Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.
(La mujer lo miraba sin respuesta)
Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás
(Ella lo contemplaba silenciosa)
Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.)
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos labios
ya para siempre si respuesta.
A modo de esperanza, 1955
Autor del audio: Víctor Villoria

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