Cortázar. Después de las fiestas


«… Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte…»
JC

Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.

Julio Cortázar, Escrito en La Habana, 1982

Autor del audio: Víctor Villoria

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