Dámaso Alonso. El viento y el verso. 1925

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By Víctor Villoria

El viento y el verso. 1925

Introducción

En 1925, cuatro años después de su primera incursión poética con Poemas puros. Poemillas de la ciudad, Dámaso Alonso publica El viento y el verso, un conjunto de doce poemas que constituye una de las expresiones más refinadas de la poesía pura española.

Este segundo poemario, compuesto entre 1922 y 1923 durante sus estancias como lector de español en Berlín y Cambridge, aparece publicado en la prestigiosa revista , dirigida por Juan Ramón Jiménez, quien reconoció inmediatamente la calidad de estos versos y los seleccionó para su publicación.

La obra se sitúa en un momento fundamental de la evolución estética de Alonso, cuando el joven poeta de veinticinco años experimentaba con las influencias de las vanguardias europeas sin abandonar su búsqueda de pureza formal.

El poemario se estructura alrededor del símbolo dual del viento y el verso, estableciendo un diálogo metapoético entre la libertad natural y la disciplina artística, y abriéndose con el poema emblemático “La Victoria Nueva”.

Claves temáticas

El viento y el verso articula su universo poético en torno a cuatro núcleos temáticos esenciales. La evasión y el viaje emergen como tema central, reflejo directo de las experiencias vitales del poeta durante sus estancias en Europa. En “Morir quisiera en el viento”, Alonso declara: “Morir quisiera en el viento, / como la gente de mar / en el mar. / Me podrían enterrar / en la ancha fosa del viento”, expresando un anhelo de disolución panteísta que conecta con su fascinación por los espacios abiertos europeos.

La búsqueda de la pureza poética constituye el segundo eje temático, materializada en versos como los de “La Victoria Nueva”: “El viento, la forma pura. / Y el sueño, los paños ágiles”, donde Alonso establece una correspondencia entre la libertad natural del viento y la aspiración estética del verso.

El tiempo y la eternidad forman el tercer núcleo, particularmente evidente cuando el poeta reflexiona sobre la permanencia del arte frente a la fugacidad de la vida, desarrollando una meditación existencial que anticipa preocupaciones posteriores.

Finalmente, la soledad existencial se manifiesta en la contemplación de paisajes europeos que despiertan tanto exaltación como inquietud por el sentido último de la existencia humana, estableciendo una tensión emocional característica del joven Alonso.

Innovación estilística

Formalmente, El viento y el verso representa un refinamiento de la poética alonsina hacia una expresión más depurada y simbolista. El poemario se caracteriza por su economía verbal y su concentración expresiva, alejándose tanto de la ornamentación modernista como de las experimentaciones más radicales del ultraísmo.

Alonso desarrolla una técnica sinestésica sofisticada, donde el viento se convierte en correlato objetivo de estados anímicos complejos, funcionando simultáneamente como elemento natural y símbolo metapoético.

El uso del versículo libre alterna con estructuras métricas tradicionales, creando una musicalidad que Juan Ramón Jiménez reconoció como especialmente lograda. Las imágenes irracionalistas, influidas por las vanguardias pero subordinadas a una lógica emotiva personal, crean un universo poético donde la realidad exterior se interioriza y transfigura.

La disposición tipográfica experimenta ocasionalmente con el espacio en blanco, anticipando desarrollos posteriores de la poesía visual, mientras que el léxico privilegia la sugerencia sobre la descripción directa.

Recepción y legado

La recepción inicial de El viento y el verso fue extraordinariamente positiva dentro del círculo de la futura Generación del 27.

Juan Ramón Jiménez, al seleccionar estos poemas para , estableció un precedente crítico que influyó decisivamente en la valoración posterior del poemario. La crítica contemporánea reconoció en la obra una síntesis lograda entre tradición y modernidad, valorando especialmente la capacidad de Alonso para asimilar las innovaciones vanguardistas sin traicionar su sensibilidad personal.

Rafael Alberti y Pedro Salinas, que conocieron al poeta durante estos años, destacaron la madurez expresiva alcanzada en estos poemas. La influencia del poemario en la poesía posterior se manifiesta en haber establecido un modelo de incorporación gradual de las técnicas vanguardistas, demostrando que era posible una renovación estética sin ruptura traumática con la tradición lírica española.

Su importancia en la evolución personal de Alonso reside en haber consolidado una voz poética propia que se desarrollaría posteriormente hacia formas más dramáticas y comprometidas.

Conclusión

El viento y el verso constituye una obra de transición fundamental en la trayectoria de Dámaso Alonso y en la evolución de la poesía española hacia la madurez vanguardista. Su contribución única a la lírica hispánica reside en haber demostrado la viabilidad de una poesía pura que no renunciara ni a la profundidad existencial ni a la innovación formal.

El poemario anticipa muchas de las claves estéticas que caracterizarían posteriormente a la Generación del 27: la síntesis entre tradición y vanguardia, el simbolismo moderno y la depuración expresiva.

Aunque eclipsado por la fama posterior de Hijos de la ira, este segundo libro revela hoy su importancia como documento de una sensibilidad poética en formación y como testimonio de un momento crucial en la asimilación española de las vanguardias europeas. Su relevancia actual radica en ofrecer un modelo alternativo de modernización poética, basado en la evolución gradual más que en la ruptura, y en demostrar que la experimentación formal puede coexistir con la autenticidad emotiva y el rigor intelectual, estableciendo un precedente valioso para comprender la complejidad y riqueza de la renovación poética española del siglo XX.

POEMAS REPRESENTATIVOS DEL LIBRO

LA VICTORIA NUEVA

Esta miniatura lírica concibe la verdadera victoria como un triunfo del espíritu sobre la materia. El poema sustituye mármol y bronce por elementos intangibles: la tierra es base, el cielo su marco, el viento da la forma y el sueño viste la obra. Así, la “Victoria” es un acto poético y creador que solo necesita imaginación y aire para erigirse. La pieza enseña que la grandeza moderna no se levanta sino con la capacidad de soñar y moldear lo invisible.


La victoria nueva.
Esta es la nueva escultura:
Pedestal, la tierra dura.
Ámbito, los cielos frágiles.
El viento, la forma pura.
Y el sueño, los paños ágiles

Dámaso Alonso, El viento y el verso, 1925


PUERTO CIEGO DE LA MAR

El poema retrata un pueblo costero al que “se han llevado el mar”: queda una llanura salobre poblada de conchas, vacas y memoria. El viento, ignorante de la retirada, vaga buscando velas y mástiles, choca con muelles derruidos y lame la arena como un ciego que palpa el vacío. Las imágenes marineras evocan la pérdida de horizonte —físico y vital— de una comunidad que ya no tiene rumbo. La pieza es una elegía del desarraigo y un llamado a reconocer cuánto dependemos del espacio que nos sostiene.


Ya se han llevado el mar.
La última casa aún tiene la enseña marinera.
Y las vacas (gabarras en el prado
de la marisma) hacia el ocaso hienden
la tierra crasa, donde
aún hay conchas doradas, caracolas en voz
y a canción marina.
El viento no lo sabe.
En las noches sin luna,
se va a besar el lomo de la ola
dormida sin romper.
Y a rajarse en el mástil
agudo.
Y a preñar el gran vientre de la vela.
Mas…
Se rasga en los cantiles polvorientos
y palpa como un ciego el derruido
malecón. Luego extiende su larga lengua y lame
el arenal sediento, palmo a palmo.
Hasta que vuelve
(vela de la llanura, desflecada)
a rascarse en las casas doloridas
del pueblo, en silbos largos,
contra la aurora atónita.

Dámaso Alonso, El viento y el verso, 1925


MORIR

Alonso pinta la muerte como niebla que avanza y va “parando” el cuerpo. El viento revela un secreto que el eco repite, creando un juego acústico que envuelve al lector en sensación de apagamiento. Las imágenes de farolillos y verbenas contrastan con el hoyo negro que se abre lentamente. Más que terror, transmite la idea de un adormecimiento universal: mundos, cuerpos y voces se van silenciando bajo la bruma. El poema enseña que morir es un proceso gradual de extinción de luz y sonido.


Por una sábana de nieblas,
caravana de la noche,
el viento dice a la noche
tu secreto.
Y el eco, búho a intervalos,
te lo trae de vuelta ciego
-paños de la noche- ciego.
Mundos fríos bajo lunas,
de saberlo a eternidades
y niebla, se están muriendo.
De niebla que poco a poco
te va parando a ti yertos
pies y manos, corazón
-farolillo de tu pecho,
verbena de junio, al río-.
De niebla que un hoyo negro,
engualdrapado de espantos
-¡martillo del eco, viento!-
cuévano de claridades,
sombra, te está construyendo.

Dámaso Alonso, El viento y el verso, 1925


EJEMPLOS

Con tono de fábula, el poema contrapone ligereza (ve1leta, cigarra, María) y esfuerzo (molino, hormiga, Marta). Concluye que ni Dios “supo” decidir porque él es solo viento que mueve y pasa. La enseñanza es clara: la existencia necesita la mezcla de trabajo y ensoñación; ninguno basta por sí mismo. En pocas líneas, Alonso convierte referencias bíblicas y populares en una lección sobre equilibrio vital y tolerancia hacia distintas formas de vivir.


La veleta, la cigarra.
Pero el molino, la hormiga.
Muele pan, molino, muele.
Trenza, veleta, poesía.
Lo que Marta laboraba,
se lo soñaba María.
Dios, no es verdad, Dios no supo
cuál de las dos prefería.
Porque Él era sólo el viento
que mueve y pasa y no mira.

Dámaso Alonso, El viento y el verso, 1925


CANCIONCILLA

En forma de copla popular, el poeta rechaza mausoleos y reclama un entierro libre: descansar “en la fosa del viento”, como los marinos que mueren en alta mar. El viento se vuelve tumba y lecho a la vez, símbolo de libertad y continuidad. El poema muestra cómo la muerte puede despojarse de solemnidad para convertirse en viaje ligero, fundido con los elementos. La musicalidad del estribillo acerca la reflexión a cualquier lector, recordándole que la grandeza reside en vivir —y morir— sin ataduras.


Otros querrán mausoleos
donde cuelguen los trofeos,
donde nadie ha de llorar,
y yo no los quiero, no
(que lo digo en un cantar)
porque yo
        morir quisiera en el viento,
        como la gente de mar
        en el mar.
        Me podrían enterrar
        en la ancha fosa del viento.
        Oh, qué dulce descansar
        ir sepultado en el viento
        como un capitán del viento
        como un capitán del mar,
        muerto en medio de la mar.

Dámaso Alonso, El viento y el verso, 1925


Obra publicada con Licencia Creative Commons Reconocimiento Sin obra derivada 2.5 http://creativecommons.org/licenses/by-nd/2.5/

Este material ha sido elaborado para Proyecto Aula por Víctor Villoria

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Autor

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    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

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