Antonio Colinas. La prueba.

Mira: a punto estás de penetrar en el bosque.

Vas a dejar la casa blanca de la cima,

tan plácida, tan llena de música y sosiego,

y ahí te espera el bosque impenetrable.

 

Irremediablemente deberás cruzarlo:

el bosque que desciende por ladera escabrosa,

el bosque en que no hay nadie

y el bosque en el que puede haber de todo,

el bosque de humedades venenosas,

morada de lo negro,

y de una luz que enturbia la mirada.

 

Entra en él con cuidado y sal sin prisas,

mas nunca se te ocurra abandonar la senda

que desciende y desciende y desciende.

Mira mucho hacia arriba y no te olvides

de que este tiempo nuestro va pasando

como la hoz por el trigo.

Allá arriba, en las ramas,

no hay luces que te ciegan, si es de día.

Y si fuese de noche,

la negrura más honda la siembran faros ciertos.

Todo lo que está arriba guía siempre.

Mira: te espera el bosque impenetrable.

Recuerda que la senda que lo cruza

–la senda como río que te lleva–,

debe ser dulce cauce y no boa untuosa

que repta y extravía en la maraña.

Que te guíe la música que dejas

–la música que es número y medida–

y que más alta música te saque

al fin, tras dura prueba, a mar de luz.

 

Antonio Colinas, Los silencios de fuego. 1992

Autor del audio: Antonio Colinas. 

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