¿Qué es la literatura?

Un documento que, a partir de cuatro textos, nos permitirá reflexionar sobre la materia que vamos a estudiar.

Índice de la entrada

¿Qué es la literatura?

Un documento que, a partir de cuatro textos, nos permitirá reflexionar sobre la materia que vamos a estudiar.

Texto 1

Definición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua – Edición 2001

(Del lat. litteratūra).

1.Arte que emplea como medio de expresión una lengua.

2.Conjunto de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género. La literatura griega. La literatura del siglo XVI.

Texto 2

¿Qué es la literatura? Compleja cuestión de respuestas varias, pues para algunos no todo lo escrito será literatura, o no toda ella se encontrará escrita. Casi todo puede hacerse literatura. La literatura es un arte. Y quizás este, el de escribir, sea el más ambicioso de todos. El arte puede expresar cualquier cosa; la literatura puede expresarlo todo y no sólo eso, sino además explicarlo, precisarlo, buscando las palabras y las escenas adecuadas. Es un arte profundamente intelectual: pensamiento y lenguaje son sus instrumentos; corazón y mente su contenido. No refleja al artista sino al espectador, diría Wilde del arte. Así, la literatura nos muestra y refleja no sólo al escritor sino, lo que también es muy importante, a su lector.

Así como encontramos belleza, inquietud, emoción o curiosidad en los placeres sensoriales, desde la contemplación de la naturaleza hasta la captación de la música, pasando por el arte plástico; así lo encontramos también en la literatura, que sensibiliza directamente nuestra mente, da respuestas, crea preguntas, describe lo que sabemos o imagina lo que soñamos. Los órganos mediante los que sentimos la literatura son la inteligencia y la sensibilidad, pues nos llega físicamente lo mismo a través de la vista al leer, o del oído si escuchamos una narración… o desde adentro en el caso del escritor.

Como arte, la literatura es eminentemente creadora. Su secreto está en la expresión del sentimiento mediante la palabra, convirtiendo las sensaciones en realidad. Su capacidad está en su sencillez y sinceridad, que hacen posible esos pequeños y grandes mundos que no aparecen en los mapas geográficos, aquellos que acabamos de descubrir con entusiasmo o esos que nos reviven viejas historias tan íntimas que, ¿acaso no las confundimos con sueños pasados?

Todo eso es literatura… y mucho más. Cada persona debe sentir la literatura como algo propio, único y a la vez compartido con muchos.

Texto 3

Entendemos por Literatura una ciencia que trata de las posibilidades de comprender un mensaje más o menos estético en cuanto a su finalidad, por parte de unos receptores interesados en trasladar esa comprensión a su propia experiencia. Por tanto, partimos de la Literatura como un modo de comunicación lingüística, y, en consecuencia, un fenómeno exclusivo de la sociedad humana.

De ahí que hayamos de partir de un hecho fundamental, que es la comunicación. Vamos a ver en qué consiste de un modo somero, aplicándolo a la Literatura.

Entendemos por comunicación lingüística un fenómeno social por el que un emisor transmite un mensaje (idea, sentimiento…) a un receptor, utilizando un código determinado y conocido tanto por el emisor como por el receptor, en un contexto concreto y a través de un canal perceptible para los dos miembros sociales de la comunicación.

Una vez establecida una aproximación a la comunicación, vamos a adaptarla a la comunicación literaria en concreto, dando por entendido el hecho de que la Literatura es un fenómeno social e históricamente transcendente.

Denominamos emisor a la persona o personas que por unas causas determinadas, no siempre las mismas, realizan una obra literaria (con todas las condiciones que esto conlleva: estética, universalidad, originalidad, etc.), destinada a un público (receptor) concreto existente ya en la época en que se escribe, pensando o sin pensar en la posteridad.

Receptor será, pues, el público lector o espectador de la obra literaria que acepta la existencia de ésta, criticándola meliorativa o peyorativamente, especialmente en lo que se refiere a la confrontación entre la estética presente en la obra y la existente en la mente del receptor, el gusto. El receptor puede ser actual respecto del emisor, y ese ser el primario, o, bien, futuro, crítico en la historia, que es el receptor secundario.

Si aceptamos la tradicional división de la Literatura en Arte por el arte y Arte comprometido, obtendremos dos tipos básicos de mensaje: el mensaje estético del arte puro y el mensaje de ideas, correspondiente a la mayor parte de los escritores, si bien en ningún momento olvidan la validez de la estética en la Literatura. Esto nos lleva al mundo de los géneros literarios, según sea la forma en que se nos presenten dichos mensajes: lírica o mensaje de sentimientos; narrativa o mensaje de descripciones, hechos e ideas, y dramática o mensaje de acciones -con o sin ideas- por medio de personajes reales o simbólicos; pero este problema lo plantearemos posteriormente. De momento vamos a definir mensaje como el conjunto con finalidad estética de ideas, acciones y sentimientos que el emisor quiere transmitir al receptor por medio de la obra.

El código, sin embargo, es el mismo para la comunicación normal, científica, etc. y para la comunicación literaria. Este código es la lengua o conjunto de signos lingüísticos utilizados por emisor y receptor conjuntamente, de modo que es posible un mensaje idénticamente percibido por ambos. Empero, hay que tener en cuenta el aspecto estético de la obra literaria, lo que lleva al autor a tamizar de un modo personal -estilo- el código común. Este tamiz obliga en gran parte a modificar los significantes y sus relaciones, aun manteniendo el mismo significado del signo lingüístico. Esto conduce al estudio específico del lenguaje literario a través de la retórica, que se estudiará en el comentario de texto.

El canal en la obra literaria es normalmente el libro, pero no siempre. Esta afirmación, «pero no siempre», nos lleva a una triple distinción en el ámbito literario: literatura oral, escrita y representada. Veamos ahora cada una de estas modalidades. La literatura oral era la forma más frecuente en una época en que el receptor, e incluso el emisor, era analfabeto, en el sentido de no saber ni leer ni escribir. En esas condiciones, las únicas posibilidades eran la literatura oral y la literatura representada, aunque esta última forma sólo era posible con ciertas obras que requerían unas cualidades determinadas, pero no en otras, como la lírica. Ahora bien, la literatura oral podía transmitirse por la mera enunciación, o por medio de la música, y surgen las canciones (de vela, de trabajo, de fiestas…). Afirmar que la literatura oral ha desaparecido o ha perdido su vigencia sería un grave error, puesto que permanece viva en lugares a los que la civilización no ha llegado con toda su fuerza, incluso dentro de países desarrollados, y, claro está, también, a través de las canciones, oratoria y cantantes (al menos, en algunos casos: cantautores, Serrat, Cafrune…). La literatura representada sigue, igualmente, viva desde los primeros tiempos, especialmente en el género dramático, fenómeno de sobra conocido por todos como para necesitar insistir sobre él. Finalmente, la literatura escrita puede abarcar las obras incluidas en las dos modalidades anteriores; pero abarca, además, otra serie mucho más numerosa de géneros y de obras; por lo cual habría que afirmar que, sin merma de las formas antedichas, la literatura escrita ha sufrido un auge inmenso a medida que las facilidades editoriales y la alfabetización del público lo han permitido.

El último de los elementos citados en la comunicación literaria es el contexto. El contexto lo podemos definir como el conjunto de circunstancias y condiciones de muy diversas índoles (necesidad espiritual de comunicación, causas sociales, religiosas, personales…) que, de algún modo, llevan a que una persona se convierta en autor de una obra. Quizá sea este factor el más fácilmente definible; pero, al mismo tiempo, es el más abstracto y el más inexplicable, ya que entran en él aspectos de carácter histórico, sociológico, psicológico, etc. que hacen prácticamente indemostrable toda teoría científica en torno a la literatura, y, por lo mismo, hace de la literatura una disciplina acientífica, a pesar de tener método científico (como puede ser el comentario de texto, dentro del cual integraremos el contexto) que puede llevar a unas aproximaciones más o menos reales en torno al problema que supone una obra, un autor, un género, una tendencia estilística o una época histórico-literaria.

Tras esta breve explicación de la comunicación literaria, pasaremos a definir la literatura como relación que un autor establece con un público en torno a unas acciones, sentimientos, ideas… de un modo estético, a través de un lenguaje cuidado de modo que significante y significado formen una unidad coherente e interrelacionada, expresada en variadas formas de acuerdo con una serie de condiciones y circunstancias internas y externas tanto al autor como al público con el que se establece dicha relación.

Texto 4

Entrevistador: Concibes la escritura siempre como un acto de acercamiento al otro, acostumbras en tus textos a la palabra cuidadosa (la que nos gusta a los jóvenes, dices), la que despierta nuestra curiosidad. Sueles irte a la calle “a tomar calle”, porque te apasiona escuchar tanto como contar pero, ¿cuál es tu reto a la hora de escribir?

Carmen Martín Gaite: Mi reto es que suenen a verdaderos los personajes que toman la palabra. Yo no soy de esos escritores de tesis (que los hay buenísimos), intento que cada uno hable según un carácter que se va desvelando a través de cómo el lector lo conoce. Intento siempre darle vida y entonces me imagino una situación. A partir de ahí, a cada personaje voy dejándole que se muestre como es. El proceso de cada uno es lo que me interesa.

E.: ¿Qué se siente al terminar de escribir una novela?

C.M.G.: Se siente, por una parte, alivio sobre todo si te ha costado muchísimo tiempo escribirla. Por otro lado, la pena misma de la despedida que puedas tener tú, como lector, al acabar una novela que te ha gustado. Cuando terminé “Nubosidad variable”, por ejemplo, me pasó igual que a los lectores, que me quedé como sin sombra de pensar que no iba a volver a meterme en esa historia. Pero el escritor tiene que terminar en un momento determinado y, además, mis historias son abiertas, así que nunca podrás saber de principio a fin lo que ha pasado en una vida.

 E.: ¿Tú crees en la inspiración?

C.M.G.: Sí, creo bastante en las musas. Hay un estado de gracia, un momento que no se puede repetir cuando quieres. Es un entusiasmo, y tengo la certeza de que existe, de que es un endiosamiento del que escribe, aunque naturalmente deba estar acompañado del estilo. La verdad es que nunca la he despreciado.

E.: ¿Dónde escribes?

C.M.G: Donde cae. Normalmente en mi casa, claro. Yo vivo sola y tengo un cuarto donde trabajo, pero a veces voy a una biblioteca si se me cae mucho la casa encima o estoy un poco deprimida. Lo que se llama tomar notas, las puedo tomar en un tren, en un café… Aunque para la elaboración prefiero estar en una mesa cómoda; pero no tengo manías en ese sentido.

 E.: ¿Qué consejo darías a todos los universitarios que empiezan ahora su carrera literaria?

C.M.G.: Que no tengan prisa, sobre todo en los comienzos. Desde los ocho años mi madre guardaba cuentos escritos por mí. Hasta los veintinueve no di por buena ninguna cosa de las que había escrito. Escribí algún cuento para alguna revista, pero nada más allá. Lo de querer escribir es distinto de querer ser escritor. Y ahora es difícil dar este consejo porque vivimos en una época de prisa; la gente quiere que lo suyo tenga rápida salida, y es lógico. Aún así, creo que es lo mejor que puedo recomendar.

 E.: ¿Acaso no crees que todo el mundo sea capaz de escribir?

C.M.G.: No todo el mundo es capaz de escribir una historia inventada; puedes redactar bien, pero esa llamada que antes se llamaba vocación, es imprescindible. Es algo que hay que sentir, algo que se tiene o no se tiene.

 E.: ¿Qué temas son los que más llaman a la juventud a que lea?

C.M.G.: A la gente joven, si hacemos una estadística, yo no les tendría por qué gustar. Ese es el misterio. Si dices que a los jóvenes lo que les gusta es sexo y tiros, pues eso en mis novelas no lo van a encontrar. Entonces, ¿por qué me leen tanto a mí? Esto indica que toda regla tiene su excepción. La literatura es un reino distinto a los demás, algo que sólo le gusta al que sabe qué es la literatura y la sabe saborear. El argumento quizá no es tan importante como la manera que se tiene de expresarlo. Es cierto que se puede copiar un argumento, pero no un estilo.

 E.: Entonces, ¿qué concepto de la literatura crees que ha cambiado con el paso de los años?

C.M.G.: Ha cambiado el hecho de que hay más oportunidad para los jóvenes, pero es un marketing porque lo mismo se escoge lo que no es mejor. El verdadero lector, yo creo que siempre será capaz de percibir cuándo encuentra a un escritor y cuando no.

 

Material preparado por Victoriano Santana Sanjurjo (vsantanasanjurjo@yahoo.es  /  vsansanc@gobiernodecanarias.org).

 

Deja un comentario