, y evoca elementos urbanos como los tranvías. El poema refleja sentimientos de soledad y alienación, así como una sensación de hastío y expectativa, con el narrador “ávido de domingos luminosos” pero enfrentando “un año para nada”. Este poema es representativo del estilo temprano de González, combinando elementos autobiográficos con una reflexión sobre la condición humana en la España de posguerra
Aquí, Madrid, mil novecientos
cincuenta y cuatro: un hombre solo.
Un hombre lleno de febrero,
ávido de domingos luminosos,
caminando hacia marzo paso a paso,
hacia el marzo del viento y de los rojos
horizontes —y la reciente primavera
ya en la frontera del abril lluvioso…—
Aquí, Madrid, entre tranvías
y reflejos, un hombre: un hombre solo.
—Más tarde vendrá mayo y luego junio,
y después julio y, al final, agosto—.
Un hombre con un año para nada
delante de su hastío para todo.
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Autor del audio: El propio autor del poema
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