Este romance narra una historia de amor prohibido y traición en la corte real. Gerineldo, paje del rey, se levanta sigilosamente mientras su señor duerme y se dirige al castillo para encontrarse con la infanta. Allí, en la intimidad del lecho real, los amantes disfrutan de su encuentro secreto hasta que el sueño los vence.
El rey, perturbado por un mal presentimiento, despierta y llama a Gerineldo, pero no obtiene respuesta. La sospecha de una traición lo consume, y decide buscar a su paje. Al encontrar a Gerineldo y a la infanta durmiendo juntos, el rey se enfrenta a un dilema: la furia y el deseo de venganza chocan con el afecto que siente por Gerineldo, a quien ha criado desde niño.
Incapaz de ejecutar su ira, el rey opta por una advertencia simbólica: coloca su espada entre los amantes como prueba de que su secreto ha sido descubierto. Al despertar, la infanta reconoce la espada de su padre y comprende el peligro que corren. Desesperada, advierte a Gerineldo que han sido descubiertos. El romance concluye en este punto de tensión, dejando al lector en la incertidumbre sobre el destino de los amantes y las consecuencias de su osadía.
Levantóse Gerineldo
que al rey dejara dormido,
fuese para la infanta
donde estaba en el castillo.
-Abráisme, dijo, señora,
abráisme, cuerpo garrido.
-¿Quién sois vos, el caballero,
que llamáis a mi postigo?
-Gerineldo soy, señora,
vuestro tan querido amigo.
Tomárala por la mano,
en un lecho la ha metido,
y besando y abrazando
Gerineldo se ha dormido.
Recordado había el rey
de un sueño despavorido;
tres veces lo había llamado,
ninguna le ha respondido.
-Gerineldo, Gerineldo,
mi camarero pulido,
si me andas en traición,
trátasme como a enemigo.
O dormías con la infanta
o me has vendido el castillo.
Tomó la espada en la mano,
en gran saña va encendido,
fuérase para la cama
donde a Gerineldo vido.
Él quisiéralo matar,
mas criole de chiquito.
Sacara luego la espada,
entre entrambos la ha metido,
porque desque recordase
viese cómo era sentido.
Recordado había la infanta
y la espada ha conocido.
-Recordaos, Gerineldo,
que ya érades sentido,
que la espada de mi padre
yo me la he bien conocido.

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Hola. Soy Víctor Villoria, profesor de Lengua y Literatura actualmente JUBILADO.
Mí último destino fue la Sección Internacional Española de la Cité Scolaire International de Grenoble, en Francia. Llevaba más de treinta años como profesor interesado por las nuevas tecnologías en el área de Lengua y Literatura españolas; de hecho fui asesor en varios centros del profesorado y me dediqué, entre otras cosas, a la formación de docentes; trabajé durante cinco años en el área de Lengua del Proyecto Medusa de Canarias y, lo más importante estuve en el aula durante más de 25 años intentando difundir nuestra lengua y nuestra literatura a mis alumnos con la ayuda de las nuevas tecnologías.Ahora, desde este retiro, soy responsable de esta página en la que intento seguir difundiendo materiales útiles para el área de Lengua castellana y Literatura. ¡Disfrútala!
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