Poesía Siglos de Oro
Sor Juana Inés de la Cruz. Al que ingrato me deja…
Otro poema sobre las paradojas del amor, aunque en este lado hay que resaltar el hecho de que sea una mujer la que escribe, de que sea una religiosa y de que sea una visión del renacimiento en México.
Góngora. Lloraba la niña.
Góngora, imitando las canciones tradicionales en verso menor, crea este famoso poema en el que nuevamente, al igual que en las jarchas y las cantigas de amigo, la mujer cobra un protagonismo esencial. ¡Una maravila!
Juan Boscán. Ausencia
Este poema es una prueba de un concepto de la poesía que busca más la reflexión ingeniosa que la sinceridad del sentimiento. El poeta reflexiona y rebate la idea de que la ausencia hace que el amor se olvide. No deja de ser un reflejo del concepto amoroso del amor cortés; no obstante la comparación final es, sin duda, un acierto.
Lope de Vega. Soneto de repente
Este poema se incluyó en la comedia La niña de plata, de 1617. Es uno de los poemas más famosos de Lope y la prueba evidente de lo que significa tener facilidad para la poesía. Sin duda la obra de un genio.
Gutierre de Cetina. Ojos claros, serenos
El madrigal es un poema breve con estructura estrófica de silva en el que se expresa con ingenio una declaración amorosa. En este Cetina desarrolla el tópico petrarquista del poder cautivador de la mirada.
Sor Juan Inés de la Cruz. Esta tarde mi amor…
El llanto y los celos constituyen el eje central de este poema. Las lágrimas se convierten en una prueba capaz de evocar y sustituir el amor de la poeta a los ojos del amado. La carga simbólica del corazón y las lágrimas y la alusión directa a Amor como personaje mitológico hacen de este poema uno de los más bellos de nuestro Renacimiento.