La novela española en la primera mitad del XX

Foto del autor

By Víctor Villoria

LA NOVELA ESPAÑOLA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX.

INTRODUCCIÓN.

En el presente tema abordaré una caracterización general de las tendencias novelísticas anteriores a la guerra civil, dejando fuera la novela de los años 40, por existir al efecto otro tema en el cuestionario. La estructura de la exposición se ajustará a la sucesión cronológica de los principales movimientos literarios de esta época, con especial atención aquellos que supusieron una especial renovación del género narrativo. Los epígrafes que desarrollaré, serán en atención a lo dicho: pervivencia del Realismo y el Naturalismo, novela del 98, Novecentismo y prosa vanguardista.

LA PERVIVENCIA DEL REALISMO Y EL NATURALISMO.

En los primeros años del presente siglo nos encontramos con un grupo bastante nutrido de autores que continúan cultivando una narrativa que aún se ajusta, en líneas generales aunque con ciertas peculiaridades, a las temas y las formas  impuestas por el Realismo y el Naturalismo. Figura ejemplar de la adhesión a los cánones decimonónicos es la de Blasco Ibañez. Este valenciano, puede ser asociado por edad a la generación del 98, sin embargo, en lo que se refiere a su creación literaria, representa el ejemplo más ortodoxo, y más afortunado del Naturalismo en nuestro país. Una corriente, que en el XIX, no arraigó (salvo en algunos aspectos incidentales de las obras de Galdós, Clarín y Pardo Bazán) en nuestro país debido a sus transgresores planteamientos ideológicos. Blasco Ibañez que adquirió fama internacional fue llamado con plena justicia el Zola español. Sus títulos más conocidos son Sangre y arena, Cañas y barro, La barraca. Todas ellas son fiel exponente del ideario naturalista: determinismo, recreación en lo sórdido, temática erótica, etc…

En una línea cercana al Naturalismo, con especial presencia del erotismo, está la obra de los autores vinculados al fenómeno editorial más afortunado, en cuanto a ventas, de aquellos  tiempos. Me refiero a la denominada Promoción del cuento semanal. Cuyo vehículo de expresión fueron las publicaciones periódicas El cuento semanal y La novela corta. Las notas características de esta promoción son la insistencia en la temática erótica, el cultivo del cuento y la novela corta, y el apego a la estética minuciosa del  Realismo. Zamacois y Hoyos y Vinent fueron algunos de los autores más renombrados, aunque, sin duda, el más conocido de todos ellos fue Felipe Trigo, que añade a la temática erótica un componente importante de crítica social y de ideología progresista. Su obra más lograda es Jarrapellejos.

A todas estas cuestiones, hay que sumar como nota de interés añadido para la Promoción del cuento semanal, el hecho de haber organizado concursos en los que se darían a conocer futuros valores de la narrativa española como Miró y Ayala.

Estas son, en definitiva, las principales manifestaciones narrativas que hay que consignar con anterioridad a la generación del 98. Ahora bien, conviene mencionar además, antes de centrarnos en el estudio de la novela 98ista, otras tendencias menos cultivadas en novela, como la regeneracionista: Ciro Bayo y Ciges Aparicio, o el simbolismo de Alejandro Sawa, el modelo viviente del Max Estrella de Valle Inclán.

LA NOVELA DE LOS NOVENTAYOCHISTAS.

Teniendo en cuenta el compromiso político y social con la realidad española, que animaba a los intelectuales del 98, resulta, cuando menos predecible, que la novela y el ensayo fuesen los géneros que en el marco de este grupo alcanzaron mayor y mejor cultivo. La mayoría de los críticos consideran el año de 1902 el annus mirabilis de la narrativa de principios de siglo. Coinciden en dicho año las publicaciones de cuatro novelas, producidas desde las filas del 98 que revelaban un radical cambio de sensibilidades y estrategias en la narrativa española. Estas obras fueron: La voluntad, Camino de perfección, Amor y pedagogía y Sonata de otoño. Todas ellas suponen, con las inevitables diferencias entre ellas, una ruptura con respecto a los supuestos de la novela realista. Dicha ruptura se puede sintetizar y en la manifestación de dos cuestiones fundamentales.

  • Irrupción del subjetivismo, que propicia una presentación de lo exterior teñido por los sentimientos y las creencias del narrador.
  • Mayor preocupación artística. Con una intención manifiesta de renovar el estilo y las técnicas narrativas.

Hechas estas apreciaciones generales, pasaremos a analizar las aportaciones personales de los principales narradores del 98 a esta renovación.

Baroja.

Este vasco huraño e individualista es, sin lugar a dudas, el novelista por excelencia de la generación del 98. Nada mejor para entender su concepción de la novela, aparte de la lectura de las propias obras, que acudir a sus Memorias. En ellas expone unas concepciones de la novela muy distantes de los cánones decimonónicos.

  • La novela es un género multiforme y protéico, en él caben: el libro filosófico, la utopía, la novela de aventuras…
  • Es posible una novela sin argumento. Lo que importan son las anécdotas, las digresiones, etc… El mismo se consideraba ajeno a la preocupación por la composición.
  • Lo más importante son la imaginación y la capacidad para observar.
  • La novela no debe demostrar una tesis.

Todos estos principios teóricos son realizados en su práctica novelística. Su estilo lleva al último extremo la tendencia antirretórica de los 98istas. Es una prosa rápida, concisa e incluso con incorrecciones. Su novela se rige por el principio de economía, la descripción nunca es un fin en sí misma, solo aparece en cuanto tiene una funcionalidad, y se lleva a cabo con cuatro trazos. Su manejo del diálogo es magistral. Fue un autor muy prolífico y sus novelas pueden dividirse, según su propia indicación en novelas de acción(Zalacaín el aventurero)[1] y de reflexión que ilustran una concepción nihilista de la existencia, Schopenhauer, Nietzsche, etc… entre ellas destaca El árbol de la ciencia.

Azorín.

No menos heterodoxa es la novelística de Azorín, caracterizada por la difuminación de las fronteras entre el ensayo y la narrativa. Tanto es así que, aunque cuenta con unos 15 libros subtitulados novela, la mayoría apenas se diferencian de sus ensayos. Son obras sin argumento en la mayoría de los casos, y cuando éste existe es un mero pretexto para intercalar digresiones filosóficas y descripciones cuya gran belleza las suele convertir en el elemento más apreciable del conjunto.

Otra constante de su novela es el subjetivismo y la autobiografía, su alter ego, si es que así se puede denominar es el protagonista de novelas como La voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo. Dichas obras son un documento de gran valor para acceder a la ideología y las inquietudes de los jóvenes airados del 98. Todas ellas aparecen presididas por un tono crítico que se ve amortiguado, no obstante, por una profunda melancolía y un ansia por apresar lo inaprensible: el tiempo y la realidad. El estilo es pulcro, preciso, de ritmo moroso y gran lirismo, con un vocabulario riquísimo que revitaliza palabras del pueblo.

Unamuno.

La renovación llevada a cabo por Unamuno en la novela responde sobre todo a su propósito de convertirla en cauce apropiado para la expresión de sus conflictos existenciales.

Su primera novela(producto de novelista ovíparo) es Paz en la guerra, de carácter autobiográfico, ya presenta la novedad de ser principalmente diálogo y relato de acción y sentimiento rehuyendo la descripción, o como el mismo dijo: ahorrando lo que en dramaturgia se llama acotación. Amor y pedagogía es una novela de ideas que supone la demolición de las ideas y teorías del positivismo, presentándonos el fracaso de Avito Carrascal, un personaje alienado por las teorías científicas: se casa con una mujer a la luz de la fisiología y la sociología, deductivamente; tiene un hijo y programa su educación para hacerlo perfecto, la acción desemboca en el suicidio del hijo.

Su madurez narrativa aparece representada por Niebla el subtítulo de nivola responde a su intención de instaurar sus propias leyes para la creación novelesca. En las nivolas, Unamuno rehuye la descripción, introduce hechos futuros o que no tienen que ver con la trama, e incluso establece diálogo con sus personajes que se rebelan contra él.

En una línea más tradicional están La tía Tula y el magistral San Manuel Bueno, Martir.

Valle inclán.

La trayectoria novelística de Valle se divide en dos etapas, la de impronta modernista: Las sonatas. Caracterizada por el decadentismo, la inmoralidad, el satanismo, y sobre todo, una expresión refinada y elaborada hasta el punto de que se puede hablar de prosa poética, con plena justicia. Cercana a esta línea pero anticipando la que ha de llegar está la Trilogía de la Guerra carlista en la que se refiere al conflicto como una serie de episodios aislados entre sí.

Coincidiendo literaria y cronológicamente con el esperpento están Tirano Banderas y El ruedo ibérico(La corte de los milagros, Baza de espadas, Viva mi dueño). En ellas el procedimiento de deformación de la realidad propio del esperpento es una constante. Tirano Banderas es una novela magistral que ejercerá una influencia enorme en posteriores creaciones hispanoamericanas (El señor Presidente) y españolas (Muertes de perro). Es asombrosa la creación de un dialecto hispanoamericano mediante la mezcla de léxico de varios reales para dar entidad al país inexistente Tierra caliente en que la acción tiene lugar.

LOS NOVECENTISTAS.

Antes de centrarnos en el análisis de la práctica novelesca de la generación del 14, parece inevitable hacer referencia a las cuestiones teóricas sentadas por Ortega en sus Ideas sobre la novela, en atención a la influencia que tuvieron en su tiempo. Los puntos básicos de la teoría orteguiana son:

  • Se parte de la crisis del género novelesco.
  • Imposibilidad de encontrar tramas novedosas.
  • Necesidad de que el argumento ceda el paso a otros elementos como: lo imaginativo, lo intelectual, los primores estilísticos e intelectuales: el género novela padece tal penuria de temas posibles, que el escritor necesita compensarla con la exquisita calidad de los demás ingredientes necesarios para integrar un cuerpo de novela.

Por lo que se refiere a la práctica novelesca, entre los novecentistas que en mayor o menor medida renuevan el género destacaremos a Miró, Fernández Flórez, Jarnés  y Ayala.

  1. Fernández Flórez, es el gran maestro de la novela humorística. En Volvoreta combina sentimentalismo e ironía. En Los que fuimos y El secreto de Barba Azul su humorismo deviene en sátira contra los convencionalismos de los grupos sociales conservadores. Su máxima obra es El bosque animado novela de gran belleza y lirismo, que conjuga el humor y la nostalgia o morriña por la tierra gallega. De ella hay una memorable versión cinematográfica dirigida por Cuerda con adaptación de Azcona.

Muy diferente es la obra de B. Jarnés que se sitúa a medio camino entre el Novecentismo y la vanguardia en novelas sin acción, en las que la reflexión y el preciosismo estilístico son tal y como Ortega preconizaba el centro de atención: El profesor inútil y Locura y muerte de nadie.

Pero los dos máximos novelistas del Novecentismo son Miró y Ayala.

La originalidad de Miró, lo convierte en un autor difícil de encasillar, se le suele clasificar como hemos hecho, por edad, en el Novecentismo, si bien su quehacer prosístico parece más vinculado al Modernismo. Destacan su temperamento voluptuoso, su sensibilidad y habilidad para la aprehensión literaria de sensaciones. Sus páginas están cargadas de lirismo y el impresionante dominio del lenguaje ha llevado a que se le califique como poeta en prosa. Sus novelas suelen tener una línea argumental muy tenue, pero resulta evidente que, en su caso, no es lícito hablar de deshumanización, hay en su prosa gran cantidad de sentimientos soterrados y expresados con una elegante contención. Sus dos obras más representativas son Las cerezas del cementerio(incesto) y El obispo leproso, en el que es evidente la crítica a la religión. Tiene en su haber una gran cantidad de relatos breves.

Ayala es el ejemplo emblemático de la novela intelectual novecentista. Referencia a su poesía modernista, teatro de ensueño y ensayo. Como novelista comienza en la línea autobiográfica del 98, evolucionando hacia el mentado intelectualismo. Según Amorós su trayectoria se puede sintetizar así:

  • 1907-1913, autobiografismo: La pata de la raposa, Troteras y danzaderas retrato del mundo de la bohemia literaria, con un estilo que debe mucho a Baroja.
  • 1916, novelas poemáticas de la vida española, desaparece lo autobiográfico, ganan terreno lo poético y las ideas: Prometeo.
  • 1921, etapa intelectual, aproximación al ensayo, los personajes encarnan ideas, y abunda la digresión, suelen ser de tesis. Tigre Juan(honor, amor, hombría y donjuanismo) y Belarmino y Apolonio. Estilísticamente, se introducen recursos innovadores como las acciones paralelas, ironía, mezcla de géneros y estilos.

LA PROSA VANGUARDISTA.

Surge haciéndose eco de las ideas orteguianas de la deshumanización. Incorporan aspectos rupturistas de los ismos, es una novela esteticista en la que predomina lo lúdico, sin compromiso político o social. Se usa con profusión la metáfora, se disuelven las categorías narrativas.

Ramón es uno de sus máximos representantes, en sus obras apenas hay acción, hay una vocación por lo insólito, un gusto cubista por lo fragmentario, los personajes son extravagantes y las situaciones absurdas en que, en ocasiones, se ven envueltos hace que algunas obras (El incongruente) se puedan considerar anticipo del Surrealismo. Se introducen abundantes elementos autobiográficos y humorísticos. El conjunto ilustra una visión del mundo nihilista y amarga de la que también es expresión una presencia, rayana en lo obsesivo, del erotismo. El torero Caracho, El hombre perdido, Piso bajo.

Otros vanguardistas son G. Caballero, incorpora temas futuristas, deportivos y el Surrealismo: Yo, inspector de alcantarillas.

Max Aub. Produce ya en la época de efervescencia de la vanguardia unas pocas obras como  Luis Álvarez Petreña(1934), Geografía(1928). Su producción más valiosa vendrá, no obstante, en el exilio.

Corpus Barga  destaca por la escritura de originales relatos empapados del vanguardismo de entonces( enumeraciones caóticas, metáforas visionarias, descripciones cubistas, etc…)

Pero el mejor escritor de vanguardia es, sin duda, Jardiel Poncela: Espérame en Siberia vida mía, Amor se escribe sin hache, La tournée de Dios.

LA NOVELA SOCIAL.

En torno al 27, dándose a conocer en los años 30, surgen una serie de escritores que con unos comienzos en la línea de la vanguardia, en algunos caso, se dedicarán después a la novela social. Se preconiza la unión entre la vanguardia artística y el compromiso social. Muchos de ellas mantienen en sus novelas elementos vanguardistas, aunque es más habitual el paso a una tesitura realista. La temática gira en torno a los problemas de la clase obrera, o campesina. Es habitual el personaje colectivo, se reproduce con fidelidad el lenguaje de las clases desfavorecidas. Son obras muy politizadas, algunos autores estaban vinculados al marxismo. Carranque de Ríos, Arderíus Justo el evangélico. José Díaz Fernández produce novelas de estilo vanguardista pero con marcado contenido social: El blocao de 1928 (siete relatos sobre la guerra de Marruecos), La venus mecánica(1929) cuyo trasfondo histórico es la dictadura de Primo de Rivera. Otros autores de gran relieve son Sender, exiliado, Imán en la que aborda la guerra de Marruecos. O.P. Denuncia la represión policial. ChacelEstación de ida y vuelta y Memorias de Leticia Valle, crítica de la burguesía, Francisco Ayala, comienza en la línea de la vanguardia: Cazador en el alba. Los usurpadores, Muertes de perro, El fondo del vaso.

 

 

[1] Influidas por Dumas, Dickens, Sue, se aprovecha del folletín.

Autor

  • yo e1742729738464

    Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Literatura actualmente en la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevo más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho he sido asesor en varios centros del profesorado y me he dedicado, entre otras cosas, a la formación de docentes; he trabajado durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante he estado en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías. Ahora soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo nuestra literatura. ¡Disfrútala!

    Ver todas las entradas

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies